Queremos cambiar el
mundo, o más bien encauzarlo, porque el mundo nunca deja de cambiar,
pero para ello no basta con tener claro el objetivo, una meta, hay
que entender el proceso de cambio, de forma que nuestras acciones
sean las más eficaces para alcanzar ese objetivo, o al menos sean
coherentes con él.
Fiedrich Engels dijo ante
la tumba de Karl Marx que este había descubierto “las leyes de la
Historia”. El manifiesto comunista, obra conjunta de ambos
autores es una oda a la burguesía y su poder de trasformación de
las relaciones de producción. Para Marx y Engels el desarrollo de
las fuerzas productivas había conducido a cambios inexorables:
Hemos visto, pues, que los medios de producción y de cambio, sobre cuya base se ha formado la burguesía, fueron creados en la sociedad feudal. Al alcanzar un cierto grado de desarrollo estos medios de producción y de cambio, las condiciones en que la sociedad feudal producía y cambiaba, toda la organización feudal de la agricultura y de la industria manufacturera, en una palabra, las relaciones feudales de propiedad, cesaron de corresponder a las fuerzas productivas ya desarrolladas. Frenaban la producción en lugar de impulsarla. Se transformaban en otras tantas trabas. Era preciso romper esas trabas y se rompieron.
Y así continuaría
siendo en el futuro, cuando de la misma forma, el desarrollo de las
fuerzas productivas capitalistas, que implica necesariamente la
creación de una clase proletaria, creará las condiciones que harán
que la burguesía tenga que ser eliminada, suprimida, superada. El
proletariado se convertirá en clase dominante y esto supondrá la
abolición de las relaciones de clase.
El proletariado se saldrá de su dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas productivas.
La pretensión de Engels
y Marx de descubrir las leyes de la Historia es claramente ilustrada,
considerar al hombre, aislado o en sociedad, un objeto de estudio
científico cuyo comportamiento puede quedar definido por leyes
universales como las del movimiento de los astros. Afortunadamente
esto no es posible, ya que existe el libre albedrío y el ser humano
no puede conocer el futuro, a pesar de ello la coletilla del
“desarrollo de las fuerzas productivas” que supuestamente
conduciría a la abolición de las clases sociales, quedó
firmemente incrustada en el imaginario de los progresistas de
izquierdas, espoleando nuestra fe en la solución a todos los
problemas a través del crecimiento y
de la tecnología.
Ello no quiere decir que
no podamos conocer nada sobre cómo se produce el cambio social. Una
idea es mirar hacia el pasado, ya que aunque los procesos de cambio
del pasado no son una guía para los del futuro, si podemos extraer
de ellos algunas lecciones que nos pueden ser útiles. Paul Mason en
su libro Postcapitalismo, hacia un nuevo futuro esboza una
explicación causal del cambio del feudalismo a la modernidad, que él
denomina capitalismo.
El modelo feudal de agricultura chocó en primera instancia con los límites medioambientales y, a continuación, con un colosal impacto externo: la peste negra. Tras esta, tuvo que soportar una conmoción de índole demográfica: quedaron demasiados pocos brazos para trabajar la tierra, lo que aumentó los sueldos de los supervivientes e hizo inviable el cumplimiento en la práctica del viejo sistema feudal de obligaciones. La escasez de mano de obra también convirtió en necesaria la innovación tecnológica. Las nuevas tecnologías sobre las que se sustentó la ascensión del capitalismo mercantil fueron precisamente las que estimularon el comercio (la imprenta y la contabilidad), la creación de riqueza comercializable (la minería, la brújula y la navegación rápida) y la productividad (la minería, la brújula y la navegación rápida) y la productividad (las matemáticas y el método científico).Presente a lo largo de todo ese proceso estuvo algo que parecía secundario en el viejo sistema, pero que estaría destinado a convertirse en la base del nuevo: me refiero al dinero y al crédito. Muchas leyes y costumbres estaban anteriormente erigidas, de hecho, en torno a la idea de ignorar el dinero; en el momento de apogeo del feudalismo, el crédito era considerado pecaminoso incluso. Así que, cuando el dinero y el crédito desbordaron los límites que les imponía ese sistema y crearon uno propio de mercado, hubo una sensación de revolución. El nuevo sistema cobró entonces nuevos bríos gracias al descubrimiento de una fuente virtualmente ilimitada de riqueza "gratuita" llamada América.La combinación de todos esos factores hizo que todo un grupo de personas que habían sido objeto de persecución o marginación durante el feudalismo -humanistas, científicos, artesanos, hombres de leyes, predicadores radicales... y hasta dramaturgos bohemios como Shakespeare- se situaron a la cabeza de la transformación social. Y en ciertos momentos clave (aunque solo tímidamente al principio), el Estado varió su actitud y dejó de obstaculizar el cambio para favorecerlo.
