Podría parecer un
esfuerzo vano y algo extraño realizar ahora un artículo sobre el
origen del dinero. Dejando a un lado curiosidades y disquisiciones
eruditas ¿a quién le importa? ¿no deberíamos centrarnos en
discutir qué hacemos con el dinero? ¿por
quién y cómo debe ser creado? Esto es cierto,
y sin embargo podemos aprender mucho sobre nuestra sociedad, sobre
cómo las instituciones dominantes moldean nuestro pensamiento, a
través de las diversas narrativas sobre el origen del dinero. No es
casual que en una economía dominada por el intercambio (mercado) y
un centro redistribuidor (estado), dos de las narrativas, las más
ruidosas, que afirman estar en posesión de la verdad lo hagan
clamando que uno de esos principios es la clave para entender el
origen del dinero. De esta forma proyectamos una forma de pensar
propia de nuestra época sobre un tiempo absolutamente diferente. Según Alla Semenova:
La práctica habitual ha sido proyectar las funciones y definiciones modernas del dinero en las sociedades de la Grecia arcaica y la antigua Mesopotamia. Pero esas sociedades estaban caracterizadas por modos fundamentalmente distintos de integración socio-económica que no existen en la actualidad.