Queridos lectores,
La tormenta financiera –por qué los mercados sólo pueden sobrevivir con reglas- es un libro del especulador y filántropo húngaro-americano George Soros. Cuando Soros habla, aunque no nos guste lo que hace, hay que escucharle; por varias razones: su trabajo es la gestión de fondos, tiene 82 años, y por lo tanto mucha experiencia, y ha estado en medio del mercado mundial de capital desde su creación, que nos cuenta en su página web.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando entré en los mercados financieros, estos y los bancos estaban regulados estrictamente y los movimientos internacionales de capital financiero se encontraban prácticamente en punto muerto. Las restricciones se estaban relajando gradualmente, pero a un ritmo muy lento. A inicios de la década de 1970, el sistema bancario estadounidense todavía estaba congelado en la inmovilidad. La industria estaba muy fragmentada y reglamentada. Un negocio aburrido atraía a personas aburridas que estaban más preocupadas por la seguridad que por las ganancias. Las acciones de los bancos se negociaban con cita previa. Pero detecté algunos signos de vida. Walter Wriston en Citibank capacitó a un nuevo tipo de banqueros orientados al lucro que se desplegaron desde Citibank hacía otros bancos.
Luego vino la primera crisis del petróleo de 1973. Coincidió en ese momento histórico que los países productores de crudo disponían de una enorme cantidad de dinero que depositaron en los bancos. Estos formaron conglomerados empresariales y subsidiarias que se establecieron en Londres para escapar de las restricciones de la Ley Glass-Steagall. Ese fue el comienzo de los mercados de eurodólares y de préstamos en gran escala a las economías emergentes, se convirtieron en agresivos prestamistas a estos países y el boom de crédito comenzó.
Evolución del crédito en EEUU |
Esos préstamos agresivos se convirtieron en una década pérdida para Latinoamérica y otros países emergentes. Dejando eso a un lado, lo más interesante del relato de Soros es que nos da una de las claves que diferencia profundamente nuestro mundo de la época anterior a la revolución capitalista iniciada en los 80 en los países anglosajones: la internacionalización del crédito, es decir, la libertad movimiento de capital.