miércoles, 30 de enero de 2013

Por qué #nodebemos, #__pagamos

Fuente: Periodismo humano


Queridos lectores,

Los movimientos anti-sistémicos han hecho de la deuda su principal reivindicación bajo el lema #nodebemos, #nopagamos. ¿Debemos o no debemos? Evidentemente la expresión hace referencia a la enorme deuda que tienen y tenían las instituciones financieras y las grandes empresas de este país que, como por “arte de magia”, parece cebarse con la gente corriente, en forma de recortes de servicios públicos, de salarios y de expropiación de la garantía –la vivienda- de sus préstamos. Una referencia a la magia, podemos encontrarla en el libro de Stephen Zarlenga –considerado por prestigiosos académicos como Kumhoff o Michael Hudson <<una obra maestra>>- “The lost science of Money”

El comportamiento de los mercados bursátiles al final de los años 90 parece libre de cualquier conexión con el mundo real. Como por arte de magia, la riqueza y el poder son acumulados y concentrados rápidamente y sin esfuerzo, como nunca antes, en manos de una pequeña parte de la población. Al mismo tiempo, un número creciente de personas normales trabajadoras fueron sometidos a una mayor presión financiera, quedando endeudados o incluso en la quiebra. Estos hechos amenazan la democracia, especialmente cuando se presentan juntos. [1]

Puede que los bancos españoles y empresas del IBEX no estén en la cúspide del poder global, pero intuimos que su deuda les importa un ardite, al fin y al cabo detrás de ellos hay gestores, a los que se “premiará” por haber llevado a sus instituciones a la bancarrota con grandes indemnizaciones, o puestos de relieve en la política o en las más altas instancias internacionales. La “revolución gerencial” ha culminado con éxito, los gestores son impunes a las consecuencias de sus actos.

Mientras, la gente corriente trabajadora descubre que su casa es un activo tóxico. Un día un comercial –que cobra a comisión, por operación realizada- te convence de aceptar un préstamo para ser propietario de una vivienda, y al poco el inmueble, mejor dicho tu deuda, se cotiza al 7,78% de su valor de adquisición, y acaba en manos de un “fondo buitre” en New York; por el camino, mientras solicitan el desahucio, te reclaman más de 300.000 euros en concepto de “costas e intereses”, mientras te llaman amenazando que deberás pagar con todos tus bienes o perseguirán a tu hijo, a lo que respondes “Yo solo puedo pagar con mi enfermedad y mi sufrimiento”.

La democracia, tal y como afirmaba Zarlenga, se pone en cuestión, con el sintagma “no nos representan” ¿Por qué?

Juan Manuel López-Zafra, en El Confidencial, nos ofrece una explicación: somos torpes, poco eficientes, poco productivos, excesivamente burocráticos –no dice nada de la cada vez más grande burocracia empresarial-, y por tanto “deudodependientes”, necesitamos la deuda, pero tenemos un problema: “no podemos devolverla”. Y María Antonia Trujillo, ex-ministra de vivienda con el gobierno anterior del PSOE sentencia: “Quien tenga deudas que las pague. Que no se hubiera endeudado

¡Inclinaos más! ¡Que serviles sois y que rápido acudís a defender los argumentos de los poderosos! Pedís trabajo, esfuerzo, austeridad, virtud, mientras hacéis de este mundo un lugar cada vez más siniestro e inhumano ¿Acaso pedís la misma virtud a la élite a la que rendís pleitesía? ¿A los llamados “emprendedores”? ¿Se la pedisteis acaso a Steve Jobs, el más famoso de ellos? Antiguamente a un gran hombre se le exigía una gran responsabilidad, habéis dado la vuelta al axioma y hoy la responsabilidad mayor recae sobre los más débiles. Hipócritas, sois sepulcros blanqueados. No tenéis conciencia, y además vuestros argumentos son mentira.

Un escenario principal de lucha entre los hombres es el control monetario de las sociedades, este control ha sido y es ahora ejercido a través de teorías oscuras sobre la naturaleza del dinero. Si tiene que resumirse en una sola frase, es por la definición errónea de la naturaleza del dinero, que intereses particulares a menudo han sido capaces de asumir el control del sistema monetario de la sociedad, y, a su vez, la propia sociedad. Describir cómo se ha hecho históricamente hará estos conceptos claros, y es de esperar que barra la mistificación en la que el dinero ha sido envuelto de forma intencionada. [1]


“Deuda: primeros 5000 años” –traducido al castellano como “En deuda. Una historia alternativa de la economía”- es un vasto compendio histórico, filosófico y antropológico sobre la deuda y el dinero, escrito por David Graeber. Ambas cosas están relacionadas de forma obvia, ya que el dinero es la forma de cuantificar de forma precisa la deuda, pero también a través del sistema monetario. El propósito del libro es eliminar de nuestras mentes la errónea concepción de que “no hay alternativas”, que nuestra cultura es la mejor posible, y que la lucha política y la historia se limitará a oscilar como un péndulo entre el “populismo de estado” y el “populismo de mercado”.

