A los españoles quizás os suene la frase “dar confianza a los mercados”, o de forma más concisa, el sintagma nominal “los mercados”. Desde la izquierda se dice que “los mercados” tienen nombres y apellidos ¿Tan difícil es saber lo que es un mercado? ¿No estaremos abusando del lenguaje? ¿Cuánta ideología hay en esas palabras?
Adam Smith, el padre de esta “ciencia” lúgubre (las comillas están bien puestas) que es la economía, acuñó el término “mano invisible” como metáfora del poder autorregulador de libre mercado. La idea es sencilla: mediante un mecanismo de competencia los que lo hacen mal, fracasan, los que lo hacen bien perduran; eso, no sólo enriquece a los empresarios virtuosos, sino que redunda en el bienestar social puesto que son puestos a disposición del público mejores bienes y servicios a un precio más barato.
Esta idea aparece de forma muy marginal en la obra cumbre de Smith, “La riqueza de las naciones”. De hecho, el término “mano invisible” aparece una sola vez, pero ha sido una idea central de las clases privilegiadas de la sociedad durante los siglos XIX, XX y comienzos del XXI, y desde esa cúspide lo ha inundado todo. Polemistas-filósofos-economistas como Ludwig von Mises o Friedrich August von Hayek y economistas como Milton Friedman incrustaron este concepto en el centro de su discurso.
En un panfleto audiovisual que se rodó a finales de los setenta, y que se llamó “Libre para elegir” Milton Friedman afirma “El mercado libre permite a las personas ingresar a cualquier industria que quieran o comerciar con quien quieran, comprar en el mercado más barato del mundo o vender en el marcado más caro del mundo, pero, lo más importante es, que si fracasan, deben soportar la pérdida”. Posiblemente esto de soportar la pérdida os esté recordando a todos los bancos rescatados durante la actual crisis financiera.
Fernand Braudel
Pero ¿ha existido alguna vez un mercado libre? La respuesta es evidentemente afirmativa. Dejando a un lado ideologías y construcciones abstractas, así como modelos matemáticos de economistas, os propongo echar un vistazo a la historia de la mano de Fernand Braudel y de su libro “Civilización material, economía y capitalismo. Siglos XIV – XVIII”
Quizás el siglo XVIII os parezca un tanto lejano, así que luego seguiremos sin la ayuda de Braudel hasta llegar a la actualidad.
Braudel es, en efecto, un historiador, que revolucionó la historiografía al considerar la influencia de la economía y otros factores, en la historia, y obviando que es de los más influyentes del siglo XX, es importante el hecho de que afronta estas cuestiones, no con la intención de ofrecer un modelo matemático basado en proposiciones más o menos axiomáticas sobre la condición humana, sino revolviendo los archivos de todos los países civilizados desde el siglo XIV hasta el XVIII: archivos urbanos, archivos privados de familias de comerciantes, documentos jurídicos y policiales, deliberaciones de las cámaras de comercio, registros de notarios, censos, son el objeto de su estudio “al margen de la teoría, de todas las teorías, bajo el exclusivo signo de la observación concreta y la historia comparada”.
La idea de Braudel de lo que Friedman y Hayek llaman mercado es tan intuitiva y sencilla que parece increíble que pueda ser enterrada bajo montañas de ideología. Para él existen tres niveles.
El primero sería la vida material, de importancia económica pero enfocada en el autoconsumo. Ese sería el nivel sobre el cual crecen los demás, las “espaldas anchas”, capaces de soportar el enorme peso de la actividad con valor monetario. Hoy en día tiene todavía gran importancia, aunque cada vez externalizamos mayor parte de él al mercado: cuando compramos comida preparada en vez de cocinar para un ser querido, o cuando delegamos el cuidado de los hijos o los ancianos a guarderías y residencias. Quizás llegamos a preguntarnos si merece la pena, pero muchas veces no tenemos otra opción para sobrevivir o simplemente para mantener nuestro nivel de consumo, pero yo recomiendo valorar si compensa o no en términos de un bien no monetario que algunos llaman felicidad.
El siguiente nivel sería el mercado tal y como lo entiende Braudel. Mercado, como zona de intercambios. En los siglos XIV a XVIII está representado por las ferias, las ciudades, bolsas de mercancías y de valores financieros. Sus propiedades son la transparencia, la regularidad y una capacidad para equilibrar la oferta y la demanda por medio de la competencia que todavía hoy se extiende por amplias capas de nuestra sociedad. Hay muchos ejemplos, pero yo suelo poner el de los bares, que intentarán distinguirse por su precio, su atención, la calidad y originalidad de sus tapas o su ambiente, cada uno adaptado a su tipo de cliente y bajo el peso de “aceptar la pérdida” si no consigue la aprobación de un número suficiente de ellos.
Por último estaría el nivel superior, en palabras de Braudel “Por encima de la enorme masa de la vida material diaria, la economía de mercado ha tendido sus redes y mantenido vivos sus diversos entramados. Y fue, de ordinario, por encima de la economía de mercado propiamente dicha por donde prosperó el capitalismo. Podríamos afirmar que la economía del mundo entero se hace visible en un auténtico mapa de relieve.”
Capitalismo como distinto de la economía de mercado: “El capitalismo (de ayer y de hoy aunque con fases más o menos fuertemente monopólicas) no elimina enteramente la libre competencia de la economía de mercado, de la cual surgió (y de la cual se nutre); existe por encima de ella y al lado de ella, pues la economía de los siglo XV y XVIII, comporta, ella dos niveles: los monopolios de hecho o de derecho, y la competencia; dicho de otra forma, el capitalismo tal y como he tratado de definirlo y la economía de mercado en desarrollo…… En esta zona estrecha y sensible del mercado es donde resulta posible y lógico actuar. En ella repercuten las medidas tomadas, como demuestra la práctica diaria. Tanto es así que se ha llegado a creer, con razón o sin ella, que los intercambios juegan por sí solos un papel decisivo, equilibrante, que allanan los desniveles mediante la competencia, ajustan la oferta y la demanda, y que el mercado es un dios escondido y benévolo, la “mano invisible” de Adam Smith, el mercado autorregulador del siglo XIX y la piedra angular de la economía, si nos atenemos al laissez faire, laissez passer. Hay en esto una parte de verdad y otra de mala fe, pero también de ilusión. ¿Podemos acaso olvidar cuántas veces el mercado fue invertido y falseado, arbitrariamente fijados sus precios por los monopolios de hecho y de derecho? Y sobre todo, si admitimos las virtudes competidoras del mercado (“el primer ordenador puesto al servicio de los hombres”), es importante señalar al menos que el mercado no es sino un nexo imperfecto entre producción y consumo, aunque sólo fuese en la medida en que sigue siendo parcial. Subrayemos esta última palabra: parcial. Creo de hecho en las virtudes y en la importancia de una economía de mercado, pero no en su reinado exclusivo. Esto no impide que, hasta una época relativamente cercana, los economistas razonasen únicamente a partir de sus esquemas y de sus lecciones. Para Turgot, la circulación se identifica realmente con el conjunto de la vida económica. Del mismo modo y mucho después, David Ricardo no ve más que el río, estrecho pero vivo, de la economía de mercado. Y si bien los economistas, desde hace más de cincuenta años e instruidos por la experiencia, ya no defienden las virtudes automáticas del laissez faire, el mito sigue aún presente en el ámbito de la opinión pública y de las discusiones políticas actuales”
Capitalismo como un mecanismo de acumulación de potencia, de la puesta en marcha de una relación de dominación específica sobre otros sectores de la sociedad, es decir, una jerarquía: “Las reglas de la economía de mercado, tal cual las describe la economía clásica, influyen mucho menos frecuentemente bajo su aspecto de libre competencia en la zona superior, que es la de los cálculos y la especulación. Aquí comienza una zona de sombra, de contraluz, de actividades para iniciados, que yo considero que están en la raíz de lo que puede comprenderse bajo la palabra capitalismo, siendo este una acumulación de poder (que basa los intercambios en una relación de fuerzas tanto más que en la reciprocidad de necesidades), un parasitismo social, inevitable o no, como tantos otros.”
