Dice
Nassim Nicholas Taleb que nos aferramos a nuestros modelos mentales
de la realidad con fiereza, aunque no hayan sido comprobados del
todo. Un simple suceso contrario hace que todo el modelo se venga
abajo, como
en la falacia del pavo.
Denomina a estos modelos “narrativas”. Por otro lado, ya
explicamos
que Cornelius Castoriadis afirma que todas las sociedades humanas
crean sus instituciones, pero que la mayoría de las veces deciden
ocultar esta creación y atribuirla a los dioses, la naturaleza o
cualquier otra fuerza. Por último, según George Lakoff el lenguaje
está lleno de metáforas conceptuales, metáforas
sin las que sería imposible pensar,
y dichas metáforas están muy a menudo teñidas de contenido moral o
valorativo, contenido que es capaz de envolvernos, creando un marco
gracias al cual se puede convencer a un individuo, o una nación, de
las más peregrinas ideas.
¿Qué
relación hay entre estos tres autores y sus ideas? Más bien poca,
debo reconocer. Si empiezo así este artículo es para destacar la
suprema importancia que continúa teniendo lo simbólico para el
cerebro humano. Sí, descubrimos la luz de la razón, pero sólo para
dejar constancia que en realidad era una parte del espectro lumínico,
y el mito y la creencia son otra parte de él. Separar el grano de la
paja no es tarea fácil, y mientras lo hacemos no podemos retrasar la
acción. Necesitamos un punto de anclaje, y este bien podría ser una
simple creencia racionalizada. Nosotros postulamos que la economía
neoclásica es poco más que eso, pero ese no es el tema de hoy. El
tema de hoy son las racionalizaciones o los relatos que hemos
construido en torno a la crisis económica, y como unos han ido
desplazando a otros, hasta llegar, sorprendentemente al punto de
partida. Estamos en el punto de partida, y la ideología neoliberal
ha emergido de la crisis sin apenas un rasguño (o quizás no, quizás
presenta daños de momento ocultos a nuestros ojos). Según Philip
Mirowski, esta es la crisis que casi nadie previó, y que sin embargo
ha reafirmado a todos los economistas, de todas las distintas
escuelas y corrientes en sus convicciones. La crisis ha demostrado
que todas las distintas teorías económicas son ciertas al mismo
tiempo.
En todas partes, desde los hayekianos más fanáticos de la derecha hasta el polémico Joseph Stiglitz de la “izquierda legítima”, casi todos los economistas con un perfil público modesto declaran actualmente que la crisis demostró claramente que su propia teoría económica favorita estaba en lo cierto después de todo, y, por consiguiente, no hay ninguna necesidad de reclamar una revisión exhaustiva de la economía.
Este
artículo es mi relato, una opinión totalmente personal, y que sería
positivo contrastar con otros puntos de vista, dada la importancia de
la cuestión. Una historia sobre el auge y caída de los relatos
acerca de la crisis.
Inside
Job. El neoliberalismo al desnudo
Después
de treinta años de hegemonía neoliberal, parecía sensato suponer
que la crisis dejaría sus vergüenzas intelectuales en pelotas. Aquí
es importante comprender en qué consiste la hegemonía neoliberal.
En los principales países afectados por la crisis se han ido
alternando partidos neoconservadores y socialdemócratas, pero el
marco de sus políticas ha sido neoliberal: apertura al comercio y al
capital, plena convertibilidad de la moneda nacional, “desregulación”
del sector financiero, ampliación de espacios al mercado con la
privatización de empresas públicas (incluyendo los monopolios
naturales), achique de espacios a la democracia con la expertización
del debate público mediatizado por los think
tanks neoliberales. Uno
de los resultados, seguramente no el más grave, del conjunto de
estas medidas es lo
que yo personalmente, siguiendo a Michael Hudson, he llamado
rentismo.
El
hilo conductor de Inside Job, el magnificado documental de Charles
Ferguson era el de la regulación.
La estricta regulación establecida tras la Gran Depresión de 1929,
especialmente la ley Glass-Steagal, había mantenido a Estados Unidos
libre de depresiones económicas mayores. Era un relato con mucho
sentido, en el periodo inmediatamente anterior a la Gran Depresión
los bancos habían financiado actividades de riesgo como la compra de
acciones. Es sencillo ver que esto podía conducir rápidamente a la
insolvencia, si el precio de la garantía de los préstamos, las
propias acciones, bajaba bruscamente. Con la ley Glass-Steagal, el
poder de los bancos de crear dinero de la nada
había quedado confinado a actividades seguras y aburridas, como los
créditos a las familias (los bancos nunca se han caracterizado por
el crédito a empresas y a la actividad productiva). El documental
narraba como los astutos banqueros habían ido ganando influencia y
poder político, al amparo de las políticas neoliberales de
seguidores de Ayn Rand como Alan Greenspam. Sus beneficios en aumento
les habían permitido dedicar cuantiosos recursos a cortejar a los
políticos, lo que a su vez les había proporcionado más poder y
beneficios, en un proceso de retroalimentación positiva.
Un
aspecto novedoso del documental era su ataque a los economistas
académicos, mostrando sin concesiones su escasa objetividad y su
conflicto de intereses, dado que las universidades y los
propios economistas estaban a sueldo de los banqueros.
A
día de hoy sabemos que el ataque fue infructuoso. Por supuesto no me
refiero sólo al documental, sino a todos los que intentaron cambiar
las cosas usando la
línea argumental de la regulación.
Las repercusiones políticas fueron nulas, y el debate rápidamente
perdió interés para la mayoría de ciudadanos. Lo cierto es que
pese a su impecable factura y claridad expositiva en torno al timo de
las subprime, adolecía, a mi juicio, de importantes defectos en
cuanto al marco conceptual que adoptaba.
-
¿Desregulación o
re-regulación? Los
gobiernos no desregulan, básicamente porque es imposible. Es
un resultado de la dinámica de sistemas que estos se vuelven
inestables con el tamaño y la orientación a la eficiencia,
dos de las características de nuestra economía mundo. La
consecuencia de ello es que necesitan más regulación, no menos.
Esto además, coincide con lo que se ha observado, desde un punto de
vista más institucional, por sociólogos
como Claus Offe
o pensadores
como Karl Polanyi:
Dicey, ese eminente liberal, fue el primero que suscitó la cuestión: se impuso a sí mismo el trabajo de investigar los orígenes de la tendencia «anti-laissez-faire» o, como él la denominaba, la tendencia «colectivista»; indagó en la opinión pública inglesa esa inclinación, cuya existencia era evidente desde finales de los años 1860. Su sorpresa fue que no pudo encontrar rastros de la misma salvo en los propios actos legislativos. Dicho de forma más precisa, no se puede encontrar el menor testimonio de una «tendencia colectivista» en la opinión pública con anterioridad a las leyes aprobadas en esa línea. […] La punta de lanza legislativa del movimiento de reacción contra un mercado autorregulador, tal como se estaba desarrollando en los cincuenta años posteriores a 1860, muy espontánea en este caso, no ha estado dirigida por la opinión sino que ha sido inspirada por un espíritu puramente pragmático.