Graeber describe, o cita, numerosos episodios históricos de tensiones sociales provocadas por crisis de deudas.

En los albores de la historia, en la edad de bronce, en Sumeria entre el 3500-2400 AC y en China, hacía el año 3000 AC.

Durante la edad del hierro, en múltiples ciudades-estado -Atenas, Corintio, Rodas, entre las más conocidas- de la Grecia clásica en los siglos VII-VI AC, en Judea en los siglos VI-V AC, en Egipto siglos VIII y II AC, y por último en Roma en los siglos II AC hasta V DC.

La edad media es un periodo tranquilo e incomprendido, Graeber tan solo cita un episodio, en China.

Por último, con la llegada del capitalismo, que Graeber data en el siglo XV, al igual que Fernand Braudel –citado en varias ocasiones en el blog-, y tras la gran inflación del siglo XVI, a partir del siglo XVII, y comenzando con la célebre Tulipomanía, las crisis de deuda son continuas y periódicas, al igual que en el mundo antiguo.

Lo primero que llama la atención es la regularidad de las crisis. A lo mejor no somos tan torpes, improductivos e ineficientes como sospecha el Sr. López-Zafra. Alguien familiarizado con el método inductivo no debería dejar pasar esta regularidad. Los “populistas de estado” familiarizaron el concepto de “crisis cíclicas del capitalismo”, mientras que los “populistas de mercado” prefieren hablar de “ciclos de auge y recesión que vive la economía de mercado desde hace 200 años”. El rigor histórico no aparece por ningún lado.


La edad de bronce: el error de usura y la restauración natural del orden mediante el jubileo

Los sumerios, babilonios y asirios, desarrollaron una institución conocida como “Jubileo de deudas”, que también adoptaron posteriormente los judíos.

Tenemos registros de unas 28 leyes de cancelación de deuda, como la que está transcrita en este dibujo, entre 2400 AC y 1400 AC

Dibujo de una transcripción del cuneiforme de un decreto de cancelación de deudas realizado por Enmetene e la ciudad sumeria de Lagash en 2400 AC. Original en museo de El Louvre

Un jubileo es una idea que hoy en día no es fácil de enmarcar en nuestra mentalidad ¿Por qué se practicó durante miles de años? Al abordar el problema no debemos caer en la simplificación de pensar en nuestro sistema monetario como equivalente al de la edad de hierro, eso no es real.

Hay evidencias significativas, de tipo lingüístico, de que el origen del concepto de interés está en préstamos a agricultores y ganaderos que estos tenían que devolver en semillas o ganado. El interés era por tanto una parte del rendimiento en semillas –una semilla crea otras cien- o en ganado –una vaca crea varios terneros.

El error de usura está en establecer el mismo concepto para el metal. Si hablamos de Sumeria o Babilonia, pocos son capaces de hacerse una imagen visual. Egipto es un buen ejemplo, pese a que en esa civilización no se desarrolló ninguna crisis de deuda durante miles de años. Eran sociedades completamente burocráticas, con complejos sistemas de templos y palacios que harían palidecer a Kafka.

La burocracia sumeria comenzó a cuadrar sus cuentas en plata, por lo incómodo de trasegar semillas y terneros de un lado a otro. En seguida se pidió que los préstamos fueran devueltos en plata, tanto los estatales como los particulares, pero la plata no se autoreproduce como las vacas o la cebada. Eso dio todo el poder a los acreedores, puesto que los deudores no tenían ningún control sobre el suministro de plata. Cada vez que este, por cualquier circunstancia, era escaso, llegaban las crisis de deuda, y cuando este era abundante, la gente corriente no se dedicaba a especular o acumular, la gente normal tenía plata en sus manos el día de su boda, no se compraba nada con ella en un mercado, en principio era tan solo una forma de contabilizar el crédito.

¿Llegaron los sumerios a comprender esto? Es posible, además de jubileos de deuda se establecían precios mínimos para varios tipos de productos agrícolas básicos, monetizándolos de hecho. Sin embargo, también debemos considerar que la escritura y la lectura eran tremendamente complejas y potestad de una casta minoritaria. Las ideas no circulaban, y no llegaron a plantearse cuestiones filosóficas de forma tan general como luego se hizo en la edad de hierro.