Esta acumulación se multiplica con el comercio a larga distancia, y al mismo tiempo, la propia acumulación previa, necesaria para entrar en ese mercado, aseguran el monopolio: “El Fernhandel (comercio a distancia) es, por excelencia, un campo en el que se maniobra libremente, opera a unas distancias que le ponen a resguardo de los controles ordinarios, o que le permiten sortearlos; actuará, según los casos, desde las costas de Coromandel o las riberas de Bengala hasta Amsterdam; desde Amsterdam hasta cualquier almacén de reventas de Persia, de la China o del Japón. En esta extensa zona de operaciones, cuenta con la posibilidad de escoger, y escogerá aquello que le proporcione los máximos beneficios: ¿el comercio en las Antillas ya sólo produce beneficios modestos? Da lo mismo, ya que, en ese mismo instante, el comercio de la India y de la China garantiza la obtención de beneficios dobles. Basta, pues, con cambiar de punto de mira. De estos grandes beneficios se derivan considerables acumulaciones de capital, tanto más cuanto que el comercio a larga distancia sólo se reparte entre unas pocas manos. No entra cualquiera en él.”
Los capitalistas se aprovechan de las oportunidades de difícil acceso para los demás: la especulación sobre el futuro o sobre mercados lejanos, y en segundo lugar, se alían al estado para asegurar la capacidad de dominar desde las cumbres de la sociedad. El capital es un mecanismo de poder. El estado es otro, ciertamente. Pero lo importante es comprender que ambas potencias se complementan o se estorban sin que pueda entenderse la dimensión de cada una de ellas sin hacer intervenir la otra: “¿Hace falta señalar que estos capitalistas, tanto en el Islam como en la cristiandad, son los amigos del príncipe, aliados o explotadores del Estado?”
En definitiva, supone una acumulación que va más allá de los capitales, si bien estos son la condición inicial para toda otra suerte de ventajas como puede ser el crédito: “Muy pronto, desde el principio, traspasarán los límites nacionales y se entenderán con los mercaderes de otras plazas extranjeras. Poseen mil medios para falsear el juego a su favor, mediante la manipulación del crédito y el fructuoso juego de las buenas monedas contra las falsas: las buenas monedas de oro y plata se destinan a las grandes transacciones, al Capital; y las de cobre a los pequeños salarios y a los pagos cotidianos, al Trabajo, en consecuencia. Cuentan con la superioridad de la información, de la inteligencia y de la cultura. Y se apoderan a su alrededor de lo que es bueno aprehender: la tierra, los edificios, los ingresos… ¿Quién pondría en duda que tienen a su disposición los monopolios, o simplemente el poder suficiente para anular en un noventa por ciento de los casos a la competencia? Al escribir a uno de sus agentes de Burdeos, un mercader holandés le recomendaba que mantuviera secretos sus proyectos; si no, añadía, “le ocurriría a este negocio lo que a tantos otros en los que, en el momento en que surge la competencia, ¡ya se acabaron los beneficios!” Finalmente, y gracias a la masa de los capitales, pueden los capitalistas preservar sus privilegios y reservarse los grandes negocios internacionales de su tiempo. De una parte, porque en esta época de lentísimos transportes, el gran comercio impone largos plazos a la circulación de capitales: son necesarios meses, y a veces años, para que retornen las sumas invertidas, engrosadas por sus beneficios. De otra parte, porque generalmente el gran mercader no utiliza sólo capitales: recurre al crédito, al dinero de los demás.”
La sociedad como conjunto de conjuntos, estado y capitalismo son cosas distintas, aunque pensar en el último como baluarte de defensa contra el primero podría ser un espejismo, o quizás no: “Como privilegio de una minoría, el capitalismo es impensable sin la complicidad activa de la sociedad. De ahí que el Estado moderno, que no ha creado el capitalismo pero sí lo ha heredado, tan pronto lo favorezca como lo desfavorezca; a veces lo deja expandirse y otras le corta sus competencias. El capitalismo sólo triunfa cuando se identifica con el Estado, cuando es el Estado. En su primera gran fase, la de las ciudades-Estado de Italia, en Venecia, en Génova y en Florencia, la élite del dinero es la que ejerce el poder. En Holanda, en el siglo XV, la aristocracia de los Regentes gobierna siguiendo el interés e incluso las directrices de los hombres de negocios, negociantes o proveedores de fondos. En Inglaterra, con la revolución de 1688, se llega asimismo a un compromiso semejante al holandés. Francia mantiene un retraso de más de un siglo: sólo con la revolución de julio, en 1830, se instalará por fin cómodamente la burguesía de los negocios en el gobierno. Así pues, el Estado se muestra favorable u hostil al mundo del dinero según lo imponga su propio equilibrio y su propia capacidad de resistencia. Lo mismo ocurre con la cultura y con la religión.”
Para terminar: “Resumiendo, hay dos tipos de intercambio: uno, elemental y competitivo, ya que es transparente; el otro, superior, sofisticado y dominante. Si de ordinario no se hace una distinción entre capitalismo y economía de mercado es porque ambos han progresado a la vez, desde la Edad Media hasta nuestros días, y porque se ha presentado a menudo al capitalismo como el motor y la plenitud del desarrollo económico. En realidad, todo se sostiene sobre los anchos hombros de la vida material: si ésta crece, todo va hacia delante.”
Este concepto de acumulación de potencia recuerda mucho al principio que ya enunció Karl Marx del “Aumento sostenido de la concentración de capital”. Marx vivió en el siglo XIX, y escribe El Capital en 1.867, cuando ya se atisba la Segunda revolución industrial o Gran capitalismo, un periodo donde se acuñarían las mayores fortunas de la historia en términos reales (descontando la pérdida de valor del dinero o inflación), la época de los llamados Robber Barons (Barones Ladrones), una denominación que se acuñó para designar a los industriales americanos de este periodo, que amasaron sus inmensas fortunas mediante métodos poco éticos.
El término originalmente hacía referencia a señores feudales que cobraban cuantiosos aranceles a los barcos que transportaban mercancías por el Rhin. Hay varias metodologías para comparar fortunas a lo largo de la historia, pero con cualquiera de las utilizadas los barones ladrones copan los primeros puestos: John D. Rockefeller aparece en primer lugar (entre 600 y 400 mil millones), Andrew Carnagie (300 mil millones) en segundo, y los Vanderbilt (Cornelius y William, padre e hijo, 200 mil millones) cerca de la tercera posición.
