lunes, 7 de diciembre de 2015

Crónica de una depresión anunciada: Europa huele a rata



En el articulo anterior de esta serie, Regularidades e incertidumbres, explicábamos los elementos que nos habían permitido anticipar, al menos en parte, la evolución de la economía mundial que estamos observando en la actualidad. También explicábamos que había factores novedosos, que creaban incertidumbre acerca de que el actual ciclo de debilidad en las economías periféricas de la economía-mundo terminase desembocando en una nueva crisis financiera.

También comentábamos muy brevemente como podían afectar esos movimientos a la economía española. Citando lo que allí decíamos:


¿Cómo afectará todo esto a España? La bajada del precio de materias primas nos ha sentado de momento excelentemente, y la salida de capitales de los países emergentes podría facilitar su entrada en España. La otra cara de la moneda es que la mala situación de estos países reducirá la demanda mundial, y nuestras exportaciones se pueden ver afectadas. El comercio mundial ya está sintiendo los efectos.

[…] temo que antes de que nuestra economía comience a verse afectada a través del canal comercial, puede verse afectada a través del canal financiero, mucho más rápido.

La afección a través del canal financiero se conoce con el folclórico nombre de “contagio”, que puede hacer referencia a situaciones diversas. Una de las razones que explican el contagio entre países cuya situación financiera presenta diferencias significativas, es que comparten un centro financiero de referencia. El contagio estaría causado por las dificultades de ese centro financiero, que le obligarían a restringir sus operaciones, dejando de refinanciar los préstamos en un tercer país, que sufriría el contagio.


Este esquema se podría aplicar parcialmente a la crisis de deuda soberana española, aunque la mayor parte tuvo su origen en la percepción de que España se endeudaba en moneda extranjera, es decir, el riesgo de ruptura del euro o riesgo divisa.