¿Por qué entonces el jubileo? No lo sabemos, pero Graeber nos da una explicación coherente. Tanto el creciente fértil como Egipto eran zonas tremendamente prósperas para los estándares de la época, rodeadas de desiertos, nómadas y pastoralistas. Cuando la gente común se empobrecía, se unía en seguida a los nómadas, formaban una banda y en cuanto encontraban la ocasión caían sobre una ciudad y la conquistaban. Los hijos de los pobres endeudados eran los reyes del futuro. De hecho, parece la historia del antiguo testamento y del pueblo de Israel, en busca de su “Tierra prometida”.

Otros decían: <<Hemos tenido que empeñar nuestras tierras, viñas y casas, para poder comprar grano, por culpa de la hambruna>>
Y había quienes decían: <<Hemos tenido que tomar dinero prestado para el tributo al rey, avalando con nuestras tierras y viñas.
Ahora bien, nuestra carne es como la carne de nuestros hermanos; nuestros hijos, como sus hijos; y he aquí que sujetamos a nuestros hijas e hijas a la servidumbre, y ya hay algunas de nuestras hijas sujetas: pero no está en nuestras manos liberarlas, porque nuestras tierras y nuestras viñas son de otros>>
Cuando oí su clamor y sus palabras mucho enfurecí.
Entonces medité a solas y reprendí a los nobles y a los gobernantes, y les dije: <<Practicáis la usura con vuestros hermanos>>. Y convoqué una gran asamblea contra ellos. [2]

Algunos afrontan la cuestión del jubileo desde el punto de vista del interés. Es cierto que en las sociedades primitivas no existe el préstamo con interés, pero tenemos que pensar en sociedades urbanas, con cientos de miles de habitantes ¿Qué incentivo hay para mover recursos hacía quien lo necesita cuando la mayoría son completos extraños? Es decir, para que un hombre comenzara su vida adulta y autónoma, con su tierra, sus semillas, su ganado, si no podía obtenerlo del entorno cercano ¿de dónde lo obtenía? El interés parece necesario, el error de usura es formalizar el préstamo en una unidad sobre la que el deudor no tiene ningún control, ni puede confiar en un suministro estable del mismo. La autoridad central paliaba esto con jubileos de deuda, y monetizando de hecho la cebada, estableciendo precios mínimos en plata.

La historia de sumeria nos aporta unas lecciones que no deberíamos olvidar, ni como sociedad ni como individuos ¿Empiezan a plantearse de otra forma la cuestión de la deuda Señores Juan Manuel López-Zafra y María Antonia Trujillo?


La edad de hierro: monedas de curso legal para pagar mercenarios y aliviar deudas

La edad del hierro es todavía más esclarecedora. El hierro fue una innovación de ruptura, permitió labrar los campos en terrenos duros y la agricultura dejó de estar confinada en los valles fluviales del Nilo o el Tigris y Eufrates. Esto dio origen a toda una pléyade de innovaciones secundarias, una de ellas fue la acuñación de monedas. Las más antiguas que han llegado hasta nosotros se acuñaron en Lidia, en la actual Turquía, en ciudades como Mileto y Efeso. Inserto un mapa, para que nos situemos:



Se trataba de una forma de pagar a los soldados, así que su uso se popularizó entre las ciudades-estado griegas, que proporcionaban gran parte de los mercenarios del mundo antiguo, mientras que los pueblos comerciales –fenicios- siguieron utilizando lingotes. Las monedas se acuñaban en los templos, bajo la autoridad política de cada ciudad-estado, estando prohibido usar moneda acuñada por otra ciudad. A pesar de ello todas tenían un peso similar, 8 gramos, equivalentes al precio de una vaca. Todo parece indicar que se sustituyó un patrón ganado por un patrón metálico, mucho más fácil de transportar por los soldados.

Primeras monedas de la historia, realizadas en Electro, una aleación natural de oro/plata 

La auténtica revolución positiva llegó cuando en Grecia comenzaron a acuñarse monedas más pequeñas, que se hicieron habituales en la vida diaria, lo que permitió a los pequeños campesinos y artesanos comenzar a ahorrar, ampliando la infraestructura económica de la sociedad, lo cual fue una precondición para la democracia de Pericles. Pero todo ello no hubiera sido posible sin las reformas que realizó Solón 100 años antes.

En tiempos de Solón, apenas unos lustros después del comienzo de la acuñación, encontramos otra vez que la clase de pequeños agricultores libres había casi desaparecido, quedando la tierra concentrada en manos de una oligarquía, nuevamente por el problema de la usura: préstamos en plata a productores agrícolas. En este caso el problema provenía tanto de la escasez de dinero, agravada por los ciclos agrícolas, como de la dependencia ateniense de la plata de la cercana isla de Egina, a un tipo de cambio desfavorable.