Si a Cornelius Vanderbilt se le atribuye la frase “¿Por qué he de preocuparme por la ley? ¿No tengo ya el poder?”, John D. Rockefeller solía decir que la naturaleza recompensa a los más aptos y castiga a los inútiles: la “mano invisible” de Smith ensalzando a unos a una opulencia más allá de la exuberancia y enviando a otros a la más absoluta de las miserias. Pero Smith, en los comienzos de la Revolución Industrial inglesa no había contemplado la fastuosa acumulación de potencia, en palabras de Braudel, que consiguió John D. Logró acelerar este proceso de acaparación cuando su tamaño fue suficiente para pactar precios especiales con sus proveedores en la distribución de hidrocarburos, las compañías de ferrocarriles, pero dejó tras de sí un rastro de irregularidades, artimañas, sobornos y extorsiones. Por poner un ejemplo, Harry F. Sinclair, uno de sus principales competidores, fue a parar nueve meses a prisión por unas acusaciones falsas. De una u otra forma consiguió arruinar a sus rivales, hasta lograr un monopolio absoluto del refino y la distribución de hidrocarburos en Estados Unidos.
Rockefeller mantuvo ese monopolio durante los 21 años que pasó batallando con el gobierno, que finalmente logró disolverlo, aunque por aquel entonces ya había extendido sus redes por otros negocios, formando el primer trust, o conglomerado de empresas. Entre esos nuevos intereses estaba el carbón y en concreto su explotación en Colorado. Fue allí donde años más tarde, en 1.914, llevando ya las riendas del negocio el hijo de John D, en un lugar llamado Ludlow, 1.200 mineros que se jugaban la vida todos los días fueron a la huelga. En aquella época y en aquellos lugares las huelgas no eran como ahora, los patronos contrataban nuevos trabajadores (había mucha más flexibilidad laboral) y los huelguistas trataban de impedir su acceso al trabajo en violentos enfrentamientos. El campamento de los mineros terminó asediado por seguridad privada y por la guardia nacional
fue tiroteado e incendiado
y murieron entre 19 y 25 personas, entre ellos 2 mujeres y 11 niños que no pudieron escapar de una tienda en llamas
la mano invisible, quizás se ensañó demasiado esta vez con los “inútiles”
Estas confrontaciones por los derechos laborales nos parecen hoy lejanas, aunque seguramente las condiciones de los mineros de Ludlow no son tan diferentes de otras que se puedan encontrar ahora en el planeta. Pero si aún así todavía conservamos una idea simple y lineal del progreso, deberemos admitir que “los monopolios de hecho y de derecho”, siguen siendo una realidad muy tangible. Por ejemplo, la norteamericana Boeing fue el único fabricante de grandes aviones comerciales durante 30 años, hasta hace apenas 10 años. La competencia entre Boeing y Airbus (una empresa público – privada controlada por industriales alemanes y los gobiernos francés y español) es un ejemplo, a tenor de las revelaciones de wikileaks sobre presiones políticas para cerrar los contratos, de complementación entre estado y capitalismo.
Las formas de adueñarse de un mercado, han sido sistematizadas para ser enseñadas en las escuelas de negocio y hoy se conocen como las cinco fuerzas de Porter.
Que por cierto son ideas bien sencillas:
Poder de negociación de los compradores o clientes: Esto es más o menos lo que hace Microsoft cuando nos obliga a pagar 120 euros en licencias por un sistema operativo que podríamos adquirir gratis. Microsoft lo que hace es “negociar” con los fabricantes de ordenadores, para que solo vendan sus equipos con el sistema operativo ya instalado. Si bien es posible adquirir ordenadores sin sistema operativo, y en ese caso el usuario podría instalar uno gratis, en España solo puedes hacerlo en determinadas ciudades y acudiendo a sitios específicos, que son desconocidos por el gran público.
Poder de negociación de los proveedores o compradores: Esto es lo que hizo John D. Rockefeller con las compañías de transporte ferroviario. Él tenía gran parte de los hidrocarburos refinados y había bastantes compañías de transporte. Como gran cliente fue capaz de negociar con varias compañías hasta que logró el precio mínimo. Hoy hacen lo mismo las grandes distribuidoras de alimentos, que en España son Mercadona, Carrefour, Alcampo, y dentro de un ámbito más amplio que la alimentación, El Corte Ingles.
Amenaza de nuevos entrantes: Aquí tenemos en parte el concepto de Braudel de acumulación, en el sentido de que hay ciertos negocios, por ejemplo la fabricación de aviones, que necesitan una inversión inicial altísima; y otros en los que si bien se pueden entrar, están sometidos a economías de escala; es decir, que el coste de producción disminuye cuando se fabrican más productos y por tanto podrá fabricar más barato quien fabrique mayor número.
Amenaza de productos sustitutivos: Puede producirse por el cambio tecnológico, y las empresas lo que hacen, cuando son grandes y tienen poder de presión, es tratar de censurar o cerrar el camino a estos nuevos productos.
Rivalidad entre competidores: No es más que el resultado de la aplicación de las cuatro anteriores.
Porter se “olvidó” de otra fuerza que estamos comprobando que es fundamental, pero que Braudel, al que le es indiferente la corrección política, no hubiera olvidado. Aportamos entonces mediante este post una mejora del modelo de Porter, que sugerimos se incluya a partir de este momento en todas las escuelas de negocio, y que podríamos llamar “fuerza de Braudel”
Poder de negociación de los reguladores y supervisores (el estado): Esto es lo que hacen los too big to fail cuando presionan para ser rescatados con fondos públicos, con la excusa del bien común, y aquí no habría que hablar solo de los bancos, muchas otras industrias han sido subvencionadas. Normalmente lo que se hace es ofrecer dinero por achatarrar un bien que funciona perfectamente para que compres otro.
Esta sexta fuerza es la única en la que se fijan los liberales, que adolecen de una miopía importante al no reconocer que la corrupción es cosa de dos complementarios, tal y como los define Braudel: capitalismo y estado. La naturaleza del capitalista es acumular, nos dicen, igual que la naturaleza del escorpión fue picar a la rana cuando ambos atravesaban el río; y acto seguido nos dicen que la solución es adelgazar el estado en un “argumento exótico” del tipo: “si el perro que vigila las gallinas es perezoso ¿Por qué no dejamos el gallinero sin vigilancia y a merced del zorro?”
Las reglas del juego no son inmutables y la tecnología puede cambiarlas, y un sector explotado de forma capitalista puede sumergirse en el mercado o incluso en la vida material. Eso es lo que está pasando con la industria discográfica y de la información, y para evitarlo, cuando no se puede recurrir a las fuerzas de Porter, los capitalistas recurren a la sexta fuerza, la de Braudel, tratando de imponer leyes irracionales y coercitivas como las leyes SINDE y SOPA. Algunos argumentan que se están perdiendo puestos de trabajo, y muchas veces el sintagma “puestos de trabajo” tiene adjetivo de localización, en el caso de la industria de contenidos “en America (por USA)”, o en cualquier lugar donde estén radicados los monopolios. Esto es muy discutible, por ejemplo en la prensa se están creando periódicos digítales con unos beneficios muy reducidos, y menores salarios para los directivos. Pero incluso si se perdiesen puestos de trabajo, porque la gente decide utilizar su tiempo libre para crear y difundir contenidos de forma gratuita, solo puede verse de forma positiva. Lo que implicaría esto es que esa actividad está regresando al ámbito de la vida material y el autoconsumo. Dicho de otra forma: que no paguemos por respirar no significa que estemos perdiendo una “actividad económica” y en consecuencia “puestos de trabajo”, el problema es nuestra forma de distribuir la producción, siendo las únicas opciones trabajar una jornada de 40 horas o más o cobrar un subsidio por no hacer nada.