Precisamente
este parece ser el tema del último libro del siempre incisivo David
Graeber, The
Utopia of Rules:
El lenguaje que solemos usar para hablar sobre estas cosas -derivado de la crítica de derechas a la burocracia- no nos dice nada de lo que realmente está pasando. Consideremos la palabra “desregulación”. En el discurso político actual, desregulación -como “reforma”- es casi invariablemente tratado como algo positivo. Desregulación significa menos injerencia burocrática, y menos reglas y regulaciones para ahogar la innovación y el comercio. Este inflexión ideológica del término pone a las personas de izquierda en una posición incómoda, ya que oponerse a la desregulación parece implicar el deseo de más reglas y regulaciones y por tanto más hombres con traje gris en mitad del camino de la libertad.
Pero este debate está basado en premisas falsas. No hay tal cosa, por ejemplo, como un banco desregulado. Los bancos son instituciones a las cuales el gobierno ha concedido el derecho a emitir pagarés que son reconocidos como moneda de curso legal. El gobierno regula todo desde los requisitos de reservas mínimas hasta las horas de apertura de la sucursal; cuanto se puede cargar en intereses, comisiones, y penalizaciones; que tipo de precauciones de seguridad pueden o deben ser empleadas; como debe llevarse y presentarse la contabilidad; como y cuando los clientes deben ser informados de sus derechos y responsabilidades; y casi todo lo demás.
Es
posible que en el tema de los derivados las regulaciones fueran
especialmente laxas, pero ello no quiere decir que el estado no
amparase esta actividad. En cuanto al resto de actividades, es
evidente que la internacionalización de la banca a partir de los
años 70 ha tenido que redundar en una mayor profusión regulatoria.
-
¿Economistas a secas o
economistas neoclásicos?
No me imagino a un institucionalista, un
economista ecológico,
o incluso un
post-keynesiano
(herederos de Hyman Minsky), por no hablar de corrientes todavía más
minoritarias, escribiendo un paper
acerca de lo benignos que son los productos financieros estructurados
(CDOs y resto de titulizaciones) o los derivados. Al atacar a todos
los economistas, no atacas a ninguno. Por otro lado, el mensaje caló
escasamente entre el grueso de la población, ni siquiera entre los
seguidores habituales de la actualidad económica y asiduos a los
medios alternativos. La razón es evidente, aquellos que no ven con
simpatía el neoliberalismo también tienen sus economistas, y aquí
podríamos hablar de Krugman, Stiglitz o Piketty, que podríamos
definir como “neoclásicos buenos” (que algunos austriacos hayan
difundido el bulo de que Piketty es marxista es uno los hechos más
delirantes de la delirante historia intelectual de esta crisis).
-
¿La competencia es
siempre positiva en el ámbito económico?
Una de las ideas que diferencian el neoliberalismo respecto a sus
antecesores liberales del siglo XIX es la de la competencia.
En efecto, los liberales del siglo XIX hacían hincapié en la
no-intervención del estado, el famoso laissez
faire. Esto fue
considerado un error estratégico, los neoliberales han comprendido
la importancia del estado como herramienta. Entienden que su mundo
idílico capitalista no surgirá de forma natural, debe ser
construido, y en parte debe ser construido con la ayuda del estado.
Hayek se hartó de repetir esto (de forma más elegante) en Camino
de servidumbre:
La alternativa de la economía dirigida no es el laissez-faire, sino una estructura racional para el funcionamiento de la libre competencia.
y
Probablemente, nada he hecho tanto daño a la causa liberal como la rígida insistencia de algunos liberales en ciertas toscas reglas rutinarias, sobre todo el principio del laissez-faire.
En
definitiva, la
intervención del estado está justificada,
pero sólo en la medida que contribuye a conducir a la sociedad en la
dirección correcta. Y el término que se utiliza para disfrazar algo
tan indeterminado como “la dirección correcta” es la
competencia. Este caballo de Troya que se introduce de rondón sirve
como justificación del todo, dado que permitimos la intervención
del estado, pero si algo falla, siempre podremos echarle la culpa por
su intervención, que nosotros hemos justificado previamente.
Una
vez aclarado esto, la cuestión sería ¿Cómo influyó la
competencia o la ausencia de ella en la génesis de la crisis
subprime? O de forma más general ¿realmente la competencia siempre
es positiva independientemente de cualquier consideración? Y la
respuesta es que no, tal
y como nos explica, sobre la base de la observación de otros eventos
históricos similares, Michael Simkovic
Los políticos estadounidenses a menudo tratan la competencia de mercado como una panacea. Sin embargo, en el caso de la titulización de hipotecas, la fe de los políticos en la competencia está fuera de lugar. La titulización competitiva de hipotecas se ha intentado tres veces en la historia de Estados Unidos -durante las décadas de 1880, 1920 y 2000- y en todas las ocasiones ha colapsado. Más recientemente, la competencia entre los titulizadores de hipotecas llevó a una carrera hacia el abismo en los criterios de suscripción de hipotecas que finalizó en la crisis de finales de la década de 2000. Este artículo proporciona evidencias originales de que cuando la competencia ha sido menos intensa y los titulizadores tienen mayor poder de mercado, los titulizadores actuaron para controlar a los vendedores de hipotecas y para mantener criterios prudentes. Sin embargo, la habilidad de los titulizadores para controlar a los vendedores de hipotecas y mantener criterios de solvencia exigentes fue socavada a medida que la competencia desplazó el poder desde los titulizadores hacia los vendedores. Aunque los criterios de suscripción bajan en todo el mercado, los titulizadores de hipotecas más grandes y poderosos, las Empresas Patrocinadas por el Gobierno (EPGs), mantienen criterios de suscripción de hipotecas más prudentes que el resto.
Dado
que la titulización permite quitarse el riesgo de impago de encima,
y que así los vendedores de hipotecas se convierten en
intermediarios, los incentivos del mercado van en el sentido de
aumentar el volumen de concesión de crédito, rebajando el interés
y los requisitos que se exigen al prestatario. Si alguien decide
mantener criterios prudentes de concesión es desplazado del mercado.
En esas condiciones es más eficiente un monopolio estatal que un
mercado en competencia perfecta.
¿Qué
fue de la globalización? El elefante en la habitación
Uno
de los grandes relatos olvidados es el que relacionaba la crisis con
la globalización. El gran documentalista Adam Curtis se atrevió con
ello en el primer episodio de All
Watched Over by Machines of Loving Grace,
pero con escaso éxito, el mensaje no caló.
Sin
embargo es un mensaje con mucho sentido. Como hemos comentado en este
blog, la incidencia de crisis financieras está muy relacionada con
la libertad de movimiento de capital.
Aquí
es preciso puntualizar que el banco crea el crédito sin necesidad de
un ahorro previo y que en consecuencia lo único necesario para
montar una burbuja es un sistema monetario fundado en el dinero
crédito. Sin embargo, al incluir el sector exterior en la ecuación
se deduce que una exuberancia irracional del crédito a nivel
nacional, tenderá a disparar la demanda interna y las importaciones,
lo cual se traducirá en una devaluación de la moneda, que disminuye
la demanda interna restableciendo el equilibrio. Ese efecto podría
ser compensado por una entrada de capital del exterior, que
financiase los déficits en la balanza de pagos. En definitiva, un
desequilibrio persistente en las balanzas de pagos no se puede
mantenerse si no es financiado desde el exterior, pero lo que vemos
es que los desequilibrios globales se disparan a partir del año
1997.