Solón canceló las deudas contraídas por los campesinos según las leyes anteriores, y prohibió la esclavitud por deudas, recompró a los esclavos que habían sido vendidos fuera de Atenas y restauro la propiedad de las tierras expropiadas a sus antiguos propietarios. Al igual que los antiguos sumerios monetizó algunos productos agrícolas básicos. Trajo plata de Corintio y comenzó la acuñación en Atenas, prescindiendo de las monedas de Egina. Aumentó el número de monedas en circulación y comenzó a acuñar monedas pequeñas. El objetivo evidente era que el medio de pago de la deuda fuera accesible a los deudores, y garantizar un suministro estable del mismo. Solón pasó a formar parte de los siete sabios de Grecia y sus reformas fueron tan famosas que 145 años después una pequeña expedición fue enviada desde Roma para estudiarlas, incorporando parte de ellas al derecho romano.

Hay evidencias significativas de que la acuñación fue usada habitualmente para paliar crisis de deuda, una historia china relata

En tiempos remotos, durante las inundaciones de Yu y las sequías de Tang, las personas se encontraron tan empobrecidas que se vieron forzados a pedir prestado unos de otros a fin de obtener comida y ropa. [El emperador] Yu acuñó dinero para su pueblo con oro del monte Li, y [el emperador] Tang hizo lo mismo con cobre del monte Yan. Por ello el pueblo los llamó benevolentes. [3]

La historia en si es mentira, Yu el grande y Tang son emperadores de la edad de bronce, miles de años antes del invento de la acuñación, pero no deja de ser significativo que quien escribe la historia tenga la idea de un poder central benevolente acuñando moneda para aliviar malas cosechas o desastres naturales. Dicha costumbre se institucionalizó en Atenas y en Roma, estableciéndose pagos por acudir a la asamblea o por actuar de jurado en un juicio ¿de dónde salía el metal? De la captura de botines y del trabajo de los esclavos en las minas.

Pero el sistema monetario más sobresaliente de la Grecia clásica no fue el de Atenas, sino el de su rival en la lucha por la hegemonía panhelénica, Esparta. Después de haber viajado por India, España o Libia, Licurgo regreso a Esparta para encontrar una sociedad tan corrupta como la actual. El gobernante instituyó reformas tanto políticas como económicas, entre ellas la adopción de un sistema monetario basado en discos de hierro que estando al rojo se sumergían en vinagre, de forma que el hierro se volviese frágil y quebradizo. El objetivo era eliminar cualquier valor intrínseco de la moneda. Usar oro o plata como dinero estaba prohibido.

El sistema monetario de Licurgo estaba basado en la ley, dependiendo el valor del disco, o dinero ficha, del número de unidades en circulación, y solo fue abandonado tras más de tres siglos de uso cuando Esparta se embarcó en guerras de conquista más allá del Peloponeso.

Roma adoptó en sus orígenes un sistema similar al de Licurgo, pero monetizando de facto algunos productos agrícolas, al igual que Solón. La moneda elegida fue en este caso bronce, que circulaba a un precio muy superior –entre cinco y seis veces- al de su valor como mercancía.

En realidad, la percepción de que en la antigüedad el oro y la plata eran dinero es un error fruto de nuestra perspectiva etnocéntrica actual. Graeber afirma que todas las monedas circulaban por un valor facial muy superior al de su contenido en plata y oro –tanto en Europa como en la India Maurya-, Esparta y Roma en sus orígenes tan solo serían el ejemplo más destacado.

Con monedas similares a esta,



Roma unificó la península italiana, incluida Sicilia, tras la I guerra púnica. Por su evidente interés os inserto aquí otra imagen, comparando dos monedas,



Un denario de curso legal, y por tanto con su valor facial claramente legible (X, diez en números romanos) y una moneda de plata anterior utilizada exclusivamente en el comercio internacional, como simple mercancía, es decir, con su valor establecido por su contenido en plata.

En 212 AC las monedas anteriores –Aes signatum, Aes grave y otras de bronce- son desmonetizadas, fundidas y sustituidas rápidamente por el recientemente creado -214 AC- Denario de plata. Si bien algunos numismáticos todavía se preguntan el porqué de estos hechos parece obvio relacionarlos, tal y como hace Zarlenga, con la II guerra púnica 218-201 AC. Durante la contienda se suceden varios hechos monetarios relevantes, a la reforma de todo el sistema alrededor del Denario, debemos sumar la acuñación de la primera moneda romana de oro en 218 AC, quinientos años después de la fundación de la ciudad, y nueve años después en 209 AC la segunda, que supusieron la acuñación 4.000 libras de oro cada una.

Recordar brevemente, para ponernos en situación, que durante esta guerra el cartaginés Aníbal Barca cruza los Alpes hasta Italia con su ejército en 218 AC y solo abandonó la península en 203 AC.