La explicación es
interesante porque nos permite captar como los cambios tecnológicos
(imprenta, navegación) se entrelazan con los sociales
(perfeccionamiento del crédito entre desconocidos) y con los shocks
externos (peste negra, descubrimiento de América) para llevar al
sistema a un auténtico punto de inflexión (tipping point) en el que
el cambio se desarrolla a gran velocidad (sin olvidar que alcanzar
ese “tipping point” fue cuestión de varios siglos de cambio
gradual). Concuerda a la perfección con la visión de Hegel, que
ya citamos en un artículo:
Así, el espíritu que se forma madura lentamente y en silencio hasta su nueva figura, desintegra pedazo a pedazo el edificio del mundo que lo precede; la conmoción del mundo la indican tan sólo síntomas esporádicos; la frivolidad y el aburrimiento que invaden lo que todavía subsiste, el presentimiento vago de algo desconocido, son los signos que anuncian algo distinto que está en marcha. Este resquebrajamiento continuo que no alteraba la fisonomía del conjunto se ve bruscamente interrumpido por la salida del sol que, en un relámpago, dibuja de una vez la forma del nuevo mundo.
Sin embargo, si por un
lado puede aclarar nuestra visión en otro aspecto la oscurece, dado
que la descripción está muy anclada en otro concepto que en origen
fue marxista pero que en la actualidad goza de aceptación universal,
lo que se conoce como “modo de producción”. Según el propio
Marx en su Contribución a la crítica de la Economía Política
En la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones constituye la estructura económica de la sociedad, es decir, la base real sobre la cual se alza una superestructura jurídica y política y a la cual corresponden formas determinadas de la conciencia social. En general, el modo de producción de la vida material condiciona el proceso social, político y espiritual de la vida. No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino al contrario, su ser social es el que determina su conciencia.
Esta visión mecánica y
determinista de la sociedad (muy en la línea de los descubrimientos
de Newton para el movimiento de los astros) y por tanto del cambio
social, presenta varios defectos. Por un lado el énfasis en las
relaciones de producción nos hace perder de vista el resto del
sistema, como si los aspectos culturales no tuviesen importancia. A
pesar de ello los marxistas sí realizaron una importante labor de
prédica, explicando a los trabajadores como eran explotados, en
contradicción con los postulados del propio Marx de que la
conciencia del hombre está determinada por factores externos y por
tanto es irrelevante. Sin embargo, el movimiento obrero terminó
disolviéndose a causa de la educación universal, que hacia finales
de la década de los años sesenta había conseguido que los hijos de
las clases proletarias accediesen a la educación universitaria, y
por tanto, tendido un puente que disolvía de forma aparentemente
definitiva las diferencias de clase, o las suavizaba. Los
neoliberales entendieron mucho mejor que los marxistas cómo funciona
el cambio social, y conceptos clave como el deseo mimético, y
lanzaron un ataque que en poco tiempo condujo a una auténtica
revolución, condenando al marxismo a convertirse, en la
práctica, en una molesta pieza de museo. Molesta puesto que sus
fétidos restos todavía tienen el poder de capturar los imaginarios
de una inmensa mayoría de la población, que vería con agrado un
cambio, pero que siente pavor ante el mundo de “instituciones
públicas fuertes”, es decir, burocratización racional kafkiana,
que les prometen los neomarxistas.
Una segunda cuestión, de
menor interés pero sin duda todavía muy importante, es que el “modo
de producción” suele caracterizarse por un aspecto que domina
sobre los demás, en nuestro caso el capital o el mercado,
ello nuevamente capta nuestra atención, haciendo que se pasen por
alto los
principios filosóficos fundamentales que animan a toda la
modernidad, tanto al capitalismo como al socialismo. Por otro
lado, ello hace que perdamos de vista que hay varias formas de
integración económica, distintos tipos de relaciones económicas, y
que aunque una de ellas domine, en este caso el intercambio, las
otras siguen siempre existiendo dentro del sistema.
Otro socialista, pero
cristiano, y que volvió la mirada al pasado para iluminar el
presente sin asco ante las “tradiciones atrasadas” de la
humanidad, Karl Polanyi, analizó en el capítulo 4 de La gran
transformación, titulado Sociedades y sistemas económicos, y
posteriormente con más detalle en El sustento del hombre y en
algunos artículos cortos, los diferentes tipos de relaciones
económicas que habían utilizado los humanos a lo largo de su
historia.
Se puede afirmar, en general, que todos los sistemas económicos que conocemos, hasta el final del feudalismo en Europa Occidental, estaban organizados siguiendo los principios de la reciprocidad, de la redistribución, de la administración doméstica, o de una combinación de los tres. Estos principios se institucionalizaron gracias a la ayuda de una organización social que utilizaba los modelos de la simetría, de la centralidad y de la autarquía entre otros. En este marco, la producción y la distribución ordenada de bienes estaban aseguradas gracias a la existencia de toda clase de móviles individuales, disciplinados por los principios generales de comportamiento. Y, entre estas motivaciones, el beneficio no ocupa el primer puesto. La costumbre y el derecho, la magia y la religión impulsaban de consuno al individuo a conformarse a reglas de conducta que, en definitiva, le permitían funcionar en el sistema económico.
