martes, 27 de enero de 2015

Europa ¿Estupidez o maldad?

Lutz Bachmann, ex-lider de Pegida difundió esta foto por Facebook antes de ser conocido

Un día después de que el líder del movimiento Pegida, que moviliza a decenas de miles de personas en cada una de las ciudades donde protestan contra la islamización de Alemania, dimitiese como consecuencia de la difusión de una fotografía en la que imita la imagen de Adolf Hitler, el Banco Central Europeo decidía hacer algo parecido a lo que prometió hace más de dos años cuando Mario Draghi afirmó aquello de “hare lo que sea para preservar el euro, y créame, será suficiente”.

Desde los medios de comunicación de masas han martilleado a la opinión pública con las inmensos parabienes que van a llover sobre nosotros. Primero, un euro más barato permitirá exportar más. Segundo, el efecto riqueza creado en los tenedores de los activos animará la economía, especialmente si se produce un goteo hacia abajo de esa riqueza, esa marea que sube todos los barcos que hasta ahora nadie ha visto. Tercero, alivio de los costes financieros de los estados. Y cuarto, llegarán más reservas a los bancos y fluirá el crédito. Si los tres primeros beneficios son reales, aunque el segundo de ellos de dudosa utilidad para el conjunto de la población, es más, probablemente negativo para la mayoría de la ciudadanía, el cuarto no llegará a producirse, es tan sólo una fábula.

Tampoco nos han contado los traspiés que podemos encontrar a medio plazo, contribuir a hinchar nuevas burbujas, especialmente en el exterior, pero a mí me preocupan especialmente dos aspectos de esta medida, de uno de ellos no se habla, del otro se habla tratando de minimizarlo, empecemos por el primero.


El terrible peso de la deuda sobre nuestras cabezas

En primer lugar, una explicación teórica.

Es un principio básico de contabilidad que por cada activo financiero hay un pasivo equivalente. Un depósito al que se pueden girar pagos a través de una tarjeta, es un activo para una familia, y un pasivo para el banco. Un bono del tesoro o corporativo es un activo para su dueño y un pasivo para el emisor. Los hogares también tienen pasivos, como las deudas hipotecarias o los créditos al consumo.

Por consiguiente, si sumamos todos los pasivos y activos de una economía, estos deben ser iguales. Si ahora dividimos la economía en tres sectores, público, privado y resto del mundo, es evidente que el saldo neto de los tres debe ser igual a cero, es decir, el ahorro de un sector debe compensarse con la deuda de los otros dos, o viceversa.

Lo que acabamos de contar no son más que igualdades contables, no se trata de oscuras teorías económicas basadas en premisas irreales sobre el comportamiento humano. Cualquiera puede tomar los datos de, por ejemplo España, y comprobar que esta equivalencia se cumple.
 
Capacidad/necesidad de financiación de los sectores de la economía española.