Si las monedas de oro podrían haberse utilizado para pagar mercenarios –no olvidemos los orígenes de la acuñación-, o bien comprar esclavos o algún otro tipo de suministro vital desde el extranjero, la introducción del Denario se puede entender como un intento de aislar a Aníbal, - dentro de la guerra de desgaste que empleó las llamadas Tácticas Fabianas. El Denario sería una forma de que Aníbal no pudiese usar los botines recogidos a lo largo de su campaña para conseguir suministros, reduciendo las antiguas monedas a trozos de bronce ferruginoso de color rojizo, ni siquiera apto para usar como metal, salvo meticuloso refino de las impurezas de hierro. La fecha coincide además con la defección de Siracusa, que pasó a apoyar a Aníbal, por lo que surge la necesidad de desmonetizar también la moneda de la capital siciliana y resto de ciudades que habían cambiado de bando o cuya lealtad vacilaba.

Esto coincide también con la visión de Graeber acerca del oro y los metales preciosos y su papel como dinero, en relación a otros periodos donde predomina el crédito o el dinero abstracto

El lingote predomina, sobre todo, en periodos de violencia generalizada. Hay una razón muy sencilla para explicar esto. Las monedas de oro y plata se distinguen de los contratos de crédito por una característica espectacular: se pueden robar. Una deuda es, por definición, un registro, así como una relación de confianza. Por otra parte, quien acepta oro o plata a cambio de mercancías, sólo necesita confiar en la precisión de las escalas, la calidad del metal y la posibilidad de que alguien más quiera aceptarlo. En un mundo en que la guerra y la amenaza de violencia están por todas partes las ventajas de realizar transacciones sencillas son obvias. Esto es aún más cierto cuando se trata con soldados…
Durante gran parte de la historia humana, pues, un lingote de oro o de plata, acuñado o no, ha tenido el mismo papel que el maletín de un narcotraficante, lleno de billetes sin marcar: un objeto sin historia, valioso porque se sabe que en casi cualquier parte lo aceptarán a cambio de bienes sin hacer preguntas.[3]

La segunda guerra púnica cambió la sociedad romana de forma radical. Dos factores sobresalen por encima de los demás: la nueva abundancia de esclavos, que hacía “superfluo” el campesinado libre para la producción de alimentos, y la destrucción del antiguo sistema monetario romano, basado en bronce.

Esto último, que será en lo que centremos nuestro análisis, fue también transcendental, dado que se cambió un sistema de dinero ficha, basado en ley, y bajo regla de emisión limitada, por un sistema de dinero mercancía-crédito para beneficio de la emergente plutocracia.

Tras la II guerra púnica los generales, patricios “de cuna”, amasaron generosos botines. Por otro lado, mercaderes y orfebres hicieron también grandes fortunas gracias a los préstamos realizados a la ciudad para acuñar la primera moneda de oro, creando una nueva plutocracia que pronto reclamó títulos de clase, para unirse a la antigua.

El registro histórico nos muestra claramente cómo se fueron apartando los intereses de la sociedad, en beneficio de la casta de patricios. El gran historiador, economista y numismático Alexander del Mar afirma que se comenzó por permitir las emisiones privadas de monedas, con estampación estatal. Esto permitía al emisor unos beneficios extraordinarios por señoreaje, al principio de un 500%, ya que las monedas valían 5 veces más que la plata que contenían. Otra posibilidad es que los préstamos en plata se hayan hecho como si fuesen en moneda ya acuñada, valorando la plata varias veces por encima de su precio de mercado, con el mismo resultado.

Disponemos de múltiples ejemplos posteriores de emisiones privadas, que nos hacen suponer que los patricios ya disponían por aquella época de su propia “casa de la moneda”. Como curiosidad inserto este “idus de marzo”, acuñado por Bruto, conmemorando el asesinato de Julio Cesar, y que es hoy una de las monedas más valiosas del mundo



Ya sea debido al señoreaje privado, o bien por otro motivo, no se respetó la regla de emisión limitada, y el Denario cayó a su valor como mercancía, perdiendo su valor fiduciario en tan solo 60 años. Después siguió cayendo, pero de forma muy paulatina. El salario de los soldados era de 100 denarios al año poco tiempo después de las guerras púnicas, cinco siglos después era de 600 denarios.

Se tiende a pensar que los metales protegen frente a la inflación, sin tener en cuenta la regla de emisión limitada. Los registros históricos prueban que esto es falso, así cuando Alejandro Magno destesorizó 2.200 toneladas de plata y una cantidad equivalente de oro, tras la conquista de Persia, los precios registrados en el templo de Delfos, en una época en la que el dinero no podía ir más rápido que un caballo, se duplican en 50 años. Si esta inflación no parece preocupante, considérese lo que se tardaba en realizar un viaje entre Persépolis y Delfos, así como el ritmo al que el botín fue liberado.