Polanyi concluye que
antes de la aparición de un sistema autoregulador de mercado el
móvil estrictamente económico de la ganancia era residual en la
organización de la producción y el consumo, por el contrario, las
relaciones económicas estaban encastradas en la organización social
y los comportamientos repetitivos y predecibles y la organización
del trabajo quedaban asegurados por una red de obligaciones mutuas.
Lo interesante es notar que este tipo de relaciones se mantienen en
la actualidad, el Estado sigue realizando una redistribución a gran
escala, y la reciprocidad y el don, o regalo, sigue siendo clave en
las relaciones familiares, de amistad y en general en el ámbito de
los cuidados, a pesar de que todo
parece indicar que este ámbito continua siendo reducido en favor del
mercado.
Sería un error, por
tanto, fijarnos en un aspecto esencial que define el sistema, e
intentar cambiarlo, ya que seguramente estará vinculado con
creencias, visiones del mundo, valores, poder de los grandes
jugadores, y muchas otras relaciones, de distintos tipos. Es
necesario comprender mejor el sistema, identificar posibles caminos
para el cambio y experimentar con ellos, viendo los resultados y
actuando en consecuencia.
Roman Krznaric, por su
parte, nos
propone un acercamiento transdisciplinar al cambio. En su
análisis del proceso que llevó a la abolición de la esclavitud en
Reino Unido, resalta como en pocas décadas se consiguió alcanzar lo
que parecía impensable poco tiempo antes:
En la década de 1780 más de tres cuartas partes de la población mundial estaba en servidumbre, a través de África, Oriente Medio, Asia, Europa y las Américas. Los barcos británicos dominaban el comercio internacional de esclavos y medio millón de esclavos africanos estaban siendo obligados a trabajar hasta la muerte cultivando caña de azúcar en las colonias británicas de las Indias Occidentales. La idea de que la esclavitud era legítima y "normal" estaba profundamente arraigada en la conciencia pública en Gran Bretaña, y se aceptaba generalmente que la economía británica no podría sobrevivir sin la esclavitud y la trata de esclavos.
Krznaric resalta el
liderazgo del diácono anglicano Thomas Clarkson y de grupos sociales
como los cuáqueros. En la actualidad se suele prestar una atención
nula a los movimientos religiosos, a los que se ve como
tradicionalistas opuestos al cambio, una herencia más de la
ideología moderna progresista-liberal-marxista. En la práctica
vemos que su papel ha sido importante en cambios de gran calado.
Clarkson y los cuáqueros establecieron una alianza y llevaron a cabo
una estrategia reformista, consiguiendo prohibir en primer término
el tráfico de esclavos, para posteriormente y en un segundo
movimiento, lograr la abolición de la esclavitud y la liberación de
los 800.000 esclavos que en ese tiempo había en el territorio
controlado por el Reino Unido.
A pesar de los intereses
económicos que existían tras el tráfico de esclavos y los negocios
relacionados de construcción naval, seguros, etc., soportados por la
visión supremacista y colonial de la época, los antiesclavistas
consiguieron ir concienciando a las masas, sobre todo los ciudadanos
educados, por ejemplo distribuyendo 8.700 copias de un diagrama donde
se mostraba a los esclavos amontonados en un barco, y realizando
demandas judiciales contra los capitanes por la muerte de esclavos.
Este movimiento desde abajo nunca se pensó para facilitar una
revuelta, sino que se usó conjuntamente con la negociación y la
presión a miembros del parlamento. La alianza antiesclavista supo
aprovechar las coyunturas imprevistas y puntos de inflexión, por
ejemplo, la prohibición de traficar con los franceses a causa de las
guerras napoleónicas.
Otra visión del cambio
con puntos en común con la Krznaric nos la trae Duncan Green en su
libro How
Change Happens. Green pone el ejemplo de los Chiquitanos,
indígenas bolivianos que hasta hace un par de décadas carecían de
derechos, y realizaban trabajos gratuitos para las personas
importantes de la comunidad. El primer paso en un proceso exitoso de
cambio de su realidad fue “empoderarse”, es decir, tomar
conciencia de que tienen derechos y expandir su capacidad de acción,
uniéndose entre sí. La elección de Evo Morales como presidente fue
un punto de inflexión en su lucha que les condijo a un rápido
proceso de cambio y mejora de su condición.
Green destaca que su
aproximación al cambio es desde la dinámica de sistemas y el
análisis del poder, un marco muy atractivo, pero del que no es
sencillo extraer conclusiones prácticas. Una de ellas es este
diagrama con cuatro cuadrantes, en los que se puede colocar el tipo
de cambio que vamos buscando.