El problema es también el sobreprecio que pagamos por todo como consecuencia de su producción monopólica u oligopólica. Porque no lo dudéis, John D. fue el más eficiente mientras existían competidores, pero una vez eliminados todos pudo fijar el precio que maximizaba sus beneficios, que en un monopolio es aquel en el que una subida adicional provocaría una caída de las ventas que disminuiría dicho beneficio. Pero hasta llegar a ese punto se puede elevar el precio un buen trecho. Lo que significa que mucha gente tuvo que consumir menos aceite para lámparas, o incluso prescindir de su consumo y no poder estudiar por las noches. Y significa también que las ciudades podían iluminar menos calles.
Podría parecer que el destino, el creador o la ley natural, lo que más os guste, tiene un extraño sentido del humor. De esta forma se podría entender que un siglo después, el bisnieto del hombre que fue capaz de imponer un monopolio puro, se lamente de forma apasionada en el senado americano, y clame contra la tecnología que está poniendo contra las cuerdas los monopolios de la industria de contenidos.
Sin embargo, no hay humor ni casualidad en esto, sino unas indicaciones muy claras sobre donde vivimos, como es nuestro mundo. Internet no debería haber existido, dice Rockefeller, y el argumento es “la seguridad” ¿La seguridad de quien, cabría preguntar? Para vosotros wikileaks es una amenaza, pero no para mí. Sin duda, otro “argumento exótico”, el capitalismo siempre encuentra gente que se vende barato para defender cualquier idea absurda. No me refiero a Rockefeller claro, él no necesita venderse. Me refiero a la tropa que salió a criticar el libro sobre los barones ladrones, con el argumento de que estos grandes capitalistas habían dado “un orden” a la industrialización de Norteamérica. Primero se nos dice que hay una mano invisible que crea un “orden natural”, que resulta ser el mejor de los posibles, y cuando esto no ocurre se nos dice que en realidad el orden natural era desordenado y tuvieron que llegar los barones ladrones para ordenarlo.
A mi personalmente me parece que tras 30 años de globalización, otra vez estamos rodeados de barones ladrones. Rodeados casi como lo estaban los mineros en Ludlow
La libertad de movimiento de capitales ha supuesto un gran impulso para favorecer la concentración de capital. Esto no es tanto por el comercio, ya que libertad de movimiento de capital y comercio en realidad son cosas distintas, sino por la desregulación financiera y la facilidad de acceso al crédito, que se ha utilizado para comprar empresas en casa o en el extranjero.
Hace unos meses algunos se sorprendían con un estudio empírico que revelaba que tan solo 147 empresas transnacionales controlaban el 40% del ingreso global. Al decir controlaban, no quiero decir que ese beneficio vaya a parar a esas 147 empresas. El esquema es el de una interconexión, y esa interconexión se realiza mediante un vínculo de propiedad y decisión a través de la compra de acciones.
Representación de las interconexiones entre multinacionales, los puntos rojos serían las 147 empresas del núcleo |
Es muy sencillo, la empresa transnacional X compra entre el 2 o el 20% de la empresa transnacional Y. Si compra el 2% eso le permitirá designar un consejero y por tanto conocer todos los movimientos y decisiones de Y, si por el contrario compra el 20% colocará 3 consejeros y elegirá al presidente, es decir, tomará las decisiones. En la cima de esta red están las empresas financieras, lo cual es lógico, recordad lo que nos decía Braudel sobre el capitalismo y la facilidad de acceso al crédito.
Esta formidable acumulación de potencia, casi deja en pañales a la del monopolio del viejo John D, no tanto a nivel lucrativo, porque las participaciones en otras empresas son pequeñas, como a nivel de poder e información. Una verdad sencilla que mucha gente rechazará, puesto que exige cambios profundos en nuestra idea del mundo y de nosotros mismos; puesto que podría perturbar nuestro sueño. Pero, ¿acaso no hemos visto a lo largo de la historia que la lógica del capitalismo es la acumulación y la jerarquía? ¿Acaso no dijo ya Marx que había una tendencia (que podría ser contrarestada eventualmente por otras contratendencias) al incremento sostenido de la concentración de capital?
En los 80 observamos en Estados Unidos una fiebre de fusiones y adquisiciones con apalancamiento, es decir, Wall Street comprando empresas y formando conglomerados más lucrativos. En España observamos como un “gran” y desconocido empresario aparecía con capitales foráneos y a base de crédito formaba un gran Holding que se llamó RUMASA. Cuando se vio incapaz de devolver los préstamos estuvo a punto de provocar una quiebra en cadena de todo ese entramado empresarial, a un paso de derrumbarse como un dominó, por la interconexión que provoca el apalancamiento. Estos sucesos son conocidos puesto que fueron mediáticos (lo de EEUU dio lugar a una película de Oliver Stone) pero no son más que la espuma por encima de un gigantesco océano, las “chispas” visibles de un proceso oculto de concentración y acumulación sin parangón en la historia de la humanidad.
Las consecuencias de este proceso son muchas, algunas no necesitamos pensar mucho para alcanzarlas: quien tiene poder lo ejerce. Os invito a reflexionar sobre unos hechos concretos, los que describe el documental “Who killed the electric car?” No me gusta razonar en base a ejemplos puntuales, pero los sucesos descritos en este documental son tremendamente esclarecedores de lo que implica la interconexión y la acumulación de potencia.
A mediados de los 90 General Motors presentó lo que se denomina un coche conceptual, es decir, un producto para potenciar su imagen de marca. La imagen de marca, junto con la publicidad, son estrategias que son particularmente efectivas para expandir la economía capitalista sobre el mercado, en aquellos sectores donde no funcionan las estrategias de Porter, como la hostelería. Es así como el capitalismo de los McDonalds y Starbucks intenta imponerse sobre el mercado. Este producto meramente publicitario era un coche completamente eléctrico. Unos políticos tenían graves problemas por la contaminación ambiental, así que tomaron una decisión imprevista: si existe, hay que venderlo.
El coche eléctrico, llamado EV1, no era ninguna maravilla, todo hay que decirlo. Tenía una imagen frágil y un tanto ridícula y una autonomía de apenas 100 km . Pese a ello, y sorprendentemente, había gente interesada en el vehículo, y sobre esto hay controversia en el número, pero es indiferente de cara a nuestras conclusiones: da igual que fuesen 100 o 5.000. El final de esta historia es lo que resulta ilustrativo. GM decidió recuperar los coches y achatarrarlos, y esta decisión no se puede justificar desde un punto de vista económico, por muchos “argumentos exóticos” que se acumulen en un tratado de gestión empresarial. El coche estaba fabricado, se había incurrido ya en unos costos de fabricación, se podía recuperar parte de los costos vendiendo el coche, da igual que fuesen 50 unidades o 1.000, el beneficio siempre sería mayor que con la decisión adoptada: en lugar de obtener un ingreso incurrir en un nuevo costo, transporte hasta desguace, achatarramiento y deposición en vertedero. Esta decisión nos muestra que GM es capaz de invertir dinero en defender el motor de combustión interna, y dado que a ellos les da igual producir coches con uno u otro motor la única explicación viable es que los propietarios de GM tienen intereses más amplios, por ejemplo en los hidrocarburos.
Ya lo he dicho: quien tiene poder lo ejerce, y lo hará en función de sus intereses, que pueden no coincidir con los del 99% de la población.