La prueba definitiva para ver la evolución del poder adquisitivo del Denario, es ver que al ritmo que tomo la inflación en tiempos de Alejandro, el salario del soldado habría pasado de 100 a 100.000 denarios en cinco siglos. La historia de Roma no es inflacionaria, pese a los mitos –reales pero malinterpretados- sobre la disminución paulatina del contenido de metal en las monedas.

Una vez que el sistema monetario quedó reducido a usar una mercancía como dinero, la historia de Roma es una búsqueda sin fin de metales preciosos. Un gran desperdicio de recursos y gasto de energía en la dirección equivocada.

Hacía la época en que el Denario perdía su valor fiduciario, sobre 150 AC, vemos el auge espectacular de los Latifundia, las fortunas, el poder y la tierra se concentran “como por arte de magia”, diezmando el pequeño campesinado libre que, no lo olvidemos, era la base del ejército. Esto dio origen a la revuelta de los Graco, que fue aplastada sin contemplaciones, y que anticipaba el final de La República, que llegaría poco tiempo después.

La revuelta de los Graco institucionalizó “la limosna”, una redistribución del estado a los plebeyos, originariamente en grano, que comenzó en el año 123 AC. Algún tiempo después, con Julio Cesar ya como emperador, 49-44 AC, comenzó a hacerse también con monedas.

Nótese que estas redistribuciones son un síntoma y no la causa de los males. La base de toda la estructura era, como es obvio, el ejército. Mantener una serie de ciudadanos libres, ya ni siquiera propietarios, era básico para mantener una estructura militar autóctona. El ejército debía ser pagado, pero de forma sorprendente, a pesar de los fabulosos botines y de las decenas de miles de esclavos empleados en las minas, Roma siempre fue corta de metal.

La consecuencia fue deflación más que inflación. Tiberio, en el año 33 DC, acuña y presta sin interés 100 millones de sestercios, para prevenir ejecuciones hipotecarias de pequeños campesinos. El proceso de concentración de la tierra en Latifundios continuó de forma lenta pero imparable, a través de diversas crisis de deudas, provocadas por el error de usura, al contraer deudas en una unidad cuyo suministro es escaso, dada la permanente escasez de circulante en Roma, y controlado por el prestatario.

¿Por qué había tan pocas monedas en circulación? Con posterioridad a Octavio Augusto, 31 AC-14 DC, la acuñación se hace continua y compulsiva. Hay dos factores fundamentales, el primero es la fastuosa acumulación de las monedas en unas pocas manos, a través en gran parte del sistema monetario, mediante préstamos con interés y señoreaje privado. Este último se continuó realizando, a pesar de estar prohibido desde el comienzo del imperio.

Los patricios reacuñaban monedas con menor contenido en metal, quedándose la diferencia. Cuando Aureliano intentó detenerlos, en mitad de una seria crisis monetaria, en 275 DC, se encontró con una revuelta. Pudo sofocarla, pero solo a costa de perder 7.000 hombres en la lucha. Parece que había una fuerza considerable detrás de este fraude.

La otra causa es el continuo flujo de metal hacía el este. Crawford hace una observación interesante, tras la II guerra púnica, “El único área donde la inflación aparece es en los bienes de lujo consumidos por la élite”. Esos bienes de lujo solo pueden proceder del este: Persia, India, China etc. El dinero se acuñaba y se mandaba fuera, solo circulaba interiormente cuando regresaban los soldados, pero dada la acaparación de tierras y las dificultades para establecerse con un medio de vida propio, no podía durar mucho.

Graeber coincide en apreciar que gran número de monedas romanas llegaron a Persia, India y China, “seguramente por eso eran de oro y plata” afirma. Sin embargo, falla en apreciar que no encontramos el mismo flujo en sentido contrario, no llegan monedas chinas, hindúes o persas a Roma, ya que Roma nunca manufacturó nada que se pudiese vender en Asia.

Esta lenta pero progresiva pauperización del plebeyo y del estado hizo que el ejército tuviese que confiar cada vez más en mercenarios germanos, con el resultado esperado: cambiaban de bando en mitad de la batalla. Finalmente el imperio en Occidente desapareció. La mayoría de los plebeyos acabaron en servidumbre por deudas en esos Latifundia que habían comenzado a emerger cuatro siglos antes. La situación finalmente se institucionalizó por decreto, quedando el siervo ligado a la tierra.