Se suelen despreciar los
dos cuadrantes izquierdos, pero como hemos visto en el caso de la
abolición de la esclavitud y de los Chiquitanos, en realidad son
claves para abordar cualquier proceso de cambio.
En la actualidad, en
nuestro camino hacia una sociedad más justa y sostenible, el
activismo se concentra en el cuadrante superior izquierdo, y, en
menor medida en el superior derecho. Tenemos que entender el entorno
en el que se produce el cambio, por ejemplo, la emergencia de las
nuevas tecnologías, y como estas permiten que la difusión de
información sea menos centralizada, pero con ciertos límites. En
cuanto a lo que se pueda alcanzar, por ejemplo, a través de blogs,
hay que tener en cuenta que están limitados por la legitimidad del
emisor, ya que medio, mensaje y emisor se perciben por el receptor
como un todo. Al ser el emisor una persona desconocida, un activista
cualquiera y no un periodista profesional, o intelectual de
reconocido prestigio, se deberá poner especial atención a la
justificación del mensaje, respaldándolo con datos, estudios
académicos o citas de autores de reconocido prestigio, lo que sin
duda hará que el blog tenga un “techo de cristal” mucho más
bajo que un medio convencional. A pesar de ello hay que tender a la
creación de redes descentralizadas de creación y difusión de
contenidos que vayan allanando el camino de una toma de conciencia.
“Kits de herramientas” para que se puedan reproducir
grupos en otros lugares como la asociación Autonomía y Bienvivir
pueden ser de utilidad a la hora de ir creando redes de difusión
cada vez más amplias. El boca a boca tampoco debe ser despreciado,
especialmente con los más cercanos, la pareja, padres, hermanos,
hijos y amigos, sobre todo cuando se trata de prácticas de reducción
o modificación de consumo que nosotros hemos llevado a cabo con
éxito.
En el cuadrante superior
derecho tampoco debemos despreciar la influencia de las nuevas
tecnologías. Si bien ese cuadrante, en teoría del desarrollo, está
pensado para simbolizar el acceso al crédito, trabajo, educación o
servicios médicos, en el proceso de cambio que a nosotros nos
interesa podríamos pensar en recursos para aquellas personas que
están tratando de desarrollar prácticas económicas alternativas,
de producción o consumo. Para ellos, de momento con mucho menos
poder que las empresas de la economía convencional, puede ser clave
la difusión gratuita que hagan de su actividad por la red aquellos
interesados en el proceso de cambio.
Por último, y como nos
muestran los ejemplos de la lucha contra la esclavitud o la
discriminación de los Chiquitanos (o el propio paso del feudalismo a
la modernidad) se debe trabajar en el cuadrante inferior derecho,
aunque este suele ser el último paso. Lo que los ejemplos de cambio
nos muestran es que este paso es necesario, por lo tanto la vieja
dicotomía entre movimiento social y acción política debe
desecharse, ambas son necesarias y complementarias, sin embargo, hay
que tener en cuenta que es ilusorio pedir a los políticos que
pierdan apoyos o poder para secundar iniciativas minoritarias, por
muy fundadas que parezcan en la literatura científica. En este punto
hay que ser objetivo, y tan profusa es la literatura académica
colapsista como la anticolapsista, por lo que para obtener apoyo
político será necesario en primer lugar un trabajo exhaustivo y
exitoso en los otros cuadrantes, cambiando visiones del mundo y
poniendo a disposición de la población alternativas viables al
alcance de su mano.
Otro ejemplo de cambio
rápido que se da en el libro puede ilustrar este punto, la práctica
de vendar los pies a las mujeres, en China, que había durado mil
años, se cambió en una generación. El primer paso fue mostrar la
alternativa, explicando las ventajas del pie natural. Posteriormente
se fundaron sociedades de “pies naturales” en el que los
participantes se comprometían a no casarse con una chica con pies
vendados y a no vendar los de sus hijas. Cuando estas sociedades
alcanzaron una masa crítica de participantes que hacia posible para
las mujeres contraer matrimonio a pesar de tener el pie natural, la
práctica cesó por completo y de golpe.
Aquí hay que mencionar
otra lección que se puede extraer de la dinámica de sistemas: los
sistemas dependen de la trayectoria. Sin cambiar las visiones del
mundo y la percepción de los problemas será difícil pasar a la
siguiente fase, de construcción de alternativas, establecimiento de
políticas y normas sociales. A pesar de ello, tenemos que contar con
los momentos de crisis, momentos en los que algunas resistencias al
cambio pueden ceder, en esto los neoliberales nos pueden dar también
algunas lecciones.
La frase de Friedman es
muy acertada, y hay que reconocer que el neoliberalismo es un ejemplo exitoso de cambio social. Ciertamente, los sistemas acumulan
tensiones que les pueden hacer evolucionar de forma brusca, cuando
algún shock externo puede provocar una aceleración del cambio. Si
somos coherentes con nuestro pensamiento, es previsible que el
entorno medioambiental continúe precipitando crisis como la crisis
financiera internacional, la crisis de los refugiados o el Brexit.
