Queridos lectores,
En nuestra anterior entrada veíamos porqué la creación del mercado mundial de capital había traído de vuelta los pánicos bancarios –ahora rebautizados como “sudden stops”- que durante el periodo transcurrido entre el final de la II guerra mundial hasta la primera crisis del petróleo habían sido abortados con éxito. La gráfica que muestra el número y gravedad de crisis bancarias a lo largo de la historia es una evidencia empírica contundente.
Quizás esta sea una de las razones por las que durante la llamada “edad de oro del capitalismo” se conjugó un crecimiento económico por habitante superior al de otras épocas, anteriores y posteriores
y una reducción considerable de la desigualdad.
Porcentaje de renta del 1% más rico en EEUU |
Evidentemente, como con todos los sucesos de esta compleja sociedad, no hay una causa única para este éxito histórico, pero podemos aventurar que abortar en un grado considerable las crisis bancarias, por primera vez en la historia, sin duda contribuyó a ello.
En los años ochenta da comienzo una revolución capitalista, cuyos resultados más visibles han sido la reducción paulatina de la actividad del estado y la creación de un mercado mundial de capitales
Aunque no he encontrado datos cuantitativos concretos, es de sobra conocido que la reducción de la actividad del estado se realiza en una gran mayoría de países mediante las llamadas privatizaciones. Proceso según el cual hipotéticamente se intenta crear competencia en mercados que tradicionalmente han sido, o han estado muy cerca de ser monopolios naturales.
Aunque no he encontrado datos cuantitativos concretos, es de sobra conocido que la reducción de la actividad del estado se realiza en una gran mayoría de países mediante las llamadas privatizaciones. Proceso según el cual hipotéticamente se intenta crear competencia en mercados que tradicionalmente han sido, o han estado muy cerca de ser monopolios naturales.
Otro proceso innegable es la creación de un mercado mundial de mercancías, que en gran medida ya existía, aunque se intenta dar entrada en él a los países pobres, pero primero y principal, de capitales. La movilidad es sin duda un bien muy preciado, y la libertad de movimiento de capital da a los propietarios del mismo una gran ventaja sobre aquellos que permanecen “localizados”, los que solo pueden ofrecer su fuerza de trabajo. Para complementar esta situación, y paradójicamente, progresivamente se han ido construyendo más muros, nuevas fronteras y alambradas, para restringir cada vez más la movilidad física “indeseada”, una evolución que merece la pena analizar.
El principal efecto buscado de la privatización/liberalización era un incremento de la productividad. Se dice que la empresa privada es más eficiente, hace más con menos. Pero este efecto en general no se ha producido, evidentemente hay miles de cuestiones adicionales que no se tienen en cuenta
En algunos países como EEUU a mediados de la década de los noventa se observa un leve repunte. Sin embargo en general el crecimiento de la productividad ha sido bastante homogéneo a lo largo de la era industrial. Lo que no está siendo homogéneo es el reparto de los beneficios de ese incremento de la productividad.
Los beneficios del avance tecnológico están cayendo en un solo bolsillo.
La combinación del crecimiento económico anémico que estamos teniendo tras la creación del mercado mundial, unido al incremento exponencial de la desigualdad, están creando un cóctel realmente inquietante. Ante ese panorama es lógico que la población se pregunte ¿por qué?
Y en contra de toda lógica, cada vez más gente se apunta a una explicación que se podría resumir con la castiza expresión “¿no querías caldo? Pues toma dos tazas”. Es decir, ahora hay menos estado y evolucionamos sensiblemente peor, pero la causa única de todos los males es el estado.