Para terminar, una última reflexión de Braudel “Lenin, que tenía una mente perspicaz, escribe lo siguiente en el mismo folleto de 1917: Lo que caracterizaba al antiguo capitalismo, en el que reinaba la libre competencia, era la exportación de mercancías. Lo que caracteriza al capitalismo actual, en el que reinan los monopolios, es la “exportación de capitales. Estas afirmaciones son más que discutibles: el capitalismo ha sido siempre monopolista, y mercancías y capitales no han cesado nunca de viajar simultáneamente, al haber sido siempre los capitales y el crédito el medio más seguro de lograr y forzar un mercado exterior. Mucho antes del siglo XX, la exportación de capitales fue una realidad cotidiana. Lo que, por mi parte, siento, no como historiador sino como hombre de mi tiempo, es que tanto en el mundo capitalista como en el mundo socialista no se quiera distinguir capitalismo de economía de mercado. A aquellos que, en Occidente, critican los defectos del capitalismo, los políticos y economistas responden que es un mal menor, el reverso inevitable de la libre empresa y de la economía de mercado. No lo creo en absoluto. A los que, por el contrario, siguiendo una tendencia sensible incluso en la URSS , les preocupa la pesadez de la economía socialista y quisieran facilitarle un poco más de “espontaneidad” (yo traduciría: un poco más de libertad), se les responde que es éste un mal menor, el reverso obligatorio de la destrucción del azote capitalista. Tampoco lo creo.”
Mercado, capitalismo y estado son cosas distintas. Tenemos que buscar, por un lado, una disposición del estado más favorable a los intereses del mercado, donde se encuentra el 99%. Por otro lado debemos ampliar el campo de batalla y defender todas las posiciones que favorecen el mercado; en particular me parecen importantes aquellas que se derivan de las nuevas tecnologías. Sin olvidar otras herramientas, viejas conocidas, como la producción pública de aquellos bienes que por ser intensivos en capital o por constituir un monopolio natural nunca podrán desarrollarse dentro de un mercado, el mutualismo, el asociacionismo: laboral o de consumo, y otras, no pretendo ser exhaustivo en estos momentos. Hay mucho camino por recorrer para comprender porque esas viejas herramientas han empezado a ser menos efectivas, a raíz de la expansión del sector servicios en los años 80, de la mano de la globalización y de la expansión de la sociedad de consumo, con la segmentación de los mercados para adaptarse al nuevo individualismo, en un mundo donde la información era producida de forma capitalista y por tanto oligopólica, y prometía de forma insistente la liberación a través de la presunta libertad económica. Hay mucho pensamiento que desarrollar para adaptar las viejas herramientas a las nuevas realidades de la posmodernidad que nos describe Zygmunt Bauman.
El mundo continuará girando y la sociedad evolucionando, en un proceso dialéctico de imprevisible resultado. Hemos estudiado un único ejemplo, pero sin duda el más importante, de lo que los economistas llaman fallos de mercado. Ellos definen esto como poder de mercado. La pretensión de poder encerrar el mundo en un estrecho modelo, construido a partir unos pocos axiomas o leyes naturales, encierra a veces una gran carga ideológica; pero lo que llaman poder de mercado es la esencia del capitalismo, que a su vez es muy distinto del mercado, lo que a algunos les resultará una verdad incómoda.
Brillante, como siempre. Felicidades.
ResponderEliminarGracias anónimo, nos animas a seguir. Un abrazo, compañero.
Eliminarfelicidades por el escrito, he empezado a leer el blog hace no mucho y todas las entradas que he leído me parecen muy buenas.
ResponderEliminarespero que tengas razón y se ponga en marcha ese proceso de replanteamiento de los modos de hacer económicos. supongo que esta década será muy interesante y sin duda emocionante para vivirla.
Gracias anónimo. Sin duda muchas cosas están cambiando, en niveles distintos. En el próximo post pienso integrar, también de la mano de la Braudel, esos distintos niveles en una visión coherente.
EliminarSerá interesante y habrá que luchar mucho, no nos regalarán nada. Ánimo y a seguir.
Me parece la mejor entrada de tu blog hasta la fecha, he aprendido mucho. Me has aclarado muchas ideas, nunca había pensado en la idea de separar capitalismo y mercados y creo que da para pensar, y mucho.
ResponderEliminarGracias.
Gracias namanga, creo que es el mejor cumplido que puedes hacerme junto a referenciarme o difundirme en otros lugares. Me refiero a lo que comentas sobre aprender y pensar.
ResponderEliminarEn eso seguiremos.
Un abrazo.
Muy interesante yo estoy en muchos foros tratando que la gente sepa que hay alternativas al sistema monetario actual, con algunos vídeos que explican como funciona el sistema monetario.
ResponderEliminarTe dejo los enlaces espero puedas utilizarlos
http://www.youtube.com/watch?v=Qo3AwyJBKPg
http://www.youtube.com/user/TheSagitarioX
http://dotsub.com/view/38d7177f-869c-4922-8424-9795986de2f2?utm_source=player&utm_medium=embed
http://www.youtube.com/watch?v=NxHawAa0KUE&context=C38affe7ADOEgsToPDskK4Q8eoLvKJ4LCGNHUpY4pm
Hector
Gracias Hector, en el siguiente post voy a hablar de esto entre otras cosas. Le echaré un vistazo a los vídeos que enlazas
EliminarMuy buen artículo. Pero existe un problema, una vez leído esto puede venirte un liberal y decirte que no, que mercado y capitalismo es lo mismo y lo que Braudel llama capitalismo no es más que injerencias del Estado en el mercado y el capitalismo y eso de debe a las ansias de poder de los políticos colectivistas. Y se quedan tan contentos
ResponderEliminarGracias Deus,
EliminarLejos de ser un problema, entra dentro de la normalidad, como dice Bauman "La verdad es un concepto agonístico: sólo puedes apreciar su rango privilegiado en el seno de una competencia, frente a un desafío", y aquí, yo entiendo agonístico como dialéctico, un proceso de aproximación a la verdad. En consecuencia es positivo ese diálogo, aunque veamos que cuando les resulta difícil imponer "su verdad" empiezan los "tú crees que tienes la verdad absoluta" y demás recursos, que simplemente hay que interpretarlos como un pataleo, ya que suelen ser perseverantes y cabezones y están acostumbrados a que dejes el diálogo por mero cansancio. En definitiva sirve para foguear los argumentos y comprobar su fuerza. La falacia liberal la iremos desmontando poco a poco.
un saludo
acabo de leer una proyección/hipótesis de lo que podría pasar en un futuro con respecto a lo de la guerra de divisas, a mi no me parece muy descabellado y algo que le da verosimilitud es que relaciona todo el proceso con el asunto sobre el posible conflicto con Irán, en concreto lo pone como el suceso que podría desencadenar el fin del dolar como moneda principal en el mundo y lo que respecta al euro... bueno digamos que si sobrevive seria un milagro.
ResponderEliminartengo la impresión de que como con la crisis financiera y de deuda no han conseguido matar y rematar el euro quizás se planteen hacerlo con algo mucho más feo y peligroso como la guerra a Irán.
por cierto aquí está el reportaje:
http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/el_ataque_a_iran_el_fin_del_euro_y_lo_que_vendra
¿qué opinas sobre todo esto?
Ahora mismo no estoy seguro que el papel de las monedas de reserva, siendo importante, sea el papel determinante para una acción tan drástica como esa.