Será fundamental trabajar en alternativas y en cambiar las visiones
del mundo, teniendo presente que aunque parezca que estamos en una
fase de estancamiento, posteriormente el cambio se puede precipitar
de golpe gracias a nuestro trabajo.
El análisis de las
estructuras de poder también debe servirnos para alejarnos de
posturas que pueden dificultar el cambio. Una fuerza tremenda en
defensa del statu quo son las empresas, especialmente las más
potentes, ya que los cambios pueden amenazar el retorno de sus
inversiones. Sin embargo, los procesos de cambio muestran que a veces
es necesario hacer alianzas insospechadas, las empresas no son una
fuerza monolítica, compiten entre ellas y algunos grupos pueden ser
favorables al cambio mientras otras tratan de impedirlo. Habrá que
estar atento a ello para utilizar el “divide et impera” cuando
sea necesario.
Un ámbito que ejerce un
innegable poder en nuestra sociedad, legitimado por el discurso
racionalista de la ilustración, es la academia, y la correa de
transmisión posterior de think tanks y expertos e
intelectuales. Y es que el poder más persistente y peligroso es el
invisible, el que no se ve. Aparentemente poco podemos hacer desde el
activismo en este ámbito, a pesar de que es obvio como por ejemplo
en España la inmensa mayoría de los intelectuales que tienen hueco
en los medios deben algo a los grandes partidos, o en otros
territorios deben lealtad a algún colegio invisible, agrupación
empresarial o grupo de presión o partido financiado por empresarios.
A pesar de ello, la crítica al discurso académico sesgado, y la
difusión de las aportaciones que consideremos de interés en nuestro
favor, pueden tener importantes consecuencias a largo plazo, formando
la subjetividad de futuros académicos, o benefactores que busquen la
difusión de ciertas ramas o especialidades prometedoras, como la
economía ecológica a la economía de la felicidad.
A la hora de cambiar las
normas sociales habrá que prestar especial atención a la
importancia que pueden tener los modelos de comportamiento,
especialmente si se trata de celebridades.
Sin embargo, la
interacción entre las instituciones, las comunidades e individuos y
el entorno, incluyendo el medio ambiente y la tecnología, siempre
nos sorprenderá, por su imprevisibilidad, dada la imposibilidad de
conocer con detalle el sistema y la estructura de poder. Ante esto,
la dinámica de sistemas nos da una herramienta para decidir la mejor
forma de actuar, representada en este cuadro:
Siento comunicaros que
nos encontramos en el cuadrante inferior izquierdo, o como mucho en
el derecho, aunque no sabemos por cuanto tiempo el contexto puede ser
estable (basta pensar en lo que está pasando en Cataluña estos
días, pero también en la TICs o en el cambio climático). Tenemos
que encontrar la desviación positiva, es decir, aquellos lugares del
sistema donde el cambio ya se está produciendo, o experimentar con
alternativas y evaluar cuanto antes el resultado, para clonar el
modelo de éxito allá donde podamos. Sin restar importancia a lo que
hasta ahora se ha hecho, que es sobre todo hacer que muchas personas
tomen conciencia de los problemas, tenemos también que intentar
soluciones en los cuadrantes inferiores del primer cuadro, en la
mitad sistémica. Para ello primero será necesario identificar
cuáles pueden ser las mejores apuestas, para concentrar allí los
esfuerzos. Durante el próximo año o próximos dos años pienso
dedicar todo el esfuerzo que pueda a esta cuestión, y espero
presentar alguna propuesta concreta, porque siempre será mejor
actuar que no hacer nada.
Estimado Jesús,
ResponderEliminarTe mando un caluroso saludo desde México. He leído tu artículo y afortunadamente me encuentro con un texto que es claramente un desafío intelectual para nuestros tiempos, sin duda un tema del que hay que problematizar y reflexionar demasiado.
Desde mis 12 años me pregunté constantemente sobre las razones por las que el mundo no cambia ante una serie de injusticias. Es un tema que hoy en día sigue vigente en mi cabeza, pero como en muchas otras cuestiones creo que no hay una solución única y la gente común a nivel global ha ido perdiendo el gusto (o quizá nunca lo tuvo) de buscar las raíces, es decir, las fuentes estructurales de los problemas.
Considero que esto último es uno de los mayores lastres para el cambio junto con la grave crisis de individualidad que se vive en el mundo.