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La edad de bronce y la edad del hierro ofrecen una imagen similar, quizás por ello más inquietante. La lucha por el poder monetario tomó la forma de, en primer lugar, definir qué es dinero, para en segundo lugar definir quien, como y de que manera debía emitirlo. Si el dinero mercancía obligaba a buscar el suministro allí donde se encontrase, el dinero crédito era emitido siempre con interés. El oro en Roma terminó siendo las dos cosas, dada la escasez de moneda que no podía paliar la continua acuñación de los césares.

En ambas edades, la intervención de un poder central benevolente, primero con el “jubileo” y después con “la limosna”, sirvió más como paliativo, que como auténtica cura a los problemas.

A pesar de ello se hicieron muchas cosas bien: Licurgo, Solón, Numa Pompilio (2º rey de Roma) y Servius Tullius (6º rey de Roma) son maestros de la ciencia perdida del dinero. Una ciencia que fue mucho más sofisticada de lo que creemos. Para muestra el siguiente botón, de Paulus, jurista romano, escrito posiblemente sobre el año 230 DC

“…una herramienta fue elegida, cuyo valor legal y permanente subsana, gracias a su homogeneidad, las dificultades del intercambio. Siendo promulgado de forma oficial, circula y mantiene su poder adquisitivo, no tanto por la materia que lo constituye como por su cantidad


[1] Stephen Zarlenga, "The Lost Science Of Money" -traducción propia-
[2] Antiguo Testamento. Libro de Nehemías.
[3] David Graeber, "En deuda. Una historia alternativa de la economía"

17 comentarios:

  1. Muy interesante el artículo, aunque parecen dos claramente diferenciados, el primero indignado y reivindicativo, el segundo didáctico e ilustrativo.

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    1. Hola namanga,

      Espera a ver la segunda y la tercera parte, quizás entonces le encuentras más unión. El artículo me ha salido de una dimensión tan enorme que lo he partido. El lunes publico la segunda parte.

      Por cierto, quería llamarlo "Por qué #nodebemos, #nopagamos" con el segundo no tachado, pero en los títulos el programa no permite tachar ¿como crees que quedará mejor con dos xx, como ahora o dos guiones bajos? ¿e intermedios? ¿espacios en blanco?

      un saludo,

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  2. Impresionante, enhorabuena (... y dices que todavía hay mas!!).

    Un Saludo (Don QuiSancho)

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    1. Amigo Don QuiSancho,

      Prepárate, porque el lunes nos metemos con el capitalismo.... y vamos a decir algunas verdades. Por cierto ¿que opinas de lo que he preguntado a namanga? Yo me inclino por dejarlo en dos guiones bajos detrás de la #. Quedaría así #nodebemos, #__pagamos ¿mejor que las xx?

      un saludo

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  3. Umm... pués si, puede que se entienda mejor con los guiones bajos.

    Un Saludo (Don QuiSancho)

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    1. Gracias, yo pensaba lo mismo, una pena que no permita tachar.

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    2. Pues la verdad, no sé que decir sobre los subrayados o las XX, me es un tanto indiferente, aunque reconozco que el título resulta algo confunso el texto es de lo más explícito.
      Espero con impaciencia las próximas entregas, son de esos artículos que merecen guardarse para posterior referencia.
      Gracias

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    3. Hola de nuevo, también puede que lo mejor sea ir a lo sencillo y poner simplemente no debemos, pero pagamos, no se ... en todo caso tiene razón namanga en lo de que el texto deja bien clara (y sobre todo argumentada) la idea.

      Un saludo (Don QuiSancho).

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    4. Hola namanga y DonQuisancho,

      El título es importante, puesto que atrae gente que quizás no son lectores habituales. Después de partirlo sigue siendo muy largo para el estandar, y eso desanima. Un título atractivo puede hacer que empieces a leerlo, de eso se trata.

      El "pero" también estaría bien, quizás es como mejor se entiende. Pero este con los guiones bajos tampoco está mal, un poco más ambiguo pero creo quizás incluso eso atrae más. Voy a dejarlo así.

      un saludo a los dos,

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  4. Curioso el funcionamiento monetario desde el principio de las civilizaciones. Al final todos tenemos las mismas necesidades, estemos en el neolítico o estemos en la era de la información.


    por cierto. me dice esto al intentar tachar

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    1. Buenas Toni,

      Zarlenga considera el poder monetario casi tan fuerte como el político. Los sistemas cambian, el poder continua.

      un saludo,

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  5. Hola Jesús. No he terminado todavía de leer tu artículo, pero por lo que llevo se me antoja realmente interesante para adquirir cierta perspectiva a la hora de juzgar nuestra actual situación y evitar las manidas opiniones de vuelo corto que con ubérrima facilidad proliferan en los medios de comunicación, como las dos que muestras.

    No he podido evitar leer algunos comentarios, a ver que iba opinando el personal de lo escrito y he visto que el tema estrella es ese maldito tachado del título.

