martes, 24 de noviembre de 2015

Utopía 2.0



Hace unas semanas, desde la asociación Autonomía y Bienvivir lanzamos un segundo texto colaborativo, tras nuestro Programa para una Gran Transformación. El nuevo texto fue publicado en el blog de Antonio Turiel The Oil Crash, al igual que el primero. En esta ocasión cambiamos el enfoque y en lugar de centrarnos en lo que habría que hacer, decidimos hacerlo en el objetivo, en la sociedad que nos gustaría alcanzar. Lo que descubrimos es interesante, hay bastante consenso, al menos dentro de los limitados círculos por los que se movió el artículo, en cuanto a la sociedad en la que nos gustaría vivir. Mucha gente, tanto en el Foro Oil Crash como en el programa de Ampliando el Debate donde se debatió el artículo, nos declaró su deseo de vivir en una sociedad así, si bien algunos mostraban su escepticismo acerca de que el objetivo sea alcanzable, no ya por la extrema dificultad de que podamos aproximarnos a vivir de esta forma (opinión que compartimos) sino por creer que es absolutamente imposible hacerlo. Aquí hubo dos tipos de argumentos, unos basados en el concepto de naturaleza humana y otros en la gran escasez de recursos que se aproxima.

Comenzando por el último de estos argumentos, que dio lugar a un interesante intercambio de ideas entre Ferran P. Villar y un servidor, nuestra posición es no entrar en el necesario debate sobre cual es el estado actual de la biosfera, su grado de deterioro e irreversibilidad del daño, así como la energía de la que podremos disponer mediante energías renovables, debate que creemos es esencial que se realice a nivel académico, siendo nuestro papel el de exigir que se le de la importancia central que debe tener y que el intercambio de ideas sea honrado y transparente, atendiendo sólo al bien común y no a intereses particulares. Por otro lado, insistimos reiteradamente en un aspecto que está expresado en la introducción de nuestro texto, la utopía no es una previsión para el futuro, sino una herramienta de toma de decisiones. Tomar decisiones que nos acerquen a un futuro como el que se describe en nuestro texto redundará en un menor consumo de recursos, y en una sociedad más resiliente, por tanto la utopía es útil, independientemente de que el futuro pueda ser distinto, porque las decisiones que nos incita a tomar son congruentes con un futuro con baja disponibilidad energética y en general de recursos.

Respecto al primer punto de crítica, debo decir que el concepto de naturaleza humana está evidentemente obsoleto. Lo que nos enseña el estudio de las innumerables formas y variedades que adopta la cultura humana es precisamente su enorme capacidad de adaptación, y cómo nuestro comportamiento está tremendamente condicionado por nuestras instituciones culturales. Sin embargo, esta crítica sí incide en un aspecto esencial que debemos tener muy en cuenta, y que también dio lugar a un interesante debate ¿cómo lograr estos cambios? La cuestión del cómo la afrontamos en nuestro Programa para una Gran Transformación, pero evidentemente ese artículo no agota la cuestión, ni mucho menos. Su punto de partida implícito es que nos gobierna un poder benévolo capaz de tomar las decisiones correctas. Ello nos remite a la cuestión del poder, o en términos gramscianos de la hegemonía. Es necesario un cambio cultural, y para ello debemos deslegitimar el sistema vigente, desde nuestros blogs y podcast, difundiendo información, pero también haciendo. Como decía Gandhi “se el cambio que quieres ver en el mundo”. Esa es la gran dificultad, porque como analicé largamente en mi serie de artículos sobre la libertad, nuestro sistema no permite segundas opciones, a quién no colabora con él le excluye y le deslegitima, le convierte en un paria y en un estorbo para el resto. Esa gran cuestión acerca del poder es uno aspecto esencial que debemos iluminar en un futuro cercano.

¿Por qué volver a presentar este texto en tan breve espacio de tiempo? Porque desde un comienzo dijimos que la utopía estaba abierta a la colaboración de todos, de ahí nuestro empeño en debatirla, y de ese debate han surgido las primeras modificaciones. Gracias a la aportación de sistudey, de Foro Crash Oil, hemos modificado alguna frase sobre la vivienda y añadido dos párrafos sobre la construcción en nuestra sociedad utópica. La intervención de nuestro compañero de Ampliando el Debate Carles Sirera nos animó a incluir un pequeño apartado sobre seguridad, interna y externa. Por último, algunos compañeros de la asociación realizaron aportaciones de última hora en el terreno de los valores, el trabajo o el consumo. En un futuro valoramos la posibilidad de incluir alguna referencia a los sorteos como forma de romper las jerarquías, aportación que hizo nuestro compañero de Ampliando el Debate Vicente Ríos. Y ¿por qué no? la utopía sigue abierta, el próximo en aportar algún aspecto nuevo o en corregir uno existente puede ser usted, querido lector. Los comentarios de este blog son todo suyos, y están abiertos al debate, así como la participación en nuestra asociación. Sin más preámbulo, les dejo con la versión 2.0 de nuestro texto.

martes, 17 de noviembre de 2015

Crónica de una depresión anunciada: regularidades e incertidumbres



Fue a comienzos del año 2014 cuando desde esta modestísima tribuna lancé la voz de alarma ante los primeros síntomas de una nueva fase de la crisis que quizás desembocase en un nuevo batacazo financiero. Desde entonces, el desarrollo de los acontecimientos ha seguido, de forma lenta pero segura, el camino que trazamos en aquella ocasión. Realmente, y aunque esté mal que yo lo diga, el guión expuesto en “¿Estamos entrando en una fase de la crisis sistémica global?” se ha ido cumpliendo aunque con cierta parsimonia.