Respecto a ello, primero veo una sociedad hiper-modernizada que vive en un mundo en donde el flujo de información es abismal y a veces blogs maravillosos como el tuyo quedan reducidos a una aguja en un pajar de información, en este contexto la información puede perderse facilmente ante un mundo en donde no existen los problemas de fondo o los problemas estructurales. Por poner un ejemplo en México un grupo de soldados ejecutó a un presunto delincuente extrajudicialmente y todos los comentarios vertidos en las redes sociales eran referentes a si estuvo bien o si estuvo mal el acto, pero nadie planteaba la ruptura del orden constitucional o la violación de los derechos humanos o las causas que hacen que un grupo castrense realice tareas que otros cuerpos del estado deben realizar, por ello me parece que al menos en México hay una "ignorancia empoderada". Ignorancia porque son personas reactivas que tienden a materializar sus opiniones de forma dicotómica y no suelen aportar argumentos y empoderada porque se hacen escuchar en medios como el internet que tienen un impacto global, cabe recordar que hace unos 30 años no existían medios que pudieran hacer masiva la comunicación exceptuando los tradicionales (TV, periódico, radio, etc.) pero que estaban y siguen estando controlando por ciertos grupos. Entonces mi creencia es que las redes sociales de algún modo limitan el ejercicio crítico que se pueda realizar, por simple "inundación", esto es un caudal de personas que no se ponen de acuerdo, que no leen, que no constribuyen a las ideas de otro y que en muchos casos solamente citan opiniones de medios con mayor difusión. Y en el caso de las universidades, no veo una diferencia considerable.
Y en segundo lugar veo un mundo profundamente dividido por una modernidad hiper-capitalista que ha logrado destruir la individualidad individual (perdonadme por la redundancia) en donde es muy difícil llegar a acuerdos y en donde también resulta difícil identificarnos colectivamente, citando a Bauman respecto al 15M "Las gentes de cualquier clase y condición se reúnen en las plazas y gritan los mismos eslóganes. Todos están de acuerdo en lo que rechazan, pero se recibirían 100 respuestas diferentes si se les interrogara por lo que desean". En este contexto veo que la modernidad va ganando la lucha en seguir saboteando los pocos intentos de cohesión social de los que nos oponemos a la idea de que el progreso científico y tecnológico por sí mismo va a dar cause a la humanidad por el resto de la existencia del planeta...
Por lo tanto me gustaría conocer tu opinión respecto de estos dos puntos, que resumido sería algo así como:
¿Qué piensas tú de la gran masa a la que le es más fácil adoptar ideas de la TV, el cine, las universidades y demás que aceptar que vivimos en un cierto estado de indeterminación que nos obliga a reemplantearnos muchas cosas practicamente desde el inicio de la ilustración?
y
¿Cómo podemos unirnos o reunirnos o volver a construir un cierto grado de empatía los ciudadanos con los mismos ciudadanos en un mundo en donde el capital (no necesariamente económico) parece comprarlo todo?
Un saludo y gracias por escribir.
Estimado lialo.me
EliminarGracias por escribir siempre con exquisito respeto y argumentos claros, sin ocultar nada.
Entiendo perfectamente lo que dices sobre la “ignorancia empoderada”, aquí en España puedo ver el mismo fenómeno de falta de respeto por las opiniones ajenas en Menéame, donde se votan negativo los artículos que no concuerdan con las ideas propias, o en la profusión de blogs difundiendo las ideas de Hayek o von Mises como si fuesen la esencia de la sabiduría en lugar de un puñado de recetas pueriles e incoherentes desarrollados a partir de axiomas falsos, y en la xenofobia anti-islamista, etc. Bien, estamos viendo el vaso vacío, pero en realidad está medio lleno, también gracias a las redes hemos podido realizar una difusión de la problemática de la sostenibilidad y de artículos científicos relevantes, que de otra forma habría sido imposible. Y se ha creado una comunidad, o mejor dicho, una red, bastante potente de difusión de este tipo de información ¿se puede seguir llenando el vaso? Ese es el reto al que nos enfrentamos y no es nada fácil. En mi artículo tienes las claves, tenemos que movernos dentro del primer cuadro, a otros cuadrantes que no sean el superior izquierdo ¿por qué? Porque la conciencia no se conquista sólo con el discurso, se conquista todavía más en el hacer ¿y qué hacer? Tenemos que buscar la desviación positiva, lo que ya funciona y potenciarlo, y realizar experiencias y evaluar de forma rápida su progreso. De esta forma se podrán crear tres o cuatro alternativas que pongan soluciones directamente en la puerta del ciudadano y de esta forma se estará cambiando también su subjetividad.
Respecto a reunirnos, pues muy difícil, casi imposible en una organización jerárquica, pero ojo, ello no es indispensable, es más, podría ser negativo ¿por qué? Por el objetivo no es formar un partido, ahora mismo es complicado moverse al cuadrante inferior derecho. Ahora tenemos que trabajar más en el hacer, quizás en establecer contactos con las administraciones locales ¿cómo hacerlo? Quizás pequeños grupos como el mío sean capaces de hacerlo, y replicados en otros lugares, clonados, podamos ir formando una red que vaya empezando a cambiar políticas, y que con ello se continúe también el cambio de las subjetividades.
Espero que mi respuesta te haya resultado convincente, estoy a tu disposición para cualquier tipo de aclaración.