    A mi se me ocurre una solución de andar por casa: Escribe en word el título con la fuente, el color y el tamaño habitual. Vete a la colección de autoformas, selecciona el aspa, píntala de rojo y colocala sobre el no. A renglon seguido, si tienes impresora virtual, imprime el documento como JPEG. Si no la tienes, instalala, que a la larga es la mar de útil (yo tengo PDF Creator, que te permite elegir la salida del documento en más de media docena de formatos).

    Una vez que tienes la imagen recortala hasta que encaje y colocala al principio del texto en el blog hipervinculándola al link de la entrada. Luego borras el título de la entrada, porque la imagen hará ya hace veces o si quieres que te aparezca en el escritorio de blogger lo escríbes del color del fondo y así no se ve.


    Un saludo

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    1. Gracias,

      Eres todo un experto en los aspectos técnicos del blog, así que ya sé a quien consultar en un futuro, intentaré probar tu solución el lunes si tengo un momento.

      Respecto a las reacciones he tenido pocas, DonQuiSancho, namanga y otra más por otra lado... sin embargo si he notado por las estadísticas, nuevos seguidores, etc, que ha tenido un impacto positivo. Quizás lo que aquí se debate es un tema que a la mayoría le parece excesivamente lejano. Veremos al final.

      un saludo,

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  6. Interesantísimo el artículo. Gracias por el esfuerzo que supone elaborar un material así y por la traducción y plasmación, a grandes rasgos, de las ideas esbozadas en los libros (también interesantísimos) que citas. Los tomo y apunto como un "must" para leerlos en un futuro, el de Zarlenga y el de Graeber. Se me antojan como los 'Robert Graves' de la antropología económica: toda una referencia para entender la historia de la economía.

    Por todo lo que pones, no paro de verle las similitudes (a veces incluso calcadas) entre la Edad Clásica y los últimos 160 años (como mínimo, desde la Ley de Peel). Seguimos paso por paso las etapas marcadas en el mundo antiguo, aunque con otros elementos que en la antigüedad no existían: la banca moderna, el papel bancario, etc. No obstante, los mecanismos son los mismos. Seguro que escribiste las frases en negrita para recalcar y darnos a entender estas cuestiones clave que estamos repitiendo en la contemporaneidad.

    Un saludo, y todavía me queda por leer la segunda parte.

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    1. Buenas Victor,

      Hay varias similitudes evidentes entre la Edad del Hierro y la etapa capitalista que, si nos tomamos al pie de la letra el paralelismo, parece estar llegando a su fin.

      Una de ellas es el regreso al oro y por tanto el regreso a la violencia. La etapa capitalista se caracteriza por la colonización, saqueo y esclavización a gran escala de casi todos los territorios y pueblos fuera de Europa, comenzando en México y Perú durante el siglo XVI.

      Con el ocaso de las culturas clásicas la vida urbana desaparece, o disminuye de forma considerable. Es un proceso que algunos intuyen se puede volver a producir, alimentado por la escasez de petróleo, de momento los grandes imperios están dejando paso a estados-nación cada vez más pequeños.

      La Edad Media supone un retorno al crédito y otras formas de dinero más abstractas y solo así podemos entender la última parte del siglo XX.

      Respecto a la Ley de Peel, en realidad la banca de reserva fraccional funciona desde el siglo XIII, pero no fue hasta finales del siglo XVII, con la creación del Banco de Inglaterra, que comenzó a dominar, gracias al esquema de monetización de deuda, que ya se había desarrollado con éxito en Venecia durante algún tiempo

      un saludo,

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  7. A mí particularmente me parece interesante y esclarecedor el estudio de la historia antigua, pues las consecuencias e sus hechos se pueden estudiar a lo largo de muchos siglos, aparte de mi personal interés por el remontarse a los orígenes. Siempre consideré muy revelador para nuestra propia época por la herencia y similitudes las reformas de Solón y el surgimiento de la democracia formalmente institucionalizada.

    Voy con retraso siguiendo tu blog, pero es que en realidad lo que tienes es un libro que va creciendo con las estaciones como los árboles y com tal lo sigo.

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    1. Buenas Jabaril,

      Efectivamente, las reformas de Solón están profundamente relacionadas con el auge de Atenas y con la democracia. En un futuro hablaré más a fondo de ello, cuando hable de los sistemas locales de crédito de la edad media y de los Greenbacks.

      Me parece bien, que vayas a tu ritmo, el blog ha tomado de forma natural la forma de una reflexión en voz alta. Exploración y reflexión que a su vez generalmente toman la forma del análisis, que es con la que mi mente parece sentirse más cómoda, de ahí que sea extenso. Seguiremos extendiéndolo, queda lo mejor.

      un saludo,

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