EliminarAlgunos hechos: EEUU nunca había tenido déficits comerciales tan grandes como los que tiene a partir de 2.002, con la entrada de China en la OMC, tras la crisis de los Tigres asiáticos. Y al poco de tenerlos sufre una grave crisis financiera. Es obvio que el papel del dólar es clave, primero para no sufrir una devaluación y segundo para mantener los intereses del T-Bond bajos. Por otro lado no olvidemos los beneficios del señoreaje, que no son para nada despreciables. Pero eso no impide tener que regirse por las mismas reglas, dentro de un margen, que los demás, y la prueba es la crisis financiera. Puede ser, pero es difícil valorarlo.
El otro día se publicaba en The Oil Crash un interesante artículo titulado "El laberinto iraní", en el que se citaba otro artículo de, creo recordar, "crisis energética". Los números allí presentados parecen mostrar que el principal perjudicado sería China, y la verdad, tengo serias dudas sobre que pueda perjudicar tanto a Europa. Piensa que la goblalización es un sistema de producción que además de los paraísos fiscales y mano de obra de barata necesita de un transporte barato y el petróleo es el 90% de la energía usada en el transporte.
http://www.eleconomista.es/interstitial/volver/merche/empresas-finanzas/noticias/3795286/03/12/La-industria-textil-que-se-fue-a-China-inicia-su-regreso-a-Espana-y-Portugal.html
Al final todo nos lleva a dos conceptos que suelen eludir los economistas que son "el poder" ¿y quien tiene el poder? Marx ya avisaba que la clave era "la propiedad". Posiblemente sea más determinante de esta II globalización el pico petrolero de los campos de Texas que la guerra de Vietnam, puesto que supone perder la propiedad de los recursos, y por tanto hay que encontrar un sistema para tener acceso a recursos de otra propiedad.
En un contexto en el que EEUU necesita mantener controlada la deuda veo poco probable (y menos en campaña electoral) otra costosa aventura como las de Irak y Afganistán. Veo más probable una incursión aérea para tirar unos cuantos misiles, o forzar, no un embargo, sino un bloqueo, que evite que el petróleo llegue a China.
La cantidad de efectos no-lineales de una acción de ese tipo, es tan grande, que resulta muy difícil hacer pronósticos. Debe bastarnos saber que la opción de Europa, y de toda la gente de bien a la que le preocupe el bienestar general de la población y no quien ostente "los puestos de mando" de la economía, debe ser la neutralidad, la cual ya se mantuvo por el eje franco-alemán en la II guerra del golfo. Espero que esta vez también España adopte esa postura.
un saludo y gracias por el comentario y por el enlace
en el reportaje mencionado se hace hincapié en la presión de Israel y/o el lobbi judío AIPAC para llevar a Obama hacia un callejón sin salida, eso podría obligarle a llevar acabo alguna acción, seguramente bombardeo como tu decías, la pregunta seria que decidiría hacer Irán porque no creo que lo aceptase sin más y ya amenazaron con cerrar el estrecho. De todas formas, hablando de Israel, no acabo de entender ese empecinamiento con Irán, entiendo que no les puedan ver ni en pintura, pero arriesgarse a abrir un conflicto tan imprevisible... no lo entiendo.
Eliminarseguramente, también, como se valla desarrollando la situación en siria tenga mucho que ver. Yo también creo que a estados unidos no le interesa mucho una acción contra Irán, mas allá de un bombardeo, pienso que el problema es Israel, porque como tu decías, precisamente como es año de elecciones quizás hagan algo para poner a Obama en una difícil situación, hace poco dijo algo como: "E.E.U.U. siempre guardara las espaldas de Israel".
De todas formas espero que, por parte de los israelíes, no sean tan belicistas, y por parte de Obama se bastante diplomático y tenga bastante mano izquierda con las presiones.
por parte de la Unión Europea da la sensación que en esto harán lo posible por que no llegue la sangre al río o retrasarlo lo máximo posible y en esto creo España estará con el eje franco-aleman (Unión Europea)
China y Rusia, sobre todo Rusia, harán mucho para que no llegue la sangre al río.
Buenas Anónimo,
EliminarComo materialista soy partidario de explicaciones más materiales de lo hechos, es decir, creo que lo hay detrás de todo esto son los recursos. Aún siendo consciente de que Oriente Medio es como dijo Kissinger el más importante foco de poder geopolítico del planeta, reconozco que me falta mucho por aprender sobre el tema.
Lo que vemos es que hay un país que destaca por su peso específico en la región y es Arabia Saudita. No es casualidad que es el único que pertenece al G20. Es política y económicamente el más importante, mucho más que Israel, pese a que tenemos la idea de Israel como país desarrollado (pero no es así) y de Arabia como emergente (esto si es cierto). Las relaciones entre ambos sin ser buenas no parecen conflictivas
http://en.wikipedia.org/wiki/Israel%E2%80%93Saudi_Arabia_relations
sin embargo sabemos que en Arabia gobierna una dinastía hereditaria fundamentalista. Hay que tener en cuenta como se mezclan los intereses geopolíticos con los intereses de gente particular. Pienso en como un conflicto interno de Arabia pudo dar lugar a Al Queda y a un personaje como Osama Bin Laden, también, a priori, fundamentalistas. Digo esto sin conocer a fondo la historia de Bin Laden.
Y pensando también en la guerra de Irak, quizás EEUU no saliera especialmente beneficiado de la guerra, pero muchos particulares se beneficiaron. La familia Bush, por ejemplo, al subir los precios del petróleo y otros al vender servicios de caros mercenarios, pagados con emisiones de deuda del tesoro comprada por los bancos centrales de Japón y China, entre otros. Además se cortaban las alas del euro, y las de China, al cerrar el grifo de petróleo iraquí. Y se beneficiaba a Arabia, claro está.
Hay muchos intereses, está claro que un petróleo más caro dará aire a los dictadores de Arabia y se las cortará a China. Los chinos y los rusos han formado la organización de cooperación de Shangai
http://es.wikipedia.org/wiki/Organizaci%C3%B3n_de_Cooperaci%C3%B3n_de_Shangh%C3%A1i
lo más parecido que hay ahora a un contrapoder a la OTAN. Y han mantenido en su órbita a Irán, pero no han tenido "eggs" para admitirle como miembro, y es que el US Navy intimida, incluso a los rusos.
Lo que veo aquí determinante es la sostenibilidad de la deuda de EEUU, que hace muy poco probable una guerra en toda regla. Otra cuestión es tirar un par de petardazos y hacer un bloqueo, muy distinto de un embargo. Embargo quiere decir que no compras, bloqueo que no dejas salir el petróleo hacía ningún país, y el perdedor sería China. No creo que haya bloqueo si China garantiza la sostenibilidad de la deuda de EEUU. El trasfondo sería, como bien dices, la guerra de divisas.
Aunque como ves el tema es muy complejo y no soy experto, mi apuesta es seguir el mercado de T-Bonds. Si China vuelve a comprar, no habrá guerra.
un saludo
Acabo de mirarlo y en enero de 2.012 cambiaron la tendencia, aumentaron su exposición 16.000 millones después de bastante tiempo bajando. Conclusión: no pasará nada, salvo que el dólar mantendrá su fama de insumergible algún tiempo más.
EliminarEn cualquier caso sigue atento a los T-Bonds y a la proa. Todavía no hay nada seguro.