Un saludo,
Saludos nuevamente,
EliminarRespecto a lo que comentas, considero que otro de los grandes problemas de la modernidad es justamente el relacionado con la subjetividad. Resulta que junto con la modernidad llegaron corrientes de cambio que nos desproveen progresivamente de la individualidad y creo que esto se puede ver en la sociedad con la aparición de "pensamientos genéricos" en donde no importa quien firme el discurso, parece que todos son escritos por la misma persona, en este sentido considero que todo cambio debería también procurar la resitución de la subjetividad y la intersubjetividad, es decir, la capacidad que tenemos las personas de generar auténticos usos y costumbres entre nosotros, porque de otra manera caemos en el llamado "deber ser" y eso sólo favorece al status quo y al discurso de los imperios del positivismo. Quizá este punto sea algo confuso y se desvíe del tema, pero a mi parecer es algo fundamental, ya que considero que los individuos modernos tienen solamente una personalidad "superficial" y "mercadológica", en el sentido de que responden y se constituyen a partir de un mercado de ideas, en el que lo importante y novedoso es lo que tiene mas "likes" en Facebook, el ejemplo de esto es que en redes sociales aparecen muchas noticias sensacionalistas, falsas noticias y mucho contenido basura del tipo de "esta mujer puso mermelada en su jardín, enterate por qué", "12 razones por las que Irlanda es el mejor destino turístico, la 9 nadie la sabe", "Científicos descubren un agente cancerígneo en un glaciar de 12,000 millones de años de antigüedad", y demás, en este sentido parece que "el medio es el mensaje" o dicho de otro modo "importa más la forma que el contenido"/"importa más el envoltorio que el regalo"...
Para finalizar este punto creo que algunos sociólogos están de acuerdo en que la individualidad está bajo "ataque", para citar un libro está "La sociedad sitiada", entonces te pediría tu opinión al respecto y de ser posible que en tus propuestas se incluya algo para restituir los vínculos perdidos entre humanos-humanos, humanos-cultura, humanos-comunidad, etc...
Respecto a la posibilidad de reunirnos, concido plenamente contigo en la problematización que haces, un pastor de EUA apellidado Maxwell decía "la gente sigue primero al líder, luego a la visión" y lo que hemos visto a lo largo de la historia es eso, la lucha por los derechos civiles en EUA mermó luego del asesinato de Luther King Jr, de modo que los humanos no hemos aprendido a hacer cosas alrededor de una idea o un ideal, sino que nos congregamos muchas veces en torno a las personas, supongo que es más o menos lo que dices cuando hablas de jerarquías. Espero que pequeños ejercicios como los que haces y hacemos puedan poco a poco enseñarnos a trabajar juntos de manera eficiente y prescindiendo de líderes, no porque no hagan falta o porque sea un mal modelo, sino porque la constante corrupción y la historia de la humanidad nos ha enseñado que es preciso movernos y completar proyectos pese a la corrupción de los líderes. Es un tema muy complejo, del que no veo una salida clara, pero me gusta ver por ejemplo como en la comunidad GNU/Linux hay miles de personas que a veces se ponen de acuerdo y a veces no, pero que finalmente generan productos, como fenómeno social es interesantísimo.
En fin, te mando un saludo y espero no estar saliendo mucho del tema.
Hola y disculpa la tardanza en contestar,
EliminarEstoy de acuerdo con el problema de volver a lo intersubjetivo. Es algo obvio que lo objetivo, lo razonable, el que habla desde la posición del que tiene razón, goza de una posición de poder enviadiable en nuestra sociedad. Como dice una canción de Los Punsetes “los números avalan su gestión, la tuya no” ¿Solución? Fíjate que eso lo tenemos en el cuadrante de “prácticas sociales”, es decir, es una cuestión sistémica-informal. Carecemos en la actualidad por completo de fuerzas para abordarla, salvo a nivel teórico, y solo queda asumir nuestra más completa incapacidad. Es decir, tenemos que trabajar en el resto de cuadrantes, individual-informal, individual-formal y sistémico-formal, ganando fuerzas, hasta que finalmente puede ser abordada esa cuestión, que posiblemente ocurrirá cuando se alcance una “masa crítica” que perciba que la “racionalidad intransigente” como un lastre para el desarrollo social e individual.
Exacto, en estos momentos el trabajo en red es la mejor opción. A ver si se va uniendo más gente, que es lo importante.
