Un año después de mi
primer artículo sobre los límites planetarios, creo que ya era hora
de seguir aprendiendo un poco más sobre los problemas de
sostenibilidad de nuestra sociedad global. Hay un cierto consenso
social, dejando a un lado el ruido creado por los bien pagados
negacionistas, en cuanto al riesgo que supone para nuestra sociedad
el cambio climático antropogénico, pero generalmente se ignoran
otros límites, como
la pérdida de biodiversidad, que pone en peligro servicios
medioambientales que nos proporcionan los ecosistemas y de los que
depende nuestra sociedad.
Como explicamos en la
primera entrada de esta serie, el concepto que hay detrás de los
límites planetarios es el de cambios catastróficos, no lineales, y
en algunos casos irreversibles, que a menudo se observan en los
ecosistemas, o incluso, en el pasado, en el sistema tierra en su
conjunto. Una buena discusión sobre el tema (en inglés) se puede
encontrar en
este artículo, al que luego volveremos. Para tener cierta
garantía de que esos cambios no se producen, y que La Tierra
permanece en el estado estable que ha permitido el florecimiento de
nuestra especie, llamado Holoceno, debemos ser prudentes, y no
adentrarnos en la zona riesgo, no pasar los umbrales que podrían
desatar ese cambio. Hablamos de incertidumbre, de gestión de riesgo,
no podemos estar seguros de cuando se producirá el cambio
catastrófico, y no sabemos si el ser humano será capaz de adaptarse
a ese cambio, pero mejor no cruzar el umbral, porque lo que podemos
encontrar puede ser muy desagradable. Hay varios de estos límites.
Hoy hablaremos del uso de
agua. Es interesante resaltar que, evidentemente la escasez de agua
puede está relacionada con el cambio climático, pero no de la forma
lineal en la que nos suelen presentar esta relación, indicando que
el cambio climático puede provocar una mayor escasez de recursos
hídricos, lo que es cierto, pero no debemos olvidar que, como
veremos, el uso que hagamos de los recursos puede ser un factor
causal del cambio climático. El cambio climático y la escasez de
agua se pueden retroalimentar de forma positiva.