EliminarTe comentaré algo que sólo en parte esta relacionada con tu post. Es una cuestión de tipo monetaria/financiera, que la mayoría de comentaristas económicos como es tu caso, no le estáis dando la importancia debida, en mi opinión. Me estoy refiriendo a los Bancos Centrales y su capacidad de financiación de una economía vía emisión de dinero. La idea central es que si una economía tiene tal poder de emisión de dinero, nunca, repito, nunca, va a 'reventar'. Puede haber recesiones, incluso algún que otro crash, pero nunca se hundirá al 100%. Seguro que opinas que las inyecciones de liquidez simplemente se limitan a ganar tiempo. Cierto. Pero justamente es tiempo lo que necesita una economía (empresas, etc..) para buscar alternativas mas rentables que las que provocaron el crash. El caso del rescate bancario europeo vía financiación permanente y libre en el B.C.E. es absolutamente revelador. La banca española ya ha vuelto, con este tiempo ganado para reorientar su actividad, a dar buenos beneficios. El que se hayan dejado caer a algunas empresas, o incluso países (Grecia) de manera indecente, no es relevante en magnitudes globales. El sistema simplemente nunca caerá. Nunca.Y sólo y exclusivamente gracías a ese mecanismo cada vez más refinado de la emisión y refinanciación de la economía.Sin el, sí habría existido un implosion del sistema de tipo bíblico. Y una muy probable refundación del modo capitalista. Y no es que yo este interesado en eliminar/refundar el sistema. No lo estoy. Es simplemente la constatación de lo que considero que es una evidencia científica sin duda posible, evidencia que, sorprendentemente, esta muy poco analizada (o nada) en los medios públicos. En este sentido, todas las posibles acciones, deseos, movimientos sociales, etc., de modificar el sistema se van a encontrar siempre con que el sistema dispone de una especie de 'facultad mágica' que lo hace practicamente indestructible. ¿Como lo ves?. Saludos, buen post
ResponderEliminarBuenas antonio, y gracias por tu comentario,
EliminarLas cosas no son tan sencillas como tú las planteas. Estoy terminando un post, que creo que estará en un par de días, que toca más de lleno la cuestión que citas. Si quieres hablamos cuando lo leas. Sigue atento a la proa.
un saludo
En verdad con cada publicación tuya el mundo se ve de otra forma, es como si cayeran vendas que tenía en los ojos, las crisis son a nivel mundial y todo ocurre por unos pocos, que tristeza... Gracias por tu blog!
ResponderEliminarGracias teles,
ResponderEliminarYa me contarás de que va tu página sobre televisores
Hola, soy estudiante de economía y me interesa eso que dices:
ResponderEliminar"El problema es también el sobreprecio que pagamos por todo como consecuencia de su producción monopólica u oligopólica. Porque no lo dudéis, John D. fue el más eficiente mientras existían competidores, pero una vez eliminados todos pudo fijar el precio que maximizaba sus beneficios, que en un monopolio es aquel en el que una subida adicional provocaría una caída de las ventas que disminuiría dicho beneficio. Pero hasta llegar a ese punto se puede elevar el precio un buen trecho. Lo que significa que mucha gente tuvo que consumir menos aceite para lámparas, o incluso prescindir de su consumo y no poder estudiar por las noches. Y significa también que las ciudades podían iluminar menos calles".
Veamos: supongamos por un momento que un capitalista tiene un escenario en digamos el producto X, en el cual NO hay regulaciones legales de ningún tipo, ni leyes que rijan la venta del producto X como las que se ocupan de regular la venta de automóviles, alimentos, viviendas, etc. Imaginemos además que los trabajadores del producto X no pueden constituirse en sindicatos en lo absoluto, y que no hay leyes de salario mínimo para el producto X. Imaginemos además, que el capitalista que comercia con el producto X no tiene ni un solo competidor, ya que no hay absolutamente nadie más en el mercado que comercie con el producto X. Supongamos por un momento que todas esas condiciones se presentan al mismo tiempo en el caso del producto X. Hagamos abstracción de la posibilidad o no de que en la práctica eso pueda ser posible de la forma en que lo he descrito e imaginemos ese caso por un momento como algo absolutamente real.
En ese escenario...¿Consideraría usted inevitable que muchas personas pobres que viven en ese mercado no podrían jamás comprar el producto X porque inevitablemente el capitalista se encargaría de hacer subir el precio del producto X hasta que estuviera por encima de las posibilidades de los más pobres?
La pregunta puede parecerle a usted estúpida, pero en realidad no lo es. Todo llegará, y ya veremos porque en realidad no lo es, pero de momento me gustaría saber como la contestaría usted. Limítese a considerar estrictamente las condiciones que le he planteado, como fijas e inmutables.
PD. No es broma, ni tomadura de pelo tampoco.
Buenas Albert,
Eliminar¿Eres el Albert de siempre o eres otro? No tengo mucho que añadir al párrafo que citas. El precio será el que maximice el beneficio, y será mayor que en competencia, lo que implica que se consumirá menos. Que sean pobres o no dependerá del tipo de producto, no es lo mismo i-phones que pan. Y si, en principio según la lógica económica sería inevitable y no importarían consideraciones "morales". Otra cuestión es que al fin y al cabo la economía no es más que una parte de algo más amplio que son las relaciones sociales. Algunos relacionan las revueltas en Túnez y Egipto con las subidas de precio de las commodities, en especial los alimentos.
un saludo
No: soy recién llegado a esta página.
ResponderEliminarExiste un contra ejemplo al párrafo citado: el mercado de drogas. Por definición no tienen ninguna ley que regule la venta (tendría gracia que la hubiera) ni sindicatos (tendría gracia que al Gran Emperador de las drogas sus empleados le quisieran poner un sindicato: tiro en la cabeza para el que lo intente y punto) ni precio máximo ni salario mínimo. Generalmente los Grandes Emperadores suelen pactar entre ellos para no competir. (Tú no vendes en Sinaloa y yo no vendo en Ciudad Juárez: tú no vendes en el Bronx y yo no vendo en Harlem tú no vendes en Yokohama y yo no vendo en Tokyo etc) Así que el Gran Emperador no tiene competidores, ni uno. O sea, que se dan todos juntos al mismo tiempo todas las condiciones para que el precio del "producto" sea poco o nada factible de pagar para los pobres, y el "producto" sólo este al alcance de los ricos. Sin embargo, uno de las cosas mas odiosas de este comercio es que precisamente entre los más pobres (Del Bronx o de Harlem, de Yokohama o Tokyo, de Sinaloa o Ciudad Juárez, no importa) es que se suele consumir, y no porque los ricos no consuman también, sino porque a los Grandes Emperadores les resulta rentable asegurarse que haya "producto" para los bolsillos pobres también.
Lo que nos lleva a una pregunta interesante: si los Grandes Emperadores son, por definición capitalistas de alma negra (hay que serlo para meterse en ese negocio) y "La naturaleza del capitalista es acumular, nos dicen, igual que la naturaleza del escorpión fue picar a la rana cuando ambos atravesaban el río" entonces, ¿Porque se toman tantas molestias para que su "producto" lo puedan comprar los pobres también? Porque me intriga que en este caso NO se cumpla lo de que "mucha gente tuvo que consumir menos aceite para lámparas, o incluso prescindir de su consumo y no poder estudiar por las noches. Y significa también que las ciudades podían iluminar menos calles". Es triste decirlo, pero en este caso, el "producto" lo puede comprar cualquiera. No se verifica que el capitalista haga subir los precios sin que le importe que muchos no puedan comprarlo. Y mira que es raro, es el UNICO mercado en que se cumplen a la vez todas las condiciones para que así sea. Ninguna regulación, ningún sindicato, y a menudo ni un solo competidor. Y siendo también uno de los mercados más globalizados del mundo es el que más ha luchado por asegurarse de que su "producto" pues realmente "lo puedan comprar todos".