Un saludo,
Buenas Jesús, a parte de la propuesta de Krznaric en Oxfam que es completísimo a pesar de los 10 años que tiene, te dejo aquí lo último que detecté sobre cambio. Es también un completo y transdisciplinar documento del arte del cambio. La metáfora que más se le asemeja es una navaja suiza con muchas herramientas.Todas son útiles. El arte es elegir cada una dependiendo del contexto. https://www.leadershipcentre.org.uk/wp-content/uploads/2016/02/The-Art-of-Change-Making.pdf
ResponderEliminarGracias Jesús,
EliminarMe lo voy a leer del tirón, según termine lo que tengo entre manos, que lo termino ya.
un saludo,
Complicado asunto. Un viejo protagonista de nuestras vidas, el Estado, todavía poderoso, se encuentra aquejado de fisuras, lentas y terribles. Las multinacionales, el mundo del negocio quiere dictar sus reglas antes de que todo cambie irreversiblemente, hacer olvidar la mención del sujeto humano, dedicado a mero objeto productivo y consumidor. Y todo porque una de nuestras ventajas como especie es la capacidad de ser, de tener individuos, geniales, terribles o generosos. El potencial decisivo de una mente afilada hacia un objetivo, o como gran organizador de una idea o grupo humano que lo sobreviva. Sucede, como decía Newton, que "vamos a hombros de gigantes", sin menoscabar la tarea humilde de muchos. Los chinos crearon la meritocracia confuciana del mandarinato para perpetuarse, y aún así, mencionan a Confucio como una de sus figuras principales. El ser humano es gregario, pero busca modelos individuales para moldearse a sí mismo. ¿Qué mejor ejemplo que alguien que ejercite las virtudes que deseas admirar o practicar? Que vivamos en una sociedad hipertecnificada y de valores cambiantes, curiosamente, no calma esa sed de caminos firmes, liderazgos claros, aunque la realidad sea rica en matices. Como ya han dicho antes, trabajamos mejor en grupos que conocemos cara a cara, de no demasiado tamaño. Pero el liderazgo sigue siendo necesario, y los Estados no nacieron por chiripa: son una forma vieja como el mundo de manejar y hacer convivir grupos de gente que nunca se conocerán cara a cara, mano a mano, para ningún proyecto. Pero aún así, usando vehículos como las koiné culturales o idiomáticas, nos han permitido crear estructuras sociales y de solidaridad complejas, como la Sanidad Pública, que de otras formas quizá serían menos probables o de menor alcance. Yo veo poco de casual en esto, y personalmente, creo que el cambio no es totalmente consciente; es una adaptación constante al medio, y por pura supervivencia, aprendemos y ajustamos nuestras organizaciones humanas. La tecnología, y los recursos de materias primas que heredemos serán claves, y no tengo muy claro si realmente optaremos por un reparto equitativo si la densidad habitacional humana supera nuestros límites. Nos creemos más inteligentes que nuestros antepasados, que tuvieron hambrunas, pestes y guerras como grandes correctivos de la población humana. Creemos que podemos preverlo o limitarlo, sin renunciar a otras cosas. La naturaleza humana puede ser un poco incoherente y egoísta... salvo cuando inevitablemente, el grupo humano es tan pequeño ante el medio externo que hace piña. El anverso de esto es la deshumanización del valor de la vida humana en las megalópolis asiáticas... Lo increíble es nuestra adaptabilidad. Nos acostumbramos a todo. Excepto a la soledad extrema, que parece auténtica termita contra la psique humana, sea rodeado de un torbellino de urbanitas o solo en el desierto de la Antártida. Quizá esa sea la clave. Que no nos falte el calor humano, y que tampoco éste nos apague esa chispa de individualidad. Un difícil equilibrio a veces. Y no sé si ese mundo hiper tecnificado va a proporcionarnos esa necesaria mesura y templanza fundamentales para los futuros cambios (que llegarán, por acción nuestra o impuestos por las circunstancias). La permacultura sugeriría una vía alternativa a este marasmo, Jesús. Quizá estaría bien que le dedicaras uno de tus estupendos artículos, para ver cómo se encuadra en esas propuestas de futuro que planteas.
ResponderEliminarBuenas Jorge,
EliminarMuy de acuerdo en todo lo que dices, incluida tu conclusión final. Ese mundo tendrá que evolucionar hacia algo más sencillo ¿cómo? Nosotros en su día planteamos una reducción de la complejidad bastante amable
Utopía 2.0
Las cosas irán seguramente mucho peor, pero tener en mente un objetivo deseable puede ayudar, si no te lo tomas demasiado en serio. Como he dicho al final de mi artículo, Jorge, mi idea ahora es examinar las opciones sobre la mesa y ver cuáles son las más interesantes. Será un proceso largo, pero lo iré realizando poco a poco.
Un saludo,
Joder Jesús, llevaba un montón tiempo sin pasarme por tu blog y he de reconocer que tus nuevos escritos no han perdido brío y siguen provocando la misma efervescencia mental que los anteriores. Tengo que releerlos con calma, porque son como una tela de araña hecha de mil destellos que le dejan a uno flasheado y con la mandíbula colgando: Marx, Hegel,Polanyi,Krznaric, Friedman...pedazo de cocktail. Un saludo.
ResponderEliminarHola Cazador,
ResponderEliminarMuchísimas gracias. Con escasa regularidad pero seguimos en la brecha ;-)
un saludo,
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