Este
hecho coincide con el final de la crisis de los tigres asiáticos, y
con la entrada en vigor del euro, el último día del año 1998 (momento en que
se fija el tipo de cambio final, aunque las monedas y billetes no
entrarían en circulación hasta el año 2002).
Nunca
podremos saber la causa última de desequilibrios tan acusados, sin
embargo la fecha de su comienzo parece indicar que se trata de una
reacción a la crisis de los noventa en los países emergentes. Estos
países habrían decidido seguir una política monetaria prudente y
habrían mantenido la demanda interna deprimida para así acumular
reservas frente a una futura crisis financiera, y esta decisión
habría coincidido a su vez con la entrada en vigor del euro, que
habría acrecentado todavía más los desequilibrios, al permitir el
euro a los países de la periferia mantener de forma continuada
fuertes desequilibrios comerciales sin que su moneda se devalúe.
De
esta forma, la crisis subprime habría sido, tal y como expresa Adam
Curtis, la imagen especular invertida de
la crisis de los Tigres Asiáticos del año 97.
Mientras los países pobres, especialmente China, mantenían su
demanda interna artificialmente baja, debían financiar los déficits
de países ricos como Estados Unidos, y ofrecían combustible a Wall
Street para sus trucos de trilero. Finalmente, la
burbuja pinchó cuando las presiones políticas forzaron a China a
flexibilizar su tipo de cambio con el dólar.
El
(débil) contraataque neoliberal
Los
neoliberales no se han estrujado demasiado las meninges para
sacudirse los ataques de la izquierda, centrados, en un primer
momento en la cuestión de la regulación -después con Piketty
empezaría a tomar cuerpo la cuestión de la desigualdad. Ese relato
es demasiado nuevo como para poder interpretarlo en este artículo,
tan sólo apuntar que se acepta porque está escrito en el lenguaje
de los economistas neoclásicos, y por tanto no cuestiona en núcleo
de la “ciencia económica”, y porque las soluciones que plantea
son pólvora mojada: un impuesto global al capital-, tan sólo han
continuado repitiendo sus viejas ideas trasnochadas.
-
El riesgo moral:
El estado crea riesgo moral al no permitir que “la ética del
capitalismo” actúe, y salvar a aquellos que lo han hecho mal y que
no han sido eficientes. Según esta fábula, las empresas financieras
no actuaron de manera prudente porque sabían que vendría “papa
estado” a salvarlas. Una primera matización que se podría hacer a
este argumento es que no todas fueron salvadas, se dejó caer a
Lehman Brothers, hecho que resulta sorprendente si atendemos a las
palabras del presidente de la Reserva Federal en aquella época. Cito un fragmento de una
conferencia de Ben Bernanke en 2002, con motivo del 90 cumpleaños de
Milton Friedman
La reserva federal fue creada en 1913 en gran parte para mejorar la gestión de los pánicos bancarios. Sin embargo, como Friedman y Schwartz analizan con cierto detalle, en la década de 1930 la Reserva Federal no cumplió esa función. El problema dentro de la Reserva Federal fue en gran parte doctrinal: los funcionarios de la Fed parecieron adherirse a la tesis del infame "liquidacionista", el secretario del Tesoro Andrew Mellon, de que eliminar a los bancos "débiles" era un requisito previo, duro pero necesario para la recuperación del sistema bancario. Por otra parte, la mayoría de los bancos en quiebra fueron bancos pequeños (a diferencia de lo que hoy llamaríamos “bancos sistémicos”) y no miembros de la Reserva Federal. Por esto, la Fed no vio la necesidad en particular de tratar de contener el pánico. Al mismo tiempo, los grandes bancos – anteriores a la fundación de la Fed - consideraron que la protección de sus hermanos más pequeños ya no era su responsabilidad. De hecho, desde los grandes bancos estaban seguros de que la Fed los protegería en caso necesario, por tanto la eliminación de estos pequeños competidores era un punto positivo, desde su punto de vista.
En resumen, de acuerdo con Friedman y Schwartz, debido a los cambios institucionales y las doctrinas erróneas, el pánico bancario de la gran contracción fue mucho más grave y extendido de lo que normalmente se habría producido durante una recesión. Las quiebras bancarias y retiros de los depositantes redujeron en gran medida la cantidad de los depósitos bancarios, y por lo tanto la oferta monetaria. El resultado de ello, argumentaban, fue una mayor deflación y caída de la producción de lo que hubiera ocurrido de otro modo
Lehman
Brothers era un banco de inversión, sin depositantes, y es de
suponer que ello contribuyó a que la liquidación les pareciera
segura a los funcionarios de la Reserva Federal. Sólo así se
explica la contradicción entre el pensamiento de su presidente,
contrario a las tesis “liquidacionistas” que condujeron a la Gran
Depresión, y las decisiones tomadas por el banco central.
Aquí
es preciso hacer un inciso para señalar que el neoliberalismo no es
monolítico, precisamente se puede intuir que la cuestión monetaria
fue fuente de continuas discrepancias dentro de la sociedad Mont
Pelerin. El libro que sirve de base al discurso de Bernanke es A
Monetary History of the United States, 1857-1960,
de Milton Friedman y Anna Schwartz. No es habitual que un neoclásico
adopte en este terreno un punto de vista histórico, institucional,
lo habitual es prescindir de los hechos para construir una bonita
teoría. Friedman comenzó, en su juventud, defendiendo el dinero
soberano, para posteriormente adoptar sus conocidas tesis
monetaristas, que básicamente lo que indican es que el banco central
debe hacer crecer la masa monetaria de forma constante a lo largo del
tiempo. El monetarismo se puso en práctica durante un breve periodo
de tiempo, y tuvo que ser abandonado cuando se comprobó que el banco
central no podía controlar los agregados monetarios de forma
precisa, adoptándose el llamado objetivo de inflación, que se ha
mantenido hasta la crisis. Sin embargo, no está nada clara que
postura adoptó Friedman al final de su vida. En un documento de 1986 se mostró
cercano, aunque sin mucho entusiasmo, a las ideas de la “banca
libre”, que había recuperado Hayek en los setenta, en lo que
podemos intuir un intento desesperado del austriaco de alcanzar un
consenso entre los neoliberales en relación con la cuestión
monetaria. Sin embargo, en un nuevo documento fechado en 1992,
Friedman volvía a acercarse a la idea del dinero soberano.
Lo
cierto es que las tesis “liquidacionistas” son absurdas, y sus
resultados han quedado nuevamente patentes con la liquidación de
Lehman Brothers, como ya lo hicieron durante la Gran Depresión. El
negocio bancario, tal y como está institucionalizado en la
actualidad, requiere del soporte estatal, que evite que las crisis de liquidez terminen en crisis de solvencia, y que actúe de
cortafuegos, evitando que la caída de un banco lleve a una
contracción monetaria que a su vez ponga en dificultades a otros
bancos, en una reacción en cadena como la ocurrida en la Gran
Depresión, y que culminó con las “vacaciones bancarias”
decretadas por Roosevelt.
