En este
artículo vamos a analizar cómo haríamos la transición desde nuestro sistema
monetario de dinero crédito bancario (como ya sabemos la mayor parte del dinero
que usamos está en forma de depósitos en cuentas bancarias, que
son creados mediante préstamos bancarios) a un sistema de dinero
públicamente emitido libre de deuda. Comprobaremos que esta reforma sencilla,
técnicamente estudiada, que se podría realizar con tan sólo unos pocos cambios
legales, nos ofrece además una serie de ventajas secundarias que nos pueden ser
muy útiles en estos momentos. Ventajas de enorme calado, con ganancias en
cuanto al bienestar y la equidad, pero cuya importancia superior sea tal vez a
nivel moral, pues restablece un
principio de justicia, de dar a cada uno lo suyo, evitando lo que tantas
veces en la historia de nuestra sociedad se ha intentado definir de formas
diversas, como “el
ingreso no ganado” de Henry George, o “los falsos derechos” de
Maurice Allais, o directamente “la usura” de Stephen Zarlenga.
Recordemos
las medidas que habría que tomar, tal y como eran definidas por Frederick Soddy
La emisión y retirada de dinero deben ser potestad de la nación, realizarse en función del interés general, y debe cesar por completo de proporcionar beneficios a las corporaciones privadas. El dinero no debe devengar intereses a causa de su existencia, tan solo cuando es realmente prestado por su legítimo dueño, que lo da al prestatario.
Una parte muy importante de la deuda nacional debe ser cancelada y la misma suma de dinero Nacional emitido para reemplazar el crédito creado por los Bancos.
Los bancos deben ser obligados a mantener reservas de 'Moneda Nacional' dólar por dólar por cada dólar depositado en ellos, a excepción de los depósitos que están genuinamente 'invertidos', y no estén disponibles para ser utilizados como dinero.