El mérito que puedo atribuirme por este momentáneo acierto no es mucho, tan sólo me fijé en el comportamiento de la economía mundial desde el último cambio institucional relevante, el colapso del sistema de Bretton Woods. Desde entonces la economía mundial presenta ciertas regularidades, que me hacían presagiar, al menos a grandes rasgos, algunos elementos del futuro. La semántica es importante, y aquí nos encontramos ante regularidades, no ante leyes, ni certezas, pero si el marco institucional se mantiene, es decir, si no actuamos modificando aquellos elementos que han hecho posible este comportamiento predecible, hay bastantes posibilidades de volver a tropezar en la misma piedra. Este razonamiento nos conduce hasta la incertidumbre, en realidad hay factores diferenciadores bastante significativos en la actualidad que no encontrábamos en el pasado, tendremos que tenerlo muy en cuenta, pero veamos primero las regularidades:

  • La economía no es lineal, es cíclica, como muchos otros sistemas. Una regularidad de la economía mundial es la alternancia de crisis financieras entre países industrializados y emergentes. Comenzando por la crisis de deuda latinoamericana (que afectó a todo el conjunto de países emergentes y no sólo a Latinoamérica), siguiendo con las crisis de finales de los ochenta y principios de los noventa en los países desarrollados (como por ejemplo la crisis del Sistema Monetario Europeo, que fue precedida por sendas crisis en EEUU y Japón, en un periodo breve de tiempo), continuando con la crisis de los Tigres Asiáticos (que nuevamente hay que señalar que afecto a un conjunto más amplio de países, desde mediados de los noventa hasta comienzos de la década siguiente), llegando por último al momento presente, con la crisis subprime y sus secuelas.

  • Otra regularidad significativa que podemos observar es que todas estas crisis periódicas y alternas vienen precedidas de un periodo de exuberancia irracional en los flujos de capital internacional. Los inversores internacionales actúan con prodigalidad prestando dinero a las empresas y bancos y adquiriendo acciones y la deuda nacional de un determinado país. A ese periodo favorable, le suele suceder un periodo desfavorable, en el que se producen bruscas salidas de capital, venta de acciones y de bonos y no renovación de los préstamos a su vencimiento. Así sucedió en los ochenta con los países latinoamericanos, cuando el reciclaje de los petrodólares condujo a un boom de crédito internacional, que se cortó bruscamente con la subida de tipos en EEUU. También fue así en los noventa con los Tigres asiáticos, y ha sido así recientemente con España, cuando nuestra pertenencia al euro propició el endeudamiento masivo de nuestros bancos con los bancos de los países del norte de Europa. Y por supuesto, no fue distinto el caso de EEUU en 2008, cuando su relación con el resto del mundo, y especialmente con China, le permitía financiar déficit comerciales cada vez más abultados, absorbiendo gran parte del ahorro mundial. Como ya advirtiera con acierto Frederick Soddy, la deuda, siguiendo las leyes matemáticas del interés simple y compuesto siempre crece más deprisa que la capacidad que nos da la naturaleza y nuestro trabajo para pagarla. Uno diría que durante el periodo de globalización los capitales flotantes perciben cuando la deuda crece demasiado, y su salida en estampida desencadena la crisis.

  • La relación de las crisis con los flujos de capital y la alternancia de crisis entre centro y periferia se relaciona con variaciones periódicas en los flujos de capital, primero saliendo del centro hacia la periferia, posteriormente saliendo de la periferia para dirigirse hacia al centro. Sobre estos movimientos tienen especial relevancia los tipos de interés en EEUU (saliendo del centro hacia la periferia los capitales cuando los tipos de interés son bajos, e invirtiendo su sentido cuando los tipos de interés son altos) y, de forma a mi juicio todavía más marcada, los tipos de cambio (saliendo los capitales cuando hay expectativa de tipos de cambio a la baja, y entrando cuando hay expectativas de tipos de cambio al alza). Como vimos en La guerra de divisas (II): el verdadero origen de la crisis financiera global, los movimientos en los tipos de cambio pueden considerarse auténticos movimientos tectónicos de la economía, y pueden preceder a fuertes crisis, tanto por su incidencia en los precios de los activos, como por la consecuencia de esto, salidas de capital, ante la perspectiva de menores ganancias por la pérdida de valor de los activos. La devaluación se retroalimenta de forma positiva con las salidas de capital, dado que estas salidas hacen que la moneda se deprecie, y esto a su vez hace que más capital quiera salir, dada la depreciación que se produce en los activos (el mecanismo inverso funciona en la época de bonanza).