Nos
encontramos en terreno pantanoso. La actuación del tesoro y del
banco central en su labor de levantar un cortafuegos es siempre
discrecional, una acción conservadora supondrá una carga importante
para los contribuyentes, una acción más atrevida puede tener
consecuencias funestas para la economía si el riesgo sistémico no
es controlado. La solución a esta disyuntiva es hacer innecesario un
prestamista de última instancia, gracias a un sistema de dinero soberano, pero los neoliberales no admiten esta solución, que
dejaría el poder monetario en manos del gobierno y de la democracia,
y continúan manteniendo contra viento y marea oscuras teorías que
justifican su postura.
Es
obvio como en este terreno hay siempre un margen amplio para criticar
al gobierno, haga lo que haga. Es un terreno cómodo para los
neoliberales. Sin embargo, la fábula sobre el riesgo moral y la
“ética del capitalismo” se cae a pedazos cuando se examinan los
incentivos de la gerencia y la propiedad. Recordemos que tal y como explicamos cuando hablamos de Steve Jobs, tras la llamada “revolución
gerencial”, la toma de decisiones, y por tanto el poder en las
grandes corporaciones, pasó a manos de los gestores, en detrimento
de los propietarios. Esto da lugar al denominado “problema
de la agencia”,
la utilización del poder de la corporación en favor de los
intereses de los gestores, y no en los de la empresa. Lehman Brothers
es un buen epítome ¿dónde
están sus directivos ahora?
La mayoría de los altos ejecutivos encontraron lucrativos empleos en algún lugar de Wall Stret. Muchos fueron a trabajar a Barclays, que compró la mayor parte del negocio bancario americano de Lehman. El presidente de Lehman, Bart McDade, y un trader de alta jerarquía, Alex Kirk, fundaron la empresa de inversión river Birch Capital. George Walker, que dirigía Neuberger Berman, la división de gestión del patrimonio de Lehman, ha continuado haciendo lo mismo, prosperando desde que la empresa se independizó. “No creo que haya ningún tipo de señalización negativa en los propios individuos”, afirma Robert Wolf, ex presidente y CEO de UBS América.
¿Y
qué fue del dinero que ganaban mientras quebraban su empresa? Veamos
lo que dice la Wikipedia de Richard Fuld, CEO de Lehman Brothers
Fuld recibió cerca de 500 millones de dólares como compensaciones totales desde 1993 a 2007. En 2007 se le pagaron 22.030.534 dólares, que incluyen un salario base de 750.000$, un bonus en efectivo de 4.250.000$, y la concesión de acciones por valor de 16.877.365$.
No
está mal por quebrar una empresa. Lo cierto es que estamos muy lejos
de la época de las empresas familiares, el incentivo de los gestores
actuales es ganar dinero, sin importar demasiado el destino de la
empresa en el futuro. Y lo mismo podríamos decir de los
propietarios, cuya fidelidad a la empresa sólo debe mantenerse
mientras las acciones vayan al alza.
-
El problema son los
perdedores. El
liberalismo, y su hijo mutante, el fascismo, se han caracterizado por
justificar la desigualdad y el poder en la sociedad. El mejor gana, y
se lo lleva todo. Esto es lo bueno y lo natural. Una novedad
neoliberal es la culpabilización de los perdedores. La derrota no es
suficiente castigo para el perdedor, el fracaso parece ser el
elemento disruptor de la sociedad (si tal cosa existiese más allá
de la simple agregación de individuos) ideal neoliberal, y no hay
castigo de suficiente entidad que compense esa horrible mancha en lo
que de otro modo sería un orden perfecto. En este punto estarían de
acuerdo personajes tan dispares como Hayek y Ayn Rand (Rand decía
que Hayek era un bruto que no sabía nada sobre la libertad, supongo
que afirmaba tal cosa por su insistencia en rechazar el principio del
laissez-faire).
No en vano, en la entrevista que incrustamos en este
artículo,
Hayek afirmaba que el altruismo no jugaba ningún papel en su mundo
ideal, mientras que Rand decía que los hombres o mujeres débiles no
eran merecedores del amor.
En
Estados Unidos se encuentra posiblemente el epicentro de esta
actitud. Allí el fiscal general de Nebraska comparó a los
beneficiarios de la prestación por desempleo con “mapaches
revolviendo la basura”. Allí el Tea Party ha acuñado el
eslogan “Tu hipoteca no es mi problema”
Que
ha permitido el regreso sin mucho ruido de la
prisión por deudas, sin que ello sea un escándalo social.
Algunos estados han considerado prohibir la mendicidad, entendiendo
como mendigo a quien
reúne las condiciones para recibir ayuda pública. A río
revuelto ganancia de pescadores, y en este clima hostil los bancos
han
declarado las deudas de los estudiantes irremisibles, es decir,
no puedes declararte en quiebra, liquidar tus propiedades y saldar la
deuda (por cierto, en esto los españoles hemos sido los campeones
hasta hace dos días).
Casos
curiosos y extremos que tienen su reflejo en nuestra experiencia
diaria. En España también es habitual oír que hay que evitar
ayudar a los desahuciados porque han vivido por encima de sus
posibilidades o porque eran especuladores en potencia.
Con estas premisas es normal que como decisión estrella para evitar nuevas crisis se
decida que hay que proporcionar una formación financiera de base a
todos los ciudadanos, y uno se pregunta si tendremos que saber
mecánica del automóvil para ir al taller, derecho sólo para salir
a la calle, y medicina para ir al médico.
Europa,
la austeridad y la pereza intelectual de la izquierda
La
caída del PIB durante 2009, los rescates financieros y las medidas
de estímulo público a la economía que se tomaron en 2009 y 2010,
han terminado disparando la deuda pública de muchos estados. No es
nada sorprendente, porque como
ya comentamos en el artículo anterior,
para reducir las deudas netas del sector privado (algo bastante
recomendable si se quiere reactivar la economía) hace falta que se
endeude el sector público o el resto del mundo. La opción elegida
en Europa cuando
el mercado empezó a temer una ruptura del euro, y por tanto, un
riesgo de tipo de cambio para su inversión,
ha sido intentar que sea el resto del mundo el que se endeude. Para
ello se pusieron en práctica una serie de políticas deflacionarias
o de austeridad, con objeto de jibarizar la demanda agregada en los
países de la periferia europea, países
que son netamente deudores respecto al resto del mundo.
El
resultado de tales políticas ha sido desastroso. Sin una política
monetaria autónoma, y por tanto sin poder devaluar, con
la economía mundial creciendo muy lentamente
en comparación con la década de los noventa y los primeros años
del siglo XXI, y dentro de un marco regulatorio constreñido por
acuerdos internacionales, que promueven una apertura casi completa a
capitales y mercancías, y que por tanto no permiten la protección
de una industria incipiente, no se atisba salida alguna, salvo un
camino perpetuo de servidumbre.
Pocos
somos conscientes actualmente, pero nos han contado muy mal el relato
del desarrollo, aquello que se pretende consigan los países de la
periferia en un tiempo récord, para comenzar a reducir deuda vía
exportaciones. Mi compañero en el podcast Ampliando
el debate,
Carles Sirera, nos lo cuenta en su clásico artículo La
falacia del economista productor,
al respecto de Alemania.
Esto ocurría en la liberal inglesa, cuna del libre comercio, aunque la Revolución Industrial ocurrió, realmente, en Alemania. La llamamos segunda, pero fue la única. De hecho, es la que conoció Sombart, quien, equivocadamente, pensó que en Inglaterra habría ocurrido lo mismo cien años antes y acuñó la expresión revolución industrial. Sin embargo, de 1870 a 1900 lo que ocurrió en Alemania no se debió al libre mercado, fue mérito del Estado. De hecho, Alemania quebró la fe en el liberalismo y mostró que podía haber una forma superior de organización gracias a una fuerte presencia del sector público en todos los ámbitos de la vida. El espectacular avance tecnológico e industrial de aquellos años se debió, principalmente, al Estado. Si alguien cree que esto podría atribuirse como mérito de los economistas académicos, hay que recordar que los alemanes pensaban que la economía no era una ciencia y tenían su Escuela Histórica Alemana.
Y,
en tiempos más recientes nos lo cuenta Ha-Joon Chang al respecto de
Corea del Sur. Enlazo un
fragmento de una reseña de su obra.
Chang llama la atención sobre los aspectos más importantes de la política económica y de exhortación ideológica llevada a cabo por el gobierno coreano, que generaron un gran crecimiento y un aumento notable del nivel de vida. Tales resultados se debieron a una potente burocracia, a un “proyecto nacional de transformación” y a la implantación de mecanismos redistributivos para reducir la inseguridad generada por los rápidos cambios estructurales y las influencias cíclicas. La protección a la industria pasó por medidas tan drásticas como la prohibición de fumar cigarrillos extranjeros, y el control de las reservas de divisas llegó a ser tan absoluto que las infracciones en materia de cambios podían ser castigadas hasta con la pena de muerte.
En
unos países que han perdido prácticamente todas sus herramientas de
política económica la devaluación interna tiene el mismo efecto
que las sangrías en la Edad Media, a lo mejor mejoras un poco, pero
no será por el tratamiento.
En
este contexto, el relato que ha elegido la izquierda es el de la
lucha contra la austeridad, sobre todo que el estado siga gastando.
Algunos, eligen un relato un poco más elaborado, y vinculan la
financiación del gasto público con la Teoría
Monetaria Moderna.
Podemos
ejemplificar lo infructuoso de este relato precisamente con una de
las batallas en las que resultó aparentemente victorioso, el debate en torno a la relación deuda/crecimiento. Dicha controversia alcanzó uno de sus puntos
álgidos gracias a un artículo de los economistas Reinhart Y Rogoff.
Las conclusiones de este artículo, según
el resumen de los propios autores son las siguientes:
Primero, la relación entre la deuda pública y el crecimiento real del PIB es débil para ratios de deuda/PIB por debajo del 90% del PIB. Por encima del umbral del 90%, la tasa de crecimiento mediano cae un 1%, y el crecimiento medio cae considerablemente más. El umbral para la deuda pública es similar en las economías avanzadas y emergentes y es aplicable tanto para el periodo posterior a la II Guerra Mundial como tan atrás como los datos permiten (en muchos casos bien adentro del siglo XIX).
Segundo, los mercados emergentes enfrentan umbrales más bajos para la deuda externa total (pública y privada) – la cual a menudo está denominada en moneda extranjera. Cuando la deuda externa total alcanza el 60% del PIB, el crecimiento anual disminuye un 2%; para niveles más altos, las tasas de crecimiento se reducen más o menos a la mitad.Tercero, en la época contemporánea no hay vínculo aparente entre la inflación y los niveles de deuda pública para los países avanzados en conjunto (algunos países, como los Estados Unidos, han experimentado una inflación más alta cuando el ratio deuda/PIB ha sido alto). La historia es completamente diferente para los mercados emergentes, donde la inflación aumenta súbitamente según la deuda crece.
La
primera de las conclusiones, para regocijo de la izquierda, estaba
fundada en un error cometido al procesar los datos. Que no se pueda
demostrar que la deuda pública incide en el crecimiento parece
bastante razonable, al fin y al cabo, esta deuda está lejos de
implicar que “robamos el futuro a nuestros hijos” como
frecuentemente se plantea, con escaso conocimiento. La deuda pública
no es más que una redistribución de renta en el presente, desde los
contribuyentes a los perceptores de los intereses de los bonos, ni
más ni menos. Parece de sentido común plantear que en ciertos
casos, cuando la distribución del pago de impuestos y percepción de
intereses sea extremadamente desigual, o cuando los intereses salgan
fuera del país, hacia el extranjero, esa deuda sí podría dañar el
desempeño de la economía, pero en general no es el caso, como
ya argumentamos en otro artículo.
Y
el debate acabó aquí, burlándonos de dos académicos por cometer
errores de bulto al procesar los datos, y felices de que no se haya
podido demostrar la relación entre altos niveles de deuda pública y
escaso crecimiento. Esta es la razón de que la crisis no haya
cambiado nada, y de que el contraataque neoliberal haya sido tan
débil y previsible, limitándose a repetir los mantras de siempre.
No necesitan más, porque no podemos limitarnos a pedir que el estado
gaste más manteniendo el resto igual.
Reinhart
y Rogoff habían mostrado en su libro Esta
vez es distinto: Ocho siglos de necedad financiera
que los movimientos de capital están relacionados con las crisis
bancarias (ver la primera gráfica de este artículo). Además, como
sabemos, erosionan las bases fiscales de los estados, y en general,
dan poder de negociación a los propietarios, lo
que Zygmunt Bauman ha definido como una situación similar a la del
terrateniente ausente de antaño, cuyo único objetivo es obtener
la plusvalía. En el famoso paper
con erratas, mostraban que niveles superiores al 60% de deuda externa
estaban relacionados con un crecimiento pobre, al menos en los países
emergentes, y en mayor medida si esa deuda está contraída en una
moneda extranjera ¿Y qué es el euro? No está claro que no sea
extranjera, al menos los inversores no lo tienen claro. Las
experiencias de Suecia, Finlandia, Corea del Sur y ahora España,
Irlanda, Islandia, Portugal, Grecia, etc, sugieren que la deuda
externa puede ser peligrosa también para los países desarrollados,
pero ser capaz de controlar tu deuda externa implica controlar tu
balanza de pagos, y por tanto tus importaciones, incluso mediante
aranceles.
Pero
la libertad de movimiento de capital y de mercancías es lo moderno, y nadie puede estar en contra de lo moderno, a pesar de que como hemos mostrado antes, su relación con el
desarrollo es escasa, por no decir nula. Es más, tal
y como argumenta Dani Rodrick, impone limitaciones a la soberanía
nacional que son contrarias a una democracia en sentido auténtico.
Si renunciamos a la democracia, lo que tenemos es una dictadura de mercado. Si por el contrario, renunciamos a la soberanía nacional, lo que tenemos es un federalismo global, es decir, el poder del estado nación se debe transferir a instituciones económicas globales. Esto es así porque los mercados necesitan instituciones públicas para funcionar, pero la competencia ilimitada internacional impone decisiones a los gobiernos, por ejemplo, la rebaja de impuestos a las transnacionales, o como en el caso del conocido TTIP que Europa está a punto de firmar con EEUU, renunciar a cualquier legislación que pueda hacer disminuir los beneficios de las inversiones de las transnacionales en Europa. Si esas decisiones no son refrendadas democráticamente, como está ocurriendo en Europa, lo que tenemos es una democracia de chirigota, sin soberanía. Rodrick nos muestra que históricamente esa situación suele conducir a una ruptura democrática, como ocurrió en Argentina durante la crisis que originó el corralito.
Sí,
se suele plantear que la alternativa a la globalización es la
autarquía, pero
esto es erróneo.
La globalización, considerada por muchos como la ola inevitable del futuro, se confunde a menudo con internacionalización pero es, de hecho, algo totalmente diferente. La internacionalización se refiere al incremento de la importancia del comercio internacional, las relaciones internacionales, tratados, alianzas, etc. Inter-nacional, por supuesto, significa entre naciones. La unidad básica continúa siendo la nación, aun cuando las relaciones entre naciones sean cada vez más necesarias e importantes. La globalización se refiere a la integración económica global de muchas antiguas economías nacionales convertidas en una economía global, principalmente por el libre comercio y la libre circulación de capitales, pero también mediante una migración fácil o, incontrolada. Es la efectiva erosión de las fronteras nacionales por motivos económicos.
No
es posible vencer cuando se ha adoptado el marco conceptual del
contrincante. Hay otro marco, un relato alternativo, un
relato que cuestiona la modernidad y la razón instrumental asociada
a ella, mientras defiende una razón más amplia y a la vez más
modesta. Es el de la democracia
frente al liberalismo, y el de las
necesidades humanas, individuales y sociales, frente a la emulación
y la acumulación material. Será interesante comprobar si en la
siguiente crisis, que
no tardará demasiado, seremos capaces de romper el marco
conceptual o seguiremos luchando la misma batalla, perdida hace años
ya.
"No es posible vencer cuando se ha adoptado el marco conceptual del contrincante."
ResponderEliminarQué gozada de artículo, Jesús.
Gracias Ferrán,
EliminarHacía falta un poco de autocrítica, explicar por qué después de tantos años de crisis el neoliberalismo emerge sin mácula, definido como única alternativa "sensata" desde el discurso hegemónico. Este artículo es una modesta (de verdad) reflexión sobre esa cuestión, que creo debemos abordar entre todos de forma muy seria, porque la siguiente crisis está cercana, y no podemos permitir que el relato neoliberal, con sus diversas excusas, epiciclos y ecuantes, se vuelva a imponer.Para ello, en mi modesta opinión, hay que salir del marco conceptual, la visión, que ha impregnado la sociedad en las últimas décadas.
un saludo,
Felicidades Jesús, por el excelente artículo. También comparto al 100% tu comentario a Ferrán. Me parece, va ha ser largo y tediosos salir del marco conceptual y visión grabada a fuego en la mayoría indefensa. La educación falla desde el inicio por intereses espurios y la tiranía y dictadura del dinero y del crédito casi está cerrando la única posibilidad razonable que teníamos los ciudadanos. En mi entender, solo nos puede salvar la concurrencia imprevisible de efectos que como un cisne negro derribe las patrañas y embustes del sistema.
ResponderEliminarUn fuerte saludo.
Juan Bernardo ,pntejb
Gracias Juan Bernardo,
EliminarEsperemos que poco a poco consigamos romper ese marco. Vamos a seguir intentándolo en la medida de nuestras modestas fuerzas, si bien será probablemente infructuoso, como decía Thatcher: "no hay alternativa".
un saludo,
Gracias Jesús por contestar. Del amigo milomantovano de eskup, me pide difunda lo siguiente: "Por favor, informaros de que es el TTIP y qué partidos (casi todos) lo apoyan, el vídeo (són sólo 3 minutos) hacedlo correr .... porque es un tema importantísimo": https://www.youtube.com/watch?v=hU8SsEtFvds Añado, que si se llega a un acuerdo en este asunto, que parece que así será, muy probablemente iremos a peor durante bastante tiempo. Señalar mi disposición en colaborar en cuanto consideres.
EliminarUn saludo.
Gracias Juan Bernardo, difundido por facebook y twitter. Seguiremos insistiendo en el tema.
Eliminarun saludo,
Un buen artículo Jesús; sugestivo y estimulante. Me alegra ver que no has perdido pegada desde la última vez que leí algo tuyo.
ResponderEliminarA mi modo de ver, si la crisis no ha cambiado nada es porque la gente sigue teniendo el mismo pensamiento totémico y animista. Al igual que en las tribus primitivas, como no se percibe un nexo causal directo entre los hechos y sus consecuencias, se inventan mágicos intermediarios a los que atribuir un papel mediador entre los unos y los otros. Así, al curandero le ha sustituido el experto; los caprichos de las ánimas han sido sustituidos por los caprichos del mercado y el tótem al que todo el mundo sirve e idolatra es ahora la corporación o la marca.
Si partimos de la base de que el ciudadano medio sigue conservando en grandes parcelas de su vida (sobre todo en aquellas que la complejidad escamotea las consecuencias) un pensamiento tribal y precientífico, no es de extrañar que considere que los fenómenos sociales, políticos y económicos son algo ajeno a su control y ante ellos es un mero sujeto pasivo, de ahí la necesidad de encomendarse a la protección del chamán o rendir culto al tótem y conseguir la falsa ilusión de estar protegido, en lugar de pensar en qué medida puede influir en el curso de esos fenómenos.
El relato neoliberal se adapta muy bien a este tipo de pensamiento, pues hace sencillas las ideas complejas y las expone con parábolas, aforismos y sencillos razonamientos circulares. Estas ideas están llamadas a triunfar en un mundo donde la gente prefiere combatir el colesterol con pastillas en lugar de hacerlo con ejercicio y dieta; es decir, un mundo donde, ni que decir tiene, la gente prefiere que le den ya argumentos en paquetes de doce con los que rebatir al vecino, en lugar de tomarse la molestia de desentrañar penosamente la realidad y llegar a conclusiones poco concluyentes.
Además, lo bueno que tiene el neoliberalismo es un escaso contacto con la realidad cuya erosión es, a la postre, bastante más dañina para las ideas inveteradas que la fuerza de las nuevas ideas. La gente con pasta, los triunfadores del tinglado, suelen abrazar con fervor las ideas neoliberales no porque les permiten comprender el mundo, sino porque les permiten dominarlo. Sin embargo, el hombre de la calle ve en la adhesión de estas personas el refrendo de dichas ideas sin terminar de percatarse de que no es seguir los preceptos neoliberales lo que hace ricos a los hombres, sino que los hombres ricos los siguen porque dichos preceptos les van a permitir seguir siéndolo. En cualquier caso, el faquir neoliberal puede dormir tranquilamente en la cama de clavos de la realidad sin miedo a pincharse, pues a poco que se concentre puede convertir cualquier dato que busque una refutación en sustento.
Pero claro, darse cuenta de todo eso requiere una perspicacia y un esfuerzo ligeramente por encima de del amasijo de tópicos con los que el ciudadano medio suele manejarse y vivir sosegadamente, que es de lo que se trata. Quien puede, con la que esta cayendo, permitirse el lujo de prescindir de analgésicos para la conciencia tan potentes como el “es que han vivido por encima de sus posibilidades” (y justo es que ahora les pase eso); el “nadie les puso una pistola para coger el crédito” (con lo cual si entonces eran libres y no necesitaron ayuda, ahora tampoco); y el “hay que esforzarse más que si no ya veis lo que pasa” (de lo cual se infiere que si a mi no me ha pasado es porque me esforcé).
En fin, nada que no sepas, como escribiste en uno de mis artículos
“Sin embargo, y bajo mi punto de vista, he aquí lo poderoso de tu relato sobre la fábula de las abejas, las ideas sencillas tienen un extraordinario poder de atracción y son extremadamente difíciles de arrancar del intelecto. Solo así me explico la apatía general por querer saber, conocer, investigar, sobre todo esto que nos pasa. Con saber que alguien ha robado un millón está todo explicado. A pesar de la dificultad para explicar millón a millón los 90.000 anuales que nos faltan y los 6 millones de desempleados”
Un saludo Jesús.
Buenas Cazador,
EliminarTotalmente de acuerdo. Hemos expresado lo mismo, si bien yo lo he hecho de forma narrativa, tratando de mostrar la historia de los relatos que han intentado alumbrar a "los prisioneros de la cueva", que sólo perciben sombras.
Un placer leerte por aquí. Leí tu artículo sobre Podemos, pero no tuve tiempo de masticarlo y dejar un comentario. Si hubiese comentado quizás habría dicho algo parecido a esto:
En busca de la democracia
Has dejado un mensaje en blanco, no sé si ha habido algún tipo de error, me da la impresión que tu mensaje está completo, con saludo y despedida. Si no te importa lo mando a la bandeja de spam.
un saludo,
Intenté dejar el enlace con la entrada en la que dejaste el comentario que menciono, pero algo no funcionó. En cualquier caso, nada importante, mándalo a spam.
ResponderEliminarLeyendo el enlace que me mandas, puedo hacerme una idea de por donde irían los tiros. Yo todavía te debo unos sobre tu artículo sobre los Masters of the universe, así que no estoy en condiciones de ponerme digno.
En cualquier caso,hubiese estado bien oir una voz como la tuya, porque hubo demasiado apasionamiento y el artículo, aunque provocador, lo que requería era amplitud de miras y profundidad de juicio.
Un saludo.
Cierto, hoy ha salido en El País un artículo de alguien en principio partidario de Podemos, que hace una crítica muy razonable y con la que coincido mucho
Eliminarhttp://elpais.com/elpais/2015/03/13/eps/1426270065_206983.html
Cambiar la democracia que tenemos es condición necesaria, pero no suficiente, para mejorar nuestro desarrollo (que no es malo, lo malo es la desigualdad extrema y la pobreza que lleva consigo).
un saludo,
“No es posible vencer cuando se ha adoptado el marco conceptual del contrincante. Hay otro marco, un relato alternativo,.., “
ResponderEliminarSupongo será SU relato, este artículo auto-fustiga, masoquista , solo viene a reafirmar las tesis de los neo-”liberales”. Es decir, la sociedad escupe todo aquello que no es éxito. Escupe lo suyo. Y lo seguirá escupiendo,.., ¿se ha preguntado por qué?
Por otra parte, curiosamente se debe tener en cuenta que “el éxito” depende del marco en el cual se desarrolla la persona. Una trampa neo-”liberal” que usted obvia; el punto débil de toda ideología está en “los amigos de la sabiduría”. A los cuales suele importarles poco o nada la sociedad acepte su relato, tenga o no tenga éxito.
Por otra parte, no es posible una democracia sin liberalismo. Y por supuesto el capitalismo no es el liberalismo, ni el liberalismo es democracia. Y, la democracia no es la sociedad, ni la costumbre, ni la cultura,...
Algunos establecen la democracia en la separación de poderes. Yo prefiero centrarla en el control del poder. Ya he citado anteriormente que un híbrido Suiza-EEUU podría eliminar tanto los defectos del primero como del segundo. De todas formas ese diseño no es suficiente, la dinámica de grupos rápidamente lleva a la opresión de unos sobre otros, y el Estado es el culmen de la opresión. Toda precaución es poca.
Usted no percibe, los neo-liberales (entre los que me ha incluido alguna vez) realmente son -colectivistas de grupos-, por ello todos sin excepción son anti-demócratas. Al igual que los colectivistas de grupo (“tratar igual a desiguales*”). A un neo-liberal le es indiferente que un grupo de personas conspire para perjudicar gravemente a otro. Porque en teoría ya tiene sus derechos garantizados por su colectivista “idea de orden”. No obstante, la ley (en democracia > 50%), es una resolución pública de obligado cumplimiento que resuelve un conflicto, por lo tanto no puede existir tal idea de orden. Pues en caso contrario el conflicto no puede resolverse.
La vida continúa, y una gran mayoría sin excepción sea cual sea su ideología operan como ruedas o arietes de unas dinámicas sociales identificables. Raro es, alguien que vaya contracorriente. Podemos recordar que pasó con los judíos y el drogado, millonario y corrupto escritor, en prisión, de “Mi Lucha”; ¿ qué hizo la masa ?
El oportunismo, el cinismo, la diplomacia, la educación, modales, violencia, obediencia, hipocresía, el delito, servidumbre,…, etc han formado parte de la humanidad por decenas de miles de años y no cambiará gran cosa en el futuro. Conductas que tratan de maximizar “el éxito” de un individuo en un entorno dado.
Citando al hipócrita fundador del partido demócrata-republicano de EEUU (al que debemos alguna concepción del hombre) : «El arte de la vida es el arte de evitar el dolor».
Rousseau y el contrato social, para las gentes adoradoras del poder...aunque sea en la falacia absoluta de la “soberanía del pueblo”.
*: habrá notado esto es un razonamiento circular. La igualdad (de trato) incluye el concepto a tratar antes de la acción.
Buenas Colapso,
EliminarPerdón por la tardanza en contestar.
Dice que yo he obviado que el éxito depende del marco en el que se desarrolla la persona, en mi opinión sería un comentario más adecuado para el siguiente artículo. En cuanto a este, cabría preguntarse, si la sociedad escupe todo lo que no sea éxito ¿por qué tiene que escupir mi relato? No dice que depende del marco (exactamente lo que yo digo). Mi intención, por lo que yo abogo, es precisamente cambiar ese marco.
Respecto a lo que dice sobre democracia y liberalismo, debo disentir
¿Se puede ser demócrata y liberal?
Ni separación ni gaitas, el único poder es la sociedad, siempre, el ideal que se distribuya de forma equitativa entre los individuos.
"Usted no percibe, los neo-liberales (entre los que me ha incluido alguna vez) realmente son -colectivistas de grupos" ¿Cómo? ¿de dónde saca esa idea? Los liberales (filosofía antigua que murió en las trincheras de la primera guerra mundial), los neo-liberales, los republicanos, los socialdemócratas, los socialistas, los anarquistas, todos son colectivistas. Lo del individualismo son destellos, un ideal al que debemos tratar de acercarnos, pero ninguna de esas filosofías aborda de forma práctica como hacerlo. Ese es el problema, yo puedo declarar ser lo que me de la gana, otra cuestión es si planteo soluciones que, en efecto, potencien el individualismo o el colectivismo.
Rousseau se limitó a pasar a limpio lo que veía.... en su querida Suiza.
un saludo,
Está muy bien construido y argumentado pero tengo la sensación construido y argumentado para defender una posición ya establecida y previa a la cuestión. Quiero decir, que uno ya es un convencido de la socialdemocracia o del socialismo pero sobre todo es un detractor del liberalismo clásico o de eso que peyorativamente llaman neoliberalismo y hace una investigación profunda para defender su ideología y atacar la contraria con independencia de las bondades o maldades de cada una.
ResponderEliminarLo que realmente importa es que el grueso de los economistas de cierto prestigio son partidarios del mercado en libre competencia como medio más eficiente en la asignación de recursos en una economía. Cuando más libre más eficiente. Incluso los keynesianos que mencionas son partidarios del capitalismo libre de obstáculos.
Buenas Anónimo,
EliminarMe da la impresión que tú también partes de una posición de partida, y ni te molestas en discutir el artículo, saltas directamente a que la mayoría de economistas defienden un mercado "libre de obstáculos". Precisamente ese es el problema, el dominio de la economía neoclásica a nivel académico y el impresionante dominio ideológico neoliberal. Tanto, que impone la agenda a los socialdemócratas, que son, de facto, neoliberales con rostro humano.
Yo no soy socialista ni socialdemócrata, sino republicano (ahora nos llaman "radicales", "populistas" y otros lindezas). Nuestro propósito no es destruir la economía de mercado, sino utilizar las instituciones que hay (el mercado y el estado) para mejorar las cosas, y poco a poco ir creando otras nuevas (por ejemplo nuevas monedas, economía colaborativa, etc). Los economistas que yo cito no reniegan de la economia de mercado (Ha Joon-Chang, Steve Keen), simplemente abogan por unas políticas distintas.
El liberalismo, como he dicho en un comentario más arriba murió en las trincheras de la I guerra mundial, lo que hay ahora es neoliberalismo. Y no te engañes, todos son neoliberales, incluso los austriacos. Escribí algo sobre eso en otro blog
Revolucionarios ¿Cómo cambiar el mundo?
Si este texto ya te ha dejado algo descolocado, ese te puede matar. Tú mismo si tienes el valor para enfrentarte a él.
un saludo,
En mi entender, se deben de establecer como fundamental libre de idearios los que sean: "garantías efectivas de independencia económica Universal para toda la Humanidad, de modo que todos puedan atender sus necesidades esenciales, inclusive las comunes por medio de los Estados." Así, se alimentaría desde la base del modelo productivo económico dispersando la riqueza, generando empleo y progreso. Establecer como norma el equilibrio con un crecimiento por volumen en base a la población, sin que hayan excedentes o mal aprovechamiento de los recursos que nos provee la naturaleza. Además, se necesita establecer un reparto equitativo de participación en los beneficios monetarios que generamos los consumidores con nuestros actos de consumo con "Un Comercio Solidarios y Justo como Fuente de Financiación y Ahorro" http://cort.as/VFt8
ResponderEliminarUn saludo Jesús.
Buenas Juan.
EliminarGracias por tus soluciones, yo también estoy de acuerdo con las garantías efectivas de independencia económica, el problema es que como cuento en este post, nos han impuesto un narrativa que es contraria a eso. Ahora toca desmontarla, y en eso estamos.
un saludo,
El pensamiento de Izquierda/progresista está tan abrumado por el dominio de las tesis liberales económicas que imperan en Occidente (y ahora también Oriente) como la Derecha conservadora lo está en temas relacionados con la libertad social como el aborto, matrimonio del mismo sexo etc.. que igualmente han impregnado a la gran mayoría.
ResponderEliminarLas grandes corrientes de pensamiento de la Humanidad siguen su curso evolutivo si bien siempre hay sectores que se resisten, como no podría ser de otra manera por otra parte. Uno puede dedicar esfuerzo a intentar comprenderlo, asumirlo y acogerlo o a resistirse, lo cual, si bien legítimo resulta estéril. Si el liberalismo, como se ha demostrado, es la mejor y más eficiente manera de crear riqueza y además es la más justa a la hora de distribuirla, (basada en el mérito y el esfuerzo y no en designación política subjetiva), lo natural es que la Humanidad vaya gradualmente inclinándose hacia esas posiciones como está ocurriendo.
Cierto es que se producen casos de injusticia concretos que hay que corregir pero en términos generales la propuesta es infinitamente mejor que la distribución equitativa de pobreza en las que se traducen en la práctica las tesis socialistas utópicas.
Sí es cierto, está abrumado, pero yo sí he reflexionado bastante sobre la cuestión, y la causa no es que el liberalismo (ideología hoy por hoy inexistente, murió en las trincheras de la I guerra mundial) se haya demostrado como la mejor manera de crear riqueza, por el contrario, el secreto de su éxito es el intento consciente de dominar a la opinión pública
ResponderEliminarRevolucionario ¿Cómo cambiar el mundo?
Por otro lado, vuelvo a insistir, aunque os guste atizar la falacia del hombre de paja, las críticas que yo he esgrimido en este artículo no son una defensa del socialismo, ni nadie plantea el socialismo como alternativa.
Hay muchos comentarios anónimos, habrá que empezar a borrar.
saludos,
El secreto del éxito de los neoliberales claro.
EliminarTengo un IQ de 3 dígitos y sin embargo no soy capaz de conseguir que me acepte el comentario de manera diferente a "anonimo" si no tengo cuenta en google. El resto de opciones no se que significan. En el futuro firmare mis comentarios como Supersmith en honor del Ilustrado Adam Smith. Saludos. Supersmith
ResponderEliminarHola Jesus, no se si leeras esto porque el post tiene tiempo. He visto que citas a Taleb, que opinión tienes de el? en principio vi algunas citas suyas anti-estado y en favor del libre mercado pero tiempo después leyendo más a fondo he descubierto que va contra la "racionalidad" de los neoclasicos y contra la tecnocracia en general y me ha sorprendido bastante esa lucidez. Quería conocer tu opinión. Un saludo
ResponderEliminarBuenas,
EliminarLo que dices es cierto, es un capitalista, pero su pensamiento es interesante. En esta entrada, un compañero de la asociación resume uno de sus libros
Enseñanzas de Nassim Nicholas Taleb sobre la Antifragilidad (I)
un saludo,