Me ha pillado de sorpresa (no
por ser inesperado, sino porque lo esperaba para dentro de unos meses) la
noticia del derrumbe del peso argentino y la lira turca. Ya advertíamos en el
último post que dedicábamos a analizar la situación económica y financiera de
España que era previsible
una crisis en los países emergentes:
Hay un cierto patrón de crisis financieras durante el periodo de globalización, que se corresponde con las dificultades de financiación de los déficits de las balanzas de pagos. A una primera crisis en los países emergentes, le sigue una crisis, una década después, en los países desarrollados, y tras esta la crisis vuelve a los emergentes al cabo de cinco años.
Siguiendo ese patrón a la
crisis de deuda de los ochenta en Latinoamérica (y Asia) le habría seguido el
pinchazo de la burbuja japonesa y la crisis del mecanismo de tipo de cambio
europeo, a principios de los 90, luego la
crisis de los Tigres asiáticos en 1997, la crisis de las hipotecas
subprime diez años después, y ahora, trascurridos cinco años desde el momento
álgido de esa crisis, toca otra vez crisis financiera en los países emergentes.
Esto parece, y es, la cuenta de la vieja, pero de momento se viene cumpliendo
de forma implacable.