¿¿¿Por que vemos esta paradoja???
Buenas Albert,
EliminarEstoy un poco desconectado del mundo de las drogas, la verdad. Cuando yo era adolescente y durante mis primeros años de juventud la droga que se consumía en España era la heroína y no era una droga que pudiese pagar un pobre. Es cierto que de una u otra forma consumían su dosis diaria, pero no se podía pagar una dosis diaria con un sueldo de mileurista, o su equivalente de entonces (100.000 pesetas).
Habría que ver cuanto les cuesta la marihuana a los cooperativistas que la producen para auto-consumo y cuanto cuesta en "el mercado" Mi impresión es que en un mercado legal y competitivo la droga sería mucho más barata incluso con impuestos. Una dosis la puede pagar cualquiera, otra cuestión es que cualquiera pueda pagar una dosis diaria, esa gente normalmente terminaba en la cárcel por robar o traficar.
Lo que quiero decirte es que la cuestión clave es el precio. Un mercado competitivo es el de los coches, incluso el de los coches de lujo. Si un BMW cuesta 60.000 euros, no es accesible a los pobres, pero si solo hubiese un coche de lujo el precio tendría que subir ¿hasta donde? pues depende. La demanda es una función del precio "D(p)" Imagina que es una recta, puede ser D = p + k(constante) o D = 3p + k, la elasticidad-precio es importante ¿Subir de 60 a 70.000 euros cuantos compradores elimina?
En mi opinión la droga es bastante inelástica: piensa en el tabaco. Su precio se ha multiplicado y aunque surgen semi-alternativas (tabaco de liar, tabaco de contrabando) el consumo apenas se reduce. Una cajetilla diaria es un coste muy importante, pero cuando empiezas, 4 euros es barato comparado con lo que gastas en salir en un fin de semana. En consecuencia el precio, en un mercado en monopolio es un encuentro entre dos factores, que sea suficientemente barato para que quiera iniciarse o probarlo mucha gente (sin percibir el coste diario, sino solo el de una dosis, nadie empieza a fumar pensando en consumir todos los días) y suficientemente caro para que el beneficio sea máximo. En un producto así, con el tema de la adicción, lo fundamental es conseguir es que mucha gente se inicie. Luego, como vimos con la heroína, a pesar de que el coste era elevado para mantener un dosis diaria, la gente hacía lo que sea para conseguirla.
Esa es mi explicación, reconociendo que no soy experto en el tema. Intuyo que tú ya tienes una explicación alternativa, la leeré con atención.
un saludo
No tengo ninguna explicación; la estoy buscando...
ResponderEliminarDe ese mercado sólo sé lo que dicen los documentales y series como The Wire o culebrones como La Reina del Sur o Pablo Escobar. Pero es evidente que en las favelas brasileñas donde la gente vive en extrema pobreza hay mucho tráfico, o sea que la gente pobre, de hecho, puede comprar. Lo mismo pasa en los guettos de ciudades ricas como New York u otras de Japón. En eso no hay distingos, porque como ya dije, es uno de los negocios más globalizados.
Su post me resulta instructivo para conocer la situación de España (soy latinoamericano y no he estado nunca allí) pero realmente no responde la pregunta: HAY una paradoja en el hecho de que ese mercado tenga todas las condiciones para que el capitalista suba el precio hasta hacerlo inalcanzable para los pobres, y el hecho es que ocurre justo lo contrario. (El coste de producción de la droga en cuestión me es indiferente, porque el capitalista siempre venderá al precio que maximice sus ganancias independientemente del costo real: si puede obtener un margen de ganancia del 100% o del 1000% lo hará mientras nadie se lo impida. Tampoco me impresiona el alegato de que lo importante es que el consumidor se haga adicto: un rico se adicciona con la misma facilidad que un pobre, pero al rico se le saca más dinero, que es lo que importa). Las horas-hombre destinadas a venderles droga a los pobres pueden ser consideradas como coste de oportunidad, en el sentido de esas mismas horas-hombre dedicadas a venderles a los ricos darían más ganancia; pero el hecho es que se le dedican muchas horas-hombre a venderles a los pobres. Lo lógico sería que el capitalista dijera: "Que me importan a mí los pobres: yo vendo al precio máximo y quién no tenga para comprar que se fastidie". PERO NO LO HACEN.
Una de dos: o el capitalista tiene un interés creado en conseguir que su producto se vuelba de consumo masivo (sacrificando precio, pero multiplicando su índice de ventas) y en ese caso esta equivocado el parecer (convencionalmente aceptado como válido) de que en monopolio el capitalista inflará los precios y creara una gran masa de excluidos que no podrán comprar, o bien la teoría es correcta y efectivamente el capitalista será el más eficiente hasta que haya logrado el monopolio y entonces sangrará los bolsillos de todos sin que le importen los problemas sociales que eso cause a largo plazo: "La naturaleza del capitalista es acumular, nos dicen, igual que la naturaleza del escorpión fue picar a la rana cuando ambos atravesaban el río". Pero si eso es cierto, entonces esa teoría NO puede explicar la conducta de los narcotraficantes, que NO cumplen con la conducta de Rockefeller de "John D. fue el más eficiente mientras existían competidores, pero una vez eliminados todos pudo fijar el precio que maximizaba sus beneficios... Lo que significa que mucha gente tuvo que consumir menos aceite para lámparas o incluso prescindir de su consumo... Y significa también que las ciudades podían iluminar menos calles". Y la teoría NO puede explicar porque eso NO se cumple para las drogas.
Aquí hay algo que falla. Pero no puedo encontrar qué.
Buenas Albert,
EliminarDiscrepamos, lo cual es normal. Para mi la teoría si explica el mercado de la droga. Lo que viene expresado en el post es una simplificación, como no podía ser de otra manera. Lo que hay que ver es el producto ¿que es la droga? Es un producto de consumo ¿de evasión, placer? si ¿social? Fundamentalmente. Hay ricos y hay pobres, y hay una inmensa capa intermedia de gente que desprecia a los pobres y aspira a ser rico, mientras se mueve en la periferia de la riqueza pero puede ser expulsado de allí hacía la pobreza en cualquier momento. Esa gente no se puede permitir consumir drogas, salvo puntualmente en la adolescencia y como experiencia puntual. Me pregunto ¿que alternativa tienen los pobres? Pocas, además de delinquir, traficar o consumir drogas. En Occidente, en particular en España, posiblemente el 70% de la gente menor de 35 o 40 años ha consumido drogas, pero pocos son adictos, y en general son pobres. Esa es la cuestión.
un saludo
Permíteme que deje un enlace a un artículo donde se habla de "la mano invisible" pergeñada por Smith y de cómo las fábulas y mitos que explican nuestro mundo van cambiando con el cambio de las circunstancias.
ResponderEliminarhttp://unalatadegalletas.blogspot.com.es/2012/05/mandeville-y-la-fabula-de-las-ovejas.html
Un saludo Jesús.
Buenas Cazador,
EliminarEn absoluto me importa, es más, me parece una entrada extraordinaria. Me ha gustado mucho, te felicito.
Me gusta mucho tu blog, si quieres podemos intercambiar vínculos. Tengo por costumbre colocar a la derecha los blogs de los seguidores vía "blogger" o de otros que han incluido un vínculo